Vladimir Galeana
No se trata de intrigar, y mucho menos de pretender lanzar acusaciones vanas, por el contrario, los hechos indican que pese a todo el esfuerzo de muchos años por contener la violencia causada por el tráfico de estupefacientes, hasta ahora los cárteles gozan de cabal salud y particular afecto de quién presuntamente debiera encabezar los esfuerzos para su erradicación.
Los resultados están a la vista, la violencia y las drogas encuentran ahora complacencia, y no es una segada apreciación de quién esto escribe, porque los hechos muestran y demuestran que en México la ley solamente existe cuando de quitar adversarios del camino se trata.
No podemos perder de vista los recientes hechos protagonizados por el Presidente de la República, quien aceptó públicamente que personalmente había girado ordenes al Ejército Mexicano para que dejaran en libertad a quien por ahora lidera el mayor cartel de drogas en el Continente. Ovidio Guzmán había sido sometido, y se entregó al grupo de elementos del Ejército Mexicano que penetro al lugar en que se escondía. Después observaríamos estupefactos la forma en que se le otorgó la libertad para que siguiera haciendo lo que bien le enseñó sumo padre, y a quien sustituyó como el líder de una de las mayores organizaciones delictivas del Mundo.
(Fotografía La otra Opinión)
Desde luego que este México tan nuestro y tan disímbolo en igualdad y derechos, no es un “narcoestado”, pero después de observar el cinismo con el que Andrés Manuel López Obrador acepto públicamente que ordenó la liberación de Ovidio Guzmán cuando ya había sido sometido, no me queda ninguna duda de que algo hay de verdad acerca de la versión que recibió fondos del narcotráfico para su campaña de muchos años, o al menos como lo afirmó el periodista Rafael Loret de Mola, a través de uno de sus hijos, esos que nunca han trabajado y ahora se dan una vida llena de lujos viajando en Jets Privados a uno de los paraísos fiscales del mundo, Dubai.
Y lo tengo que decir con toda responsabilidad, porque cuando un mandatario gira instrucciones para que se deje en libertad a un delincuente de la estatura de Ovidio Guzman, una vez que había sido sido sometido por las fueras armadas, no puede, por ningún motivo, postrar al Estado Mexicano para que sirva de tapete a un delincuente del tamaño del nuevo líder del Cártel de Sinaloa, y heredero del imperio creado por su padre, Joaquín Guzmán Loera, el afamado “Chapo”, quien purga una sentencia de cadena perpetua en Estados Unidos sin derecho a ser visitado, con el pretexto de evitar violencia. ¿En qué papel coloca a las Fuerzas Armadas del país y a la investidura Presidencial?
También entiendo que un Presidente de la República pulule por los lugares más inhóspitos del país porque se tiene que enterar de primera mano cuales son los problemas que se presentan en las regiones más apartadas de la civilización. Pero de eso a ir al lugar en que lo espera la madre del mayor narcotraficante del Continente, y quizá más poderoso que el Colombiano Pablo Escobar Gaviria, simplemente para saludarla y otorgarle esperanzas de que pueda ver su hijo por última vez, a sabiendas que en ese simple acto postraría al Estado Mexicano que representa, y lo marcaría para siempre como un mandatario irresponsable que permite o consiente un hecho de esta magnitud. Pero también hay que recordar que le otorgó asilo a uno de los mayores productores de coca del mundo, Evo Morales, a quien dio tratamiento de Jefe De Estado cuando ya había sido destituido del encargo presidencial.
Desde luego que ese México al que pertenecemos quienes todos los días nos afanamos por mejorar nuestras condiciones de vida a través de nuestro trabajo cotidiano, no es un narcoestado, aunque así pueda ser considerado por la opinión nacional e internacional a causa del reprobable comportamiento del Presidente de la República. Y tengo que decirlo con todas sus letras, en lo personal Andrés Manuel López Obrador no me representa, porque tengo respeto por las instituciones que los mexicanos nos hemos dado, esas que el mismo ha desdeñado causando la muerte de muchos mexicanos que dejaron de recibir apoyos médicos simplemente porque era más barato dejar que murieran que seguirlos atendiendo, y eso habla de la mendicidad de quién por ahora nos gobierna. Al tiempo.