En sexenios anteriores los bajo puentes en los principales cruceros de la Ciudad de México se habían utilizado como estacionamiento particular, como lavaderos de autos privado, como almacén del Gobierno del Distrito Federal, provocando con ello sitios altamente peligrosos, pues servían, incluso, como guaridas de viciosos, ladrones, pandillas, niños de la calle, situación que puso en riesgo la seguridad de los capitalinos.