Entresemana/ Emboscada

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Moisés Sánchez Limón

 

Gobernar con el rencor como divisa para cobrar facturas personales, praxis del licenciado presidente.

Y, en ese ánimo vengativo, en la ruta crítica del fin de su personalísimo gobierno, ocurrente acuña calificativos para denostar a los periodistas incómodos, contrapeso al “periodismo” militante que se exhibe mercenario y aplaude la desgracia de quien ejerce el oficio maniatado, insultado y descalificado incluso por su vocero Jesús Ramírez que se reserva el derecho de admisión a la mañanera.

Hay, indudablemente, una severa deuda legislativa con la prensa mexicana.

Porque se le ha dejado a la intemperie y más allá del imperativo, por ejemplo, de legislar en materia de salarios dignos y protección social sin medias tintas, simplemente no hay voces firmes, contundentes y de seguimiento para defender a las y los miles de reporteros que, en todo el país, se parten la madre en el ejercicio cotidiano de informar, informarle a usted.

Bueno, hay excepciones y dentro del oficialismo. Bienvenida esa pluralidad en la 4T que implica respeto al que piensa diferente, sin temor a reclamo alguno.

Mire usted, hoy es uno de esos días en los que se debe hablar de los periodistas y su relación con el poder. Y no ha sido, en el México contemporáneo, una relación entre hermanas de la caridad y mucho menos inocentes porque aquí nadie puede llamarse engañado.

Cada quien ha crecido y ganado espacios personalísimos merced a sus capacidades y oportunidades o, incluso, la suerte de haber estado en el sitio menos pensado, pero, finalmente suerte, que le permitió destacar, hacerse de una singular marca personal.

Y se lo comento porque en los tiempos que comenzaron a correr desde el sábado 1 de diciembre de 2018, la relación prensa gobierno se inclinó del lado del dueño del poder que, en ese sueño del caudillo, el guía, el Duce, se dio a la tarea de desbrozar su camino sin la vigilante mirada y seguimiento de la prensa.

Había que descalificar a la prensa y que el ciudadano dejara de creer en ella.

Los periodistas somos mirones, escuchas incómodos y más cuando en ese ejercicio del oficio denunciamos los excesos del poder. Excesos entendidos en la corrupción solapada en la actual administración pública con vergonzantes brochazos de impunidad.

Le platico.

El martes reciente, 16 de enero, en la celebración del 20 Aniversario de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, el senador Óscar Eduardo Ramírez Aguilar, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República asumió una postura crítica que entiendo más allá del obligado protocolo en el salón de Plenos de la Permanente.

“Por ello –dijo Ramírez Aguilar en un momento de su mensaje–, este reconocimiento que les hacemos en el Senado es en honor a su valentía; en honor a ese trabajo individual que realizan o grupal, porque el Estado mexicano tiene sin duda una asignatura pendiente con ustedes. Tiene una asignatura pendiente para que se desarrollen libremente en el ejercicio de su trabajo”.

Y el Estado mexicano entraña una república en la que, el Supremo Poder de la Federación se divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial, de acuerdo con el artículo 49 constitucional que, advierte:

“No podrán reunirse dos o más de esos Poderes en una sola persona o corporación (…)”

Sí, un sistema que, olvida el licenciado e historiador López Obrador, los mexicanos tenemos desde los tiempos decimonónicos cuando nos dimos la primera Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, promulgada el 4 de octubre de 1824.

¡Recórcholis, doctora Gutiérrez!

Estábamos…

El senador Óscar Eduardo Ramírez Aguilar es militante de Morena y busca ser gobernador de su natal Chiapas. Por ello la importancia de su referencia por cuanto a que el Estado mexicano tiene una cuenta pendiente con los periodistas.

¿Y usted cree que todos los periodistas y reporteros son como los clientes favoritos del licenciado López Obrador, los llamados líderes de opinión y aquellos acusados de ganar millonadas?

¡No!

Es una falsa y maldita percepción que Andrés Manuel López Obrador ha desparramado desde la primera mañanera del lunes 3 de diciembre de 2018, cuando en ese desahogo personal de los rencores que anidan en su pecho que no es bodega y en la psique deformada porque no brilló como estudiante y profesionista que nunca fue y por ello, audaz y listo como es, ideó esa industria de la protesta que registró propia y lo llevó, finalmente, a la Presidencia de la República.

Pero, el licenciado López Obrador no tiene remedio y, está dicho, nunca pierde ni empata. Lástima que no haya abrevado en esos manantiales del Buen Ciudadano y miente como respira y su muletilla “con todo respeto” es eso: una muletilla.

Y, en la mañanera de ayer miércoles puso en “modo Alarma” –en alusión al tabloide amarillo de nota roja– para alertar a la población y “que tengan cuidado porque López-Dóriga, y Ciro, y Loret, y muchos están en modo… ¿Cómo se llama? No es modo avión”.

En nado sincronizado –le soplaron.

No, no, vamos a ponerle ‘modo amarillismo’, ‘modo sensacionalismo’, ‘modo nota roja’.

Alarma! —le volvieron a soplar.

— ‘Modo Alarma!’ me gusta más, modo Alarma! —resolvió Su Alteza Serenísima.

Y los mercenarios rieron y festinaron la puntada presidencial.

En ese clima de descalificación generalizada contra los periodistas que no le aplauden ni le rinden pleitesía, se siguió de frente:

–Nada más que estén pendientes porque ayer hubo un accidente, se cayó, al momento del montaje, una trabe; ‘¡qué barbaridad!, ¡qué escandalo!’, todos, ¿eh? Sólo les faltó decir: ‘Lástima que no se murió nadie’–, citó el Duce.

Luego, para variar, se asumió víctima:

“Es vergonzoso, pero sí tenemos que estar advirtiendo que hay esta campaña. Es una guerra sucia muy intensificada porque estamos en temporada electoral, estamos en vísperas de elecciones presidenciales, entonces están desatados. Nada más que la gente tenga este antecedente para que se cubra, tenga un filtro y actúe de manera precavida, porque sí está fuerte el bombardeo”.

Pero bueno. El sexenio dura seis años y los periodistas duramos hasta que la vida se nos apaga. El licenciado presidente en campaña peleándose con sus fantasmas que lo atormentan en la soledad de su Palacio. ¿Quién dijo miedo? Lea usted:

“Y acerca de que por qué voy a la base naval (de Icacos en Acapulco), porque ahí tenemos el Centro de Coordinación y Mando, y voy a trabajar. ¿Y para qué voy a ir a exponerme a una colonia, si están molestos, molestos, molestos los conservadores corruptos?, y pueden prepararme una emboscada para ofenderme y que se convierta en una gran noticia nacional”, declaró ayer Andrés Manuel.

¿Emboscada? ¿Temor a la crítica porque no ha podido someter a la prensa? Por eso la estrategia para consolidar a los medios de comunicación públicos en vehículos propagandísticos. Hay que cuidar a la doctora y descalificar a Xóchitl.

¡Ajajá! Pero insiste, reitera, declara:

“Entonces, yo me voy a retirar, yo me jubilo, yo no quiero ser jefe máximo, ni líder moral, ni caudillo, ni mucho menos cacique. Yo ya termino mi ciclo”.

En serio, no se ría, lo dice el licenciado López Obrador. ¿Usted le cree? ¡Yo tampoco! ¡Recáspita, Drakko! Hablemos de periodistas y de las ganas presidenciales de joderlos. Digo.

[email protected]   www.entresemana.mx   @sanchezlimon1

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