Fanatismo talibán pone en peligro 20 años de deporte afgano

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BALÓN CUADRADO/Agencias

Jesús Yáñez Orozco

 

Ciudad de México.-  Afganistán tiene poco más de 32 millones de habitantes. De ellos, 18 millones 500 mil son mujeres.  Es un Estado fundamentalista con base en el Corán –libro sagrado–. Antes que volvieran los talibanes al poder estaba entre los que peor calidad de vida tienen del mundo.

Si la política, educación, salud y toda la rutina general de Afganistán está en riesgo, también peligra el deporte.

Existe un temor generalizado por el regreso de un pasado represor. Cuando los talibanes prohibieron que las mujeres trabajaran fuera de casa o salieran sin un tutor masculino.

También eliminaron la escolarización de las niñas y azotaban en público a las que violaban el código moral del grupo.

Y se les prohibía la práctica del deporte.

Por eso, las palabras de Khalida Popal, ex capitana y fundadora del equipo femenil de futbol de afgano, reflejan lo amenazante que se ha vuelto la vida para sus compatriotas tras el regreso del régimen talibán:

“Queríamos enviar un mensaje al mundo y a los talibanes: nosotras (las mujeres) no somos débiles, puedes matar a nuestras hermanas, pero te demostraremos que estamos a su lado”.

Y reconoció:

“Pero lo que da miedo ahora es que nadie quiere protegerlas. Porque los talibanes las asustan diciéndoles: ‘Si no nos das información sobre nuestros enemigos, tú y tu familia serán asesinados’”.

Es cierto que las mujeres no han dejado de estar bajo riesgo aún sin la presencia de los talibanes durante los últimos 20 años.

El anterior periodo de gobierno talibán, de 1996 a 2001, fue una época sombría para las mujeres afganas, y los años transcurridos desde entonces han sido de mucho sufrimiento, con dificultades tanto para hombres como para mujeres, pero lo único ampliamente reconocido como positivo es el trato que se les dio a las mujeres.

En las casi dos décadas que han pasado desde que la invasión estadounidense derrocó a los talibanes, Estados Unidos ha invertido más de 780 millones de dólares en impulsar los derechos de las mujeres.

Adolescentes y mujeres adultas se han unido a las fuerzas militares y policiales, han ocupado cargos políticos, han competido en los Juegos Olímpicos y han llegado a ser ingenieras de equipos de robótica, oportunidades inimaginables bajo el régimen talibán.

Popal es un ejemplo de que, para sobresalir, tuvo que vivir como refugiada en Dinamarca desde 2011, donde se consagró como futbolista, pero más aún como activista para todas aquellas niñas de su país que son mal vistas solo por patear un balón.

Sin embargo, la situación en agosto de 2021 se ha puesto todavía más tensa para la estructura deportiva entera de Afganistán, por el solo hecho de que los talibanes solían usar instalaciones atléticas para ejecuciones y actos de violencia cuando dominaron el país entre 1996 y 2001.

Este país del sur asiático había logrado dar pasos significativos en el deporte. Incluso como una estrategia de cohesión social, en las últimas décadas: en 2007 surgió la primera selección femenil de futbol, su equipo varonil de críquet ascendió a la liga en 2008 y en este mismo año, en los Juegos Olímpicos de Beijing, consiguieron su primera medalla de la historia.

“Hubo mucho progreso, tanto en los Juegos Olímpicos como en los Paralímpicos. A nivel nacional hubo muchos participantes, muchos atletas, pero solo podemos predecir a partir de lo que sucedió en el pasado”, relató a la agencia británica noticiosa Reuters, Arian Sadiqi, jefe de misión del Comité Paralímpico de Afganistán, luego de que los dos atletas que representarían al país en Tokio 2020 no han podido salir de Kabul, la capital.

Antes, agregó, “durante la era de los talibanes, la gente no podía competir. No podía participar, especialmente las atletas”,

El régimen talibán, que surgió de una guerra civil en los 90 tras el retiro de las tropas soviéticas, tomó el control del país por primera vez en 1994 y llegó a la capital en 1996; estuvieron en el poder hasta la invasión del gobierno estadounidense en 2001.

Según cifras de National Geographic, en ese lapso fallecieron más de 50 mil afganos, de los cuales, sólo en 2020, el 43% fueron mujeres y niños.

De acuerdo con el Instituto Watson de Estados Unidos, especializado en cifras de migración, alrededor de 2.1 millones de afganos han dejado su país desde 2001, entre los que se encuentran cientos de atletas como Khalida Popal o las multicampeonas de taekwondo, Tamana Talash Frotan y Humaira Mohammadi.

“Si me vuelvo más famosa, seré secuestrada o alguien querrá matarme a mí o a mi familia o alguien me atacará algún día. Quiero ser un niño”, mencionó Frotan a la agencia  noticiosa española EFE, en 2016.

Por su parte, Mirwais Bahawi, secretario general del Comité Olímpico afgano, agregó:

“Cuando un atleta, especialmente una mujer, se vuelve famoso y atrae la atención de la gente de nuestra sociedad, las amenazas a la seguridad aumentan automáticamente en su contra. Tenemos ejemplos en los que las atletas han recibido amenazas de muerte y advertencias”.

El propio Bahawi relató que “es difícil dar un número exacto de deportistas que huyeron porque en los últimos años decenas de atletas, que es un gran número, lo hicieron, algunos mientras estaban de gira por países occidentales”.

Ante esta situación, la UNESCO y la Unión Europea diseñaron un proyecto en 2019 a tres años, por tres millones de euros, “que promueve la cohesión social y la reintegración sostenible de los repatriados afganos y los desplazados internos a través de la cultura y el deporte”.

Ante la situación actual del país, no hay noticias sobre el avance de este plan.

Afganistán hizo su debut en los Juegos Olímpicos en Berlín 1936 y en Londres 1948 envió su delegación histórica más grande con 31 atletas. Tras el ascenso de los talibanes, sólo enviaron dos atletas a Atlanta 1996 y ninguno a Sídney 2000.

En los ciclos olímpicos ya sin el régimen talibán, de Atenas 2004 hasta Tokio 2020, han participado 17 atletas afganos (seis mujeres) con un balance de dos bronces, los únicos del país en el magno evento deportivo.

En cuanto al futbol, su selección masculina avanzó 31 lugares en el ranking FIFA en 16 años.

Sin embargo, todo el entorno deportivo nacional está en incertidumbre, según tuiteó Mohammed Nabi, jugador estrella de la selección de críquet, que radica en India:

“Como afgano, sangro al ver dónde está mi amado país hoy. Afganistán desciende al caos y ha habido un aumento sustancial de calamidades y tragedias que actualmente lo ponen en crisis humanitaria”.

Y llamó a los líderes del mundo: 

“Por favor, no dejen que Afganistán entre en el caos. Necesitamos su apoyo. Queremos paz”.

(Con información de los diarios El Economista y The New York Times)

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