Miguel Ángel Casique Olivos
Marcha del 8M y el paro; un conflicto que AMLO generó
El domingo 8 de marzo, reconocido como “Día Internacional de la Mujer Trabajadora” será escenario, por parte de colectivos feministas, de una marcha que partirá del Monumento a la Revolución hacia el Zócalo capitalino; el contingente, se prevé, avanzará a partir de las dos de la tarde. Al día siguiente de la protesta se va a realizar el paro nacional de Mujeres y está anunciando con el hashtag #UnDíaSinNosotras. Las protestas incluso, traerán eco en las demás entidades federativas.
Según se ha informado, los objetivos de las protestas son: manifestar inconformidad contra la violencia hacia las mujeres, estar en contra de la Guardia Nacional, pues se exige justicia para la activista asesinada en enero; pedir que las universidades y escuelas estén libres de violencia; por un derecho a decidir, por una maternidad libre y elegida; por el derecho al aborto legal, seguro, libre y gratuito en todo el país y, también, por la separación efectiva de la Iglesia y el Estado.
Las demandas de las protestas son justas y son, sin duda, bandera no sólo para las mujeres, sino para todo ser humano porque, ¿quién estaría en contra de que se detenga la violencia hacia las mujeres? o, ¿quién estaría en contra de que en las escuelas se erradique la violencia y la inseguridad?, o más aún, ¿quién estaría en contra de que la Iglesia y Estado no deben mezclarse para tomar decisiones? Con los tres ejemplos enumerados basta para que todos estuvieran de acuerdo que levantar la voz, por parte de las mujeres, es justo y necesario.
Porque la verdad, no sólo para las mujeres, sino para cualquier mexicano es muy triste ver que el gobierno morenista de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) le siga echando la culpa de todo a los gobiernos pasados: si hablamos de economía las cosas en México están por los suelos, y se sabe, con datos en la mano, que en los gobiernos anteriores al menos se crecía a un 2.5 por ciento; en el tema de inseguridad y violencia las cifras son muy altas, por ejemplo en feminicidios hay al menos unos 42 mil 655 casos sin resolverse; y también en la atención médica las cosas han empeorado en el tiempo que lleva el actual gobierno morenista.
De al menos 130 millones de mexicanos, 57 millones son mujeres, 19 millones 379 mil integran la Población Económicamente Activa (PEA), de las cuales 76 por ciento son empleadas, 6 por ciento trabajan por su cuenta y 5 por ciento son obreras. Las mujeres además de que son víctimas de violencia y acosos en sus lugares de trabajo, el 20.6 por ciento de ellas, de 15 años de edad o más que trabajan, son víctimas de violencia, algo que se presenta en su propio hogar.
Las protestas del 8 y 9 de marzo son justas, pero bien vale la preguntar si ese movimiento va a resistir o si sólo es espontáneo; si va a resistir hasta que sean escuchadas y atendidas cada una de las demandas por parte del gobierno de la 4T, bienvenido ese movimiento y merece felicitaciones, aplausos y respaldo; si pasando la fecha del 8 de marzo se esfuma como el humo en el cielo, la conclusión simplemente será que todo lo que se haya hecho no habrá servido de nada y AMLO, que fue quien ocasionó que este movimiento creciera por sus malas políticas públicas para detener la violencia e inseguridad en las escuelas y en atender con prontitud los feminicidios, estará contento.
Por lo pronto AMLO ya echó a andar a las mujeres de su gabinete para que lo respalden; pero también ya se ve que las protestas le están pegando directamente a su popularidad, algo muy natural ante un nulo plan de gobierno para atender a los mexicanos, hoy en específico al sector de las mujeres.
Los mexicanos ya empiezan a mostrar desconfianza y a tener claridad de que AMLO no va a cumplir con sus promesas de campaña; por ejemplo sólo el 41.5 por ciento de la población asegura que lo hará, es decir que ha perdido un 23 por ciento de confianza si lo comparamos con los datos de agosto de 2018, tras la elección. Vienen, pues, tiempos difíciles para AMLO y la 4T y las protestas de las mujeres son un reflejo de su mal gobierno y de que su popularidad sigue cayendo.
El clímax no político…
El gobernador perdido. Qué tan perdido estará el gobernador priista Omar Fayad, que estando a unas semanas de que arranque campañas para que el domingo 7 de junio de 2020 se renueven los 84 ayuntamientos del estado, nomás no atiende a un grupo de hidalguenses que le exigen cumpla sus compromisos que realizó con el Antorchismo estatal que dirige la líder social, Guadalupe Orona Urías.
Los hidalguenses que provenían del Valle del Mezquital, Huasteca, Otomí-Tepehua y de la capital, fueron recibidos con puertas cerradas, acción que dijeron, “ha sido el rostro del gobierno estatal”. Las demandas solicitadas son pavimentación de caminos, centros médicos, redes de agua potable y drenaje, así como apoyos para campesinos; nada extraordinario se necesita para atender estas peticiones, sólo la sensibilidad y preocupación de un gobierno popular; pero Omar Fayad nada de esto tiene. Por el momento, querido lector, es todo.