Esténtor Político… El trabajo infantil crece al aumentar la pobreza de las familias

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Miguel Ángel Casique OlivosEn una de sus grandes obras, “La situación de la clase obrera en Inglaterra”, Federico Engels pone al descubierto la explotación de los obreros, las mujeres y pone mucho énfasis en la explotación del trabajo infantil; sobre todo, exhibe las horrorosas condiciones de injusticia hacia los menores de edad. La obra es un excelente reportaje, pero va más allá al hacer investigación con cifras y testimonios directos sobre las condiciones laborales.

En uno de sus apartados, señala que al norte de Staffordshire, uno de los distritos industriales ingleses, los testimonios del “El Children’s Employment Report” sobre el trabajo infantil eran muy aterradores. “Se exige de ellos una labor dura y fatigosa, y no tienen suficiente alimentación ni buena ropa. Numerosos niños se quejan: «No tengo suficiente que comer, mayormente me dan papas y sal, nunca carne ni pan, no voy a la escuela, no tengo ropa. », «No comí nada en casa al mediodía, me dan mayormente papas y sal, algunas veces pan.”, “Esta es toda la ropa que tengo, en casa no tengo ropa»”. Los relatos del primero de los libros que escribió Engels entre 1842 y 1844 (hace 180 años) encontrándose en Manchester, corazón de la Revolución Industrial, no están muy alejados de lo que hoy vivimos en México.
Pero hay más: Los niños “deben ir y venir toda la jornada con una carga demasiado pesada para su edad y la temperatura elevada que reina en la fábrica incrementa aún más su fatiga. Casi sin excepción, los niños son enclenques, pálidos, débiles, pequeños y deformados; sufren casi todos de padecimientos gástricos, vómitos, falta de apetito, y un gran número muere de tuberculosis.”
En los distritos alfareros, describía Engels, “hay un número relativamente importante de escuelas que permiten a los niños instruirse, pero como se envía muy temprano a esos niños a la fábrica y tienen que trabajar allí demasiado tiempo (casi siempre doce horas o más), se ven imposibilitados de sacar provecho de esas escuelas; por eso las tres cuartas partes de los niños entrevistados por el comisionado, no sabían ni leer ni escribir; en todo el distrito reinaba el mayor analfabetismo…”. “Por todas partes la familia es disgregada por el trabajo de la mujer y de los niños.”
Hace unos días, al conmemorarse el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, la última Encuesta Nacional de Trabajo infantil que se realizó en 2019,  refiere que en México hay más de 3.3 millones de infantes, entre 5 y 17 años laborando en “ocupaciones permitidas y no permitidas”; también, según la encuesta del Inegi, 11.5% de la población infantil se encuentra en condiciones de trabajo infantil. Por otro lado, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reveló que por cada punto porcentual de incremento de la pobreza se genera 0.7% más de niños y niños adolescentes que laboran, ya habría entonces 3.5 millones, unos 200 mil más de niños mexicanos, trabajando; las condiciones, no se puede creer,  son las más adecuadas.
Según el Inegi, el Covid-19 y la deserción escolar son las causas de que el trabajo infantil haya aumentado; sin embargo, no se toma en cuenta que el trabajo de la niñez mexicana es la única opción que tienen miles de familias para ingresarse algún recurso extraordinario para no morir de hambre, gracias a que por un lado la riqueza se sigue concentrando escandalosamente en pocos hombres y la inmensa mayoría de la población es condenada al empobrecimiento total. Por eso nadie debe dudar que el trabajo infantil tiene su causa al aumentar la pobreza y de esta son culpables los gobiernos en todos sus niveles por no implementar políticas verdaderamente efectivas para combatirla.
Es verdad también que los Derechos Humanos de niñas, niños y adolescentes están previstos en nuestra Constitución Política y otros tratados internacionales; derechos como a la vida, a un desarrollo adecuado, a vivir en familia y en condiciones de bienestar y a un sano desarrollo integral,  a la educación, la salud y a un descanso y esparcimiento completos. Todos estos derechos están siendo arrebatados por un modelo económico injusto, rapaz e inhumano y si Engels exhibió las horripilantes condiciones laborales de los niños, hoy muy vigentes en una parte de la niñez mexicana que labora, es urgente luchar para que eso desaparezca; pero eso implica la organización de todos los mexicanos y modificar, de raíz, la forma de hacer gobierno y la forma de distribuir la riqueza nacional, esa es la tarea, esa debe ser la meta. Por el momento, querido lector, es todo.

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