La primera es Las sílfides, una pieza breve, no narrativa en un acto, coreografiada por Michel Fokine, con música de Frédéric Chopin, y que fue estrenada en 1908 en San Petersburgo y al año siguiente en París. Si bien no hay una trama, Las sílfides recrea a un grupo de estos seres mitológicos femeninos y etéreos que danzan en el bosque en torno al poeta, y que Fokine utilizó para evocar el romanticismo, y hace de esta obra –junto con el segundo acto de Giselle – uno de los máximos ejemplos del blanc ballet, escuela clásica pura que se caracteriza por bailarinas que danzan en conjunto y que usan trajes de tarletán o tul blanco.