Miguel Ángel Casique Olivos
La juventud en México es vigorosa; ¡hay que despertarla!
Los jóvenes que apoyaron al ahora presidente Andrés Manuel López Obrador, principalmente en 2018, están ausentes. Esos que denunciaron los atropellos de gobiernos pasados y vieron en el proyecto de la Cuarta Transformación una oportunidad para transformar a México, hoy cierran los ojos ante los atropellos del presidente, su voz no se escucha frente a la violencia creciente, corrupción, la pobreza y la falta de oportunidades.
Aquella juventud que se avizoraba como parte del cambio político y social por su respaldo al entonces candidato López Obrador, y que fue trascendental para llegar al poder, prácticamente, desapareció. Esa voz se apagó. En estos momentos en el que el país se encuentra sumergido en una crisis económica y social, no levantan la mano para exigir que el gobierno cumpla con el compromiso de acabar con la corrupción y la pobreza, bandera que López Obrador no ha dejado de utilizar.
Una parte importante de los jóvenes, con su actitud pasiva y que han sido abandonados por el poder en turno al no brindarles verdaderos apoyos educativos y planes completos para una mejor educación, es parte del problema, ya sea por miedo a aceptar que se equivocó con López Obrador o por que recibe algún apoyo a cambio de su silencio y no manifestar su inconformidad. Esa juventud está sometida, sin importarle el México del presente, pero sobre todo del futuro.
Los jóvenes que se identifican como “obradoristas” se han convertido en seguidores ciegos de un movimiento que se gestó de inconformidad hacia la clase política de siempre, pero que en los hechos son exactamente iguales.
Sería imposible no comprender la realidad, los problemas y carencias que la juventud atraviesa (problemas económicos, pobreza, deserción escolar, falta de empleos, falta de servicios de salud, etc.) para rebelarse y exigir un cambio de políticas públicas en favor de todos. Quedarse callado ante los actos criminales de lo que va el sexenio de López Obrador hace cómplice de la destrucción y de sus consecuencias que vienen.
Ante estas razones, todavía es un
buen momento
de corregir y sumarse a los verdaderos movimientos estudiantiles que emergen con banderas de exigencia y de no más atropellos a la educación, de no más retiro de apoyos o desapariciones de programas como el de Escuelas de Tiempo Completo; con banderas de exigencia de que a los jóvenes estudiantes se les brinden verdaderos apoyos en sus escuelas, que tengan infraestructura adecuada, tecnología y maestros capaces de llevarlos por el camino de una enseñanza competente y que garantice un futuro de hombres y mujeres bien preparados.
Como ejemplo de estos movimientos estudiantiles se encuentra la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” (FNERRR), que en semanas anteriores, en la prensa nacional, se mostrado la voz de su lucha para dar marcha atrás a la desaparición de las Escuelas de Tiempo Completo ordenado por AMLO y la Secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez. Hoy se sabe que ya una jueza ordenó detener el cierre de este programa, faltará ver que reacción toma Obrador y qué decisión triunfa.
Aunque a simple vista parece todo perdido, lo cierto es que esos jóvenes luchan porque más de 3 millones de niños continúen su educación, tengan una alimentación segura y se apoye a los padres de familia que se “matan” trabajando todos los días para ganarse la vida en cualquiera que fuera su trabajo. Esa causa estudiantil es justa, merece ser defendida y deben sumarse más conciencias para que su voz sea escuchada en Palacio Nacional.
Necesaria es la fuerza y vitalidad de esa juventud por la que México tiene un soplo de vida, jóvenes que a pesar de las dificultades no se doblegan y luchan para mejorar las condiciones de los millones de estudiantes del país y hacen oír su voz en todo el mundo, denunciando las injusticias y los caprichos hechos decretos presidenciales. El llamado de la Fnerrr tiene metas y objetivos claros para el bienestar colectivo, noble labor que nadie debería desechar, incluso, los mismos jóvenes que apoyaron Obrador, ahora tendrían obligación moral de sumarse al grito de justicia de los fenerianos.
Hoy en México la forma de hacer política tiene que dar un giro y la juventud debe tomar papel decisivo en el rumbo que tome el país. Dejarse guiar y cae en dogmatismos genera consecuencias catastróficas como las actuales. Analizar de mejor manera la realidad política y social nos hará tomar decisiones y nos abrirá los ojos para hacer en México un verdadero cambio de democracia y de justicia. Ya es hora que los jóvenes tomen partido y tengan, al estudiar, una mejor preparación, porque si pronto tenemos un ejército de profesionales que hayan acudido a las aulas pensando en su país y en su pueblo, habremos ganado una nuestras mejores batallas, esto es un buen una buena misiva y un buen recado a la juventud mexicana. Por el momento, querido lector, es todo.
Foto: Cortesía de Saddam Márquez