Todos los días, en todas las latitudes del país, las leyes sirven para lo mismo que la sindéresis lunar: para nada. Hace muchos años que los encargados de la aplicación estricta de la ley para garantizar la convivencia armónica de la sociedad dejaron de hacer su trabajo, y ese fue el comienzo de lo que estanos viviendo ahora.
Pareciera que es un problema que solamente requiere de la decisión de nuestros gobernantes para regresar al inicio, cuando no se le permitía a nadie que alterara el orden sin pasar una buena temporada tras las rejas, o quizá enfrentado castigos más severos. Pero hay que decir que el problema no es fácil de resolver porque ha sido tan severo el erosionamiento del estado de derecho, que ahora cualquiera hace lo que se le ocurra con tal de encabezar una protesta pública, y los responsables no saben qué hacer por temor al costo político.
Lo que no han entendido quienes nos gobiernan es que la política tiene que separarse de la aplicación de la ley, aunque muchos de ellos hagan uso de la misma para contener o castigar a quienes se les han opuesto sistemáticamente o simplemente no acepta sus decisiones. Los sainetes que acostumbraba Gerardo Fernández Noroña cada semana acudiendo a la Residencia Oficial de Los Pinos o a Palacio Nacional confrontando a los miembros del Estado Mayor Presidencial, hace algunos años hubieran merecido al menos tres años de cárcel por el delito de disolución social, y aunque el activismo de las oposiciones hayan logrado desaparecerlo del Código Penal, ese tipo de conductas no pueden ni deben ser permitidas por mucho fuero que tengan sujetos tan perniciosos como el señor Fernández Noroña.
Ayer se manifestaron en las calles de la Ciudad de México algunas organizaciones campesinas porque pretenden seguir usurpando el derecho de recibir subsidios de parte del Gobierno Federal, o lo que es lo mismo de todos los que pagamos impuestos. Me parece que lo que antaño era una forma de apoyar a los productores del campo, al paso del tiempo los interesados piensan que ahora es obligatorio que el gobierno les entregue apoyos para producir sin exponer sus capitales, lo que rompe de lleno con el espíritu mercantilista de la producción. Por principio de cuentas habrá que señalar que nadie tiene derecho a recibir subsidio si no es identificado como grupo vulnerable o en posición de pobreza.
Ante la falta de respuesta inmediata de las autoridades federales para satisfacer sus exigencias, quienes encabezaban la movilización amenazaron con enfilar sus tractores y pasar por encima del cerco de granaderos que les impedían llegar a la Secretaría de Gobernación. Así de sencillo, y eso quiere decir que existe muy poco aprecio por la integridad física de los componentes de los cuerpos policiales, o que son sacrificables. Esa es la nueva mentalidad de quienes han hecho de la industria de la protesta un modus vivendi y que se han enriquecido por ello, aunque eso signifique que haya que pasar por encima de lo que mandatan las leyes. De seguir las cosas como van en la Capital del país, lo previsible es que se convierta en la capital del desorden. Yo espero ver que organizaciones sociales de otros partidos hagan lo mismo para ver si son tratadas con el mismo rasero. Al tiempo. [email protected]