Por: Miguel Ángel Casique
La alternancia no merma la pobreza en estados, tampoco lo hará quien gane en elecciones.
Hace mucho tiempo que se piensa y se tiene la creencia de que en las columnas políticas habrá algo nuevo qué decir, “filtraciones, chismes o algo “desconocido” que el lector, al leerlo en este tipo de espacios se sorprenderá; también se cree que esa información es exclusiva de la columna o del autor y que éste la consiguió en reunión especial con gente de poder que le filtra lo que publica; o también se piensa que el columnista tiene su propia red de informadores que, en el mejor de las casos, lo mantienen al tanto las 24 horas día.
Y aunque es cierto que una parte de lo que se escribe en las columnas es cortesía de gente que tiene acceso a información “privilegiada”, y que alguna de ella se saca en reuniones (un café, desayuno o simplemente una charla) del columnista o de cables de información “exclusiva”, hay algo que no se debe dejar pasar; nunca, o casi nunca, en alguna columna se ha dicho que la información se obtuvo de una charla con un campesino, un obrero, una ama de casa o un estudiante pobre, aunque estos, todos, son la fuente de creación de la riqueza del país y por supuesto también la fuente principal de la información que se genera. Y como seguramente, querido lector, ya estás pensando que este espacio ya estaba agarrando monte y quién sabe a dónde llegaría, le ponemos un stop y entramos en materia.
Sus amigos le dicen “Simi”, la primera vez que sorprendió fue cuando cuando actuó en la puesta en escena “Coriolano” en un Encuentro Nacional de Teatro; casi se aseguraba que era un niño de unos 13 ó 14 años, él estaba ahí y aunque no era uno de los personajes principales, llamó mucho la atención del público, atención que duró mucho tiempo después y anduvo en boca del público; Simi es de una de las rancherías más pobres de Guerrero, de Yerba Santa, una comunidad del municipio de Xalpatláhuac, que apenas y sobrepasa los 400 habitantes.
“Simi” no es un político, hombre de negocios, empresario o candidato a un puesto de elección popular que pueda pasar alguna información exclusiva que ocupe un lugar en este espacio y sin embargo, aquí está; él, con su pelo lacio-rebelde, ojos morenos, cejas pobladas y que se le dibuja en su rostro una sonrisa natural, deja ver una melancolía jovial de preocupación, que pudiéramos decir, está exenta de amargura, salvo por lo que esconde detrás de esa sonrisa. El es, como muchos otros, de esa zona donde la pobreza lacera a diario a los habitantes y no es una imaginación, sino que se vive en carne y hueso, ahí los pobladores se tienen que levantar a las 4 ó 5 de la mañana para ir al campo y comenzar a trabajar, es de una familia campesina que el 85% de sus integrantes ha emigrado al país del norte pensando en el sueño americano para “hacerse” rico y tener una vida holgada, sueño que lo único que hace es olvidarse de la verdadera familia.
Él comenta, aún siendo el más pequeño de 12 hermanos, que les ha reclamado el por qué se han olvidado de sus padres, que ya rondan los 80 años, por qué se han alejado y ahora ni siquiera los visitan; dice que cuando tenía alrededor de 6 años, el penúltimo de sus hermanos le aseguraba que “se iba al norte (Estados Unidos) para ganar dinero y que le compraría muchos juguetes”, la ingenuidad e inocencia de nuestro personaje lo llenaba de alegría; ahora, 12 años después, se da cuenta que eso no pasó, que a todos sus hermanos el sueño americano los convirtió en unos “monstruos” que se han olvidado de la familia y que ni siquiera algunos de ellos han preguntado por sus padres. Pero Simi es un valiente joven, parece desprendido de la maldad, es afectuoso, leal y muy franco, y ahora anda en la capital buscando ingresar –seguramente lo logrará-, a una de las universidades del país y prepararse, no para abandonar a su familia, sino para hacerle conciencia que la pobreza no hay que ignorarla y huirle, sino enfrentarla hasta acabar con ella, algo que no se logra ni con la alternancia que ha habido ni tampoco con la que llegue después del 1 de julio.
Y ya hablando del tema, según expertos en el análisis, este domingo se remarcó que la alternancia en los estados no ha mermado la pobreza y es que, de 2014 a 2015, sólo 9 entidades lograron reducir de la pobreza y pobreza extrema y en las demás entidades los avances son mínimos y en algunas, nulos, como son las zonas marginadas de Hidalgo, Puebla, Guerrero y Oaxaca, esto a pesar de los cambios que hubo en sus gobiernos.
Ya estamos a dos semanas de que arranquen las verdaderas campañas, las elecciones ya están cerca y la reducción de la pobreza, tema al que la mayoría de los candidatos recurren para adornar sus discursos, va a quedar ahí, sólo en discursos; y cediendo un poco se podría decir que todos los partidos han tratado de reducirla (sic), pero ninguno lo ha logrado; ha habido transiciones de gobiernos priistas, morenistas, perredistas y panistas y la pobreza ahí está y según las cifras más concertadoras ronda los 53 millones de mexicanos, aunque estudios y análisis, un poco más objetivos y basados en la realidad y vida de los mexicanos, aseguran que este mal social ya afecta al menos 100 millones de mexicanos.
Y es que el principal problema no es que un político o partido quiera acabar con la pobreza, eso lo han dicho miles de ocasiones, el problema es cómo aterrizar ese planteamiento, la cuestión es decir cuál será la forma y las acciones para combatir en serio la marginación y miseria; pero eso no lo hacen porque sería modificar la forma de ejercer el gobierno, cambiar las políticas de distribución de la riqueza, la forma de recaudación y la forma de invertir los recursos del país, cosas que no están dispuestos y el sistema político no se los permite. Entonces la solución es aplicar una forma de gobierno diferente y una forma de gobierno que no sea la tradicional.
Por eso, ejemplos como el de Simi, su familia y su comunidad no los debe olvidar el periodismo, no lo deben olvidar los candidatos, partidos políticos y menos aquellos que logren obtener el triunfo electoral; es cierto que hoy están en campaña y prometen mucho con un buen discurso y lanzan, además, una imagen de credibilidad ante los votantes para lograr que el mexicano confié en ellos, y una vez que sea el candidato y logre ganar, y ya encumbrado en el poder, se olvidan de sus discursos y de los mexicanos que lo llevaron al poder; y estando así las cosas no realizan una nueva política ni mucho menos una nueva formar de atacar la pobreza.
¿Quién de los tres candidatos estará pensando en una nueva formar de gobierno que vele por los intereses de las mayorías? Al parecer ninguno y solo habrá más de lo mismo. Querámoslo o no, habrá un ganador en las elecciones, pero la pobreza no va a mermar, ahí va a seguir porque todos los partidos políticos tienen un fin y un objetivo, una meta que es llegar al poder y desde ahí enriquecerse y dominar. De la pobreza que atormenta a todos los mexicanos sólo una organización, que ya ronda los 3 millones de mexicanos, está dispuesta a combatirla y a acabar con ella. Todo es cuestión de tiempo.
El clímax no político.
Enrarece la política en Hidalgo tras persecución contra líderes sociales. En los últimos meses en Hidalgo se ha dicho que la percepción de incremento de la inseguridad, entre el 10 y 15 por ciento, es real, y aunque algunos medios han querido explicarla por los procesos electorales, lo cierto es que va más allá y podría desencadenar inconformidades sociales y descalificación en la imagen del gobierno en turno que encabeza el priista Omar Fayad. Un claro ejemplo de esto es lo que sucede contra los líderes sociales que pertenecen al Movimiento Antorchista. En días pasados Guadalupe Orona denunció tres casos de agresión: contra Estanislao López López, que fue agredido en una asamblea en San Gregorio, Huehuetla; contra Evelia Bautista que fue secuestrada por gente cercana al presidente municipal de Huejutla y un hostigamiento, acoso y cerco policíaco contra Andrés Pérez, en la carretera Huichapan-Nopala y en Arco Norte, lanzándole el mensaje de que sobre él hay averiguaciones previas que aún no se ejecutan.
El ultimo acontecimiento fue este viernes 16 de marzo, cuando el licenciado Glauco Armando Flores Torres, asesor jurídico de la organización, estaba realizando labores rutinarias en la Agencia del Ministerio Público, por asuntos legales de acontecimientos recientes; al salir del Ministerio Público y tras abordar un taxi, unos metros más adelante fue interceptado por una camioneta oscura y sin placas en el que iban cuatro individuos, la camioneta se le cerró al taxi, a Flores Torres lo obligaron a bajar y tras subirlo a la camioneta y colocarlo en los asientos traseros lo golpearon y le dijeron que sabían quién era y que estaba dando asesoría jurídica a los antorchistas… –le dijeron- que le bajara de huevos y que si no se lo iba a cargar la chingada; tras esas “dulcísimas palabras” y de un secuestro exprés en el que no dejaban de golpearlo, lo fueron a tirar a un lote baldío en las orillas de Pachuca, cerca de la colonia Matilde.
Tras este último suceso, que no es aislado, y que no tiene que aparentemente no tiene que ver con proceso electoral, ni tampoco con la percepción de más inseguridad en el estado, se enrarece la política entre los ciudadanos; en Hidalgo se deja ver una política de persecución y represión contra líderes antorchistas, ¿por qué y con qué intención?, ¿a alguien o algunos políticos no les gusta que se les denuncie porque que no cumplen con la ciudadanía como se ha hecho recientemente con el alcalde de Huejutla?. Bien hará la autoridad judicial y política dar alguna explicación a esto y tomar cartas en el asunto, luego, puede ser tarde. Hechos como estos no pintan, en nada, para ser un buen clímax político hidalguense. Por el momento, querido lector, es todo.
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