El 6 de octubre se han cumplido 3 años de la desaparición forzada de Don Manuel Serrano Vallejo, tres años desde que unos cobardes asesinos, enemigos del progreso, del bienestar y la libertad del pueblo, han querido seguir oprimiendo y explotando a los pobres de México. Tres años de dolor para nuestra familia Serrano Hernández, pero tres años de indignación y solidaridad para la familia antorchista, tres años de ira de la buena, de aquella que nos exige revisar nuestras convicciones profundas y continuar luchando por los pobres de México. Pues si los asesinos cobardes de mi padre Manuel Serrano Vallejo pensaban que elegiríamos la neutralidad, nuestras obras y comportamiento les dicen que su ilusión se ha evaporado; hoy más que nunca les decimos, ¡no claudicaremos! Porque no podemos vivir de espaldas a una realidad que lacera y hace sufrir injustamente a tantos niños, adolescentes, jóvenes, hombres y mujeres, ancianos, a causa de la exclusión globalizante de una economía neoliberal que los hunde en la miseria y la indignidad, la violencia y la marginación, el abandono y la soledad, la depresión y la enfermedad.