Miguel Ángel Casique Olivos
¿Hacia dónde va la figura presidencial?
Ser Presidente de México o de cualquier otra nación no es tan sencillo; a final de cuentas es un hombre que representa a toda una nación, a todo un país; no le hace que los presidentes no hayan sido electos por la inmensa mayoría, finalmente, se convierten, vía un partido que los llevó a ese puesto, en gobernantes que representar a la población y deben velar por el bienestar y progreso social.
Por ejemplo: 30 millones 33 mil 119 votos que decidieron que López Obrador fuera el próximo mandatario fue un 53% del total de la gente que salió a votar, es decir 30 millones de alrededor de 54 que salió a emitir su voto; pero, esos 54 millones son el 63% de los 89 millones de mexicanos que están inscritos en el padrón electoral; y, esos 89 millones son sólo una parte de los ya más de 120 millones de mexicanos que tienen el país.
O sea que López Obrador en realidad tiene el 25% del respaldo del total de los mexicanos, no le hace que no todos estén en la lista nominal; pero sea cual sea la situación, la votación de esa “mayoría” que eligió a AMLO se debe respetar y esperar a que él y su gobierno tengan éxito, pero eso ya dependerá de sus acciones y todas las políticas públicas que ejecuten en favor de la sociedad.
Sin embargo, la figura presidencial, con la llegada de Obrador, pretende cambiar y además no sólo eso, sino meterse con los presidentes anteriores; que a diferencia de él ya se les puede calificar (y no muy bien por cierto) de lo que fueron sus administraciones; pero a pesar de ello terminaron sus sexenios y estuvieron “representando” y realizando labores de gobernantes de la nación; meterse, por ejemplo, con las pensiones que se les otorga a los ex mandatarios tarde o temprano también tendrá alguna repercusión en la forma de ver y entender al representante popular, sea presidente de una nación o sea un líder de partido o grupo social.
Porque ser un representante de la sociedad no es tan fácil y tampoco la sociedad debe pensar que un gobernante es el Santa Claus que viene con su bolsa de regalos y que tendrá, como por arte de magia, que cambiar lo que por años, décadas y quizá siglos, no se ha podido cambiar; un modelo ya caduco que necesita no sólo otra forma de hacer gobierno, sino otro tipo de gobernantes, uno que verdaderamente salga del pueblo, de su interior, sólo así se podría pensar que el curso de las naciones algo puede ir mejorando.
Para esos gobernantes no basta ejercer el gobierno, teniendo o no el respaldo popular, teniendo o no el respaldo de la élite en el poder o de los dueños del dinero que son quienes en realidad se encargan de mover le economía del país; no, no basta con eso, es necesario que la sociedad sea educada y concientizada para que ella sea parte de los grandes cambios, que junto con sus verdaderos representantes, trabajen por una mejor sociedad y no pensar que la tarea de cada mexicano terminó el mismo día y en el mismo momento que fue a la urna a depositar su voto.
La figura presidencial como representante popular o de nación, está muy desgastada; y se ve muy lejos que la medida de privar a los ex presidentes de lo que se les da como pensiones vaya a resolver gran cosa; más bien se antoja a pensar que lo que quiere el nuevo gobierno es humillar y rebajar no a los presidentes anteriores, sino la figura presidencial, que lo quiera o no, debe seguirse manteniendo como una figura de representante de la nación y como tal se le tiene que tratar; hacer lo contrario, tarde o temprano, tendrá sus repercusiones políticas tanto internas como externas.
El Clímax no político…
A don José Ramón Amieva, cada vez se le complican más las cosas; dicen que ayer, tras el sismo de 5.9 grados, debemos estar agradecidos porque el sismo no fue tan agresivo; porque si hubiera sido como el del pasado 19-S simplemente a todos nos hubiera agarrado con el “Jesús en la boca”, por las alarmas sísmicas, nomás no sonaron, y eso que según tenemos el mejor sistema de alarmas en todo el mundo.
Y otra de alcaldesitos prepotentes, y en esta ocasión nos referimos al Presidente de Huejutla de Reyes, Raúl Badillo Ramírez, que nomás no atiende a los pobladores de la zona tras cuatros días consecutivos de protestas. Pobladores que llegan de diversas comunidades y que pertenecen al Movimiento Antorchista, acuden a la Presidencia Municipal para buscar atención del alcalde, quien hasta el día de hoy ha ignorado las necesidades de la población, pero sus funcionarios aseguran y lo gritan a los cuatro vientos, que él no trata con ciudadanos ni con organizaciones, sólo se entiende con los delegados de cada zona. Mire, mire, ¡qué bonito alcalde tienen en Huejutla!. Por el momento, querido lector, es todo.