Miguel Ángel Casique Olivos
El acoso y bloqueo de EE. UU. hacia Cuba debe acabar
Las protestas que se realizaron en Cuba que no rebasaron las 300 personas (se declaró oficialmente y se veía en las imágenes y videos) y que volvieron a poner de inmediato en el ojo del huracán a la isla, tienen un orquestador con nombre y apellido: Estados Unidos. Un país desde donde han sido operadas las manifestaciones como una acción más de la política imperialista que tiene la nación norteamericana desde hace 60 años con el “pequeño” pero muy glorioso y triunfador pueblo cubano, política antidemocrática reflejada en el bloqueo económico y que ahora se ha agudizado más con la pandemia del Covid-19.
No hay duda que los supuestos brotes de inconformidad contra el gobierno cubano fueron fogueadas desde EE. UU. que hoy comanda Joe Biden, pero con una política represiva y acosadora que continúa desde su llegada y que ahora amenaza ser más agresiva y violatoria de todos los derechos humanos.
Y aunque las dificultadas por las que los cubanos atraviesan son reales, lo cierto es que todo está orquestado desde fuera, desde el enemigo clasista a nivel internacional; y hoy el poder del Imperio, desde Washington, ha sentido que hay otro momento para volver arremeter e intensificar los ataques y atropellos contra los países que no se les han querido someter y que siempre los han querido tener con la bota y la soga en el cuello.
Algunos hemos sido testigos de los acontecimientos de la historia que han volteado a América Latina hacia el modelo capitalista y las formas en las que los países poderosos someten a los gobiernos de países pobres. Y como lo hemos conocido a través de las noticias, la injerencia de EE. UU. se torna cada vez más peligrosa por las ansias de expansionismo y control.
Durante años esa misma política de represión se la alternan tanto Demócratas como Republicanos y ambos tienen el mismo fin y los mismos intereses. El intento de dominio de Washington sobre Cuba es una prueba irrefutable de la desesperación que tienen sobre un pueblo que se ha levantado con el trabajo y esfuerzo de las masas que han acompañado a la Revolución, y que hoy también se hacen presentes para evitar caer de rodillas ante la amenaza extranjera.
Las protestas que hoy se presentan buscan asfixiar económicamente a una nación que ha mantenido un bloqueo durante más de seis décadas, que impiden tanto la importación como la exportación de productos como en cualquier país de libre mercado, pero que ahora son gestadas desde el interior de la isla y financiadas con dólares.
Y como lo aclara Atilio Borón en su artículo Cuba, el bloqueo y la crisis: “Lo que Washington ha estado haciendo se llama genocidio porque el bloqueo, condenado casi con absoluta unanimidad por la comunidad internacional, provoca enormes sufrimientos en la población. Esas políticas matan, enferman, provocan hambre y privaciones indecibles”.
Además, el enorme esfuerzo del pueblo cubano da una lección al mundo ante los nuevos retos al que nos arrastra el futuro como la pandemia. La isla se ha convertido en el primer país de América Latina en crear una vacuna propia contra el virus.
Por otra parte, Joe Biden ya asomó las orejas para escuchar las plegarias de esos que piden “libertad” para Cuba y que se han ido como una manada de lobos contra su presa con una estrategia mediática para desacreditar al Gobierno de Miguel Díaz-Canel y la lucha revolucionaria. Pero por otro lado, más países de Latino América se han sumado a la protesta contra la serpiente que trata de anidar en Cuba, la joya que al imperialismo le falta para vociferar un dominio sobre América.
Evo Morales también ha catalogado este nuevo intento de golpe de estado como uno más en los que se busca someter, aunque el país del norte diga que sea en pro de la democracia, a las naciones que no comulguen la mismas reglas del juego.
Esto tal vez sea una pequeña parte de lo que se busca hacer con la mayoría de los países de la tierra, pero ante las nuevas potencias como China y Rusia en surgimiento, los estadounidenses se están topando, cada vez más, con pared y esto les impide ser la nación dominante. Ha llegado el momento de defender la soberanía de las injerencias extranjeras. No queremos que más países se conviertan en campos de guerra como Irak o Vietnam. No queremos ruinas sino una vida de mejores condiciones de vida, y eso es lo que los contrarrevolucionarios están dispuestos a vender: vender su patria al enemigo que por años los ha mantenido en la miseria.
La solidaridad internacional hacia Cuba debe hacerse presente y efectiva; todos los hombres buenos y bien nacidos deben sumarse a la denuncia mundial en contra de la arbitrariedad que Estados Unidos está cometiendo, desde hace décadas, contra el pueblo cubano. Ya llegó la hora de que el acoso y el bloqueo hacia Cuba termine y se acabe.
La solidaridad y verdadera hermandad de los pueblos del mundo tienen que mostrarse cuando los países ricos y poderosos quieren someter a los países débiles y pobres; basta de represión, basta de injerencia gringa y de engañar al mundo de que el Imperio llegará con bandera de democracia.
Estados Unidos quiere someter a los países empobrecidos para robarles sus riquezas y controlarlos política y económicamente; y para eso está dispuesto a matar y aniquilar a quien se le ponga enfrente, antes desata una guerra mediática y toma la bandera de quien el mismo ha echado a andar como enemigos del pueblo cubano. Por el momento, querido lector, es todo.