Eduardo Sadot
Pedir perdón, ofrecer disculpas – que son cosas diferentes – solicitar un favor o dar las gracias, son indicadores de humildad y grandeza, conductas o actos que no es fácil realizar, dependiendo a quien se dirijan, pero todos son indicadores de un espíritu superior. Puede significar a quien lo realice, un acto humillante, molesto y difícil. Cualquiera de ellos, significa un esfuerzo, en mayor o menor medida, puede herir la dignidad y hasta el orgullo humano, es tema que debe analizarse desde dos puntos de vista, desde quien realiza la acción y quien la recibe o a quien va dirigida.
Se ofrecen disculpas cuando se es culpable de algo que sinceramente haya sido involuntario, es menos penoso, porque la persona a quien se le ofrecen puede aceptarlas o no, el perdón se pide y depende de la persona ofendida concederlo o no, implica de quien lo solicita, en principio, una condición humilde y según se quiera ver hasta la modestia de humillarse para solicitarlo.
Pedir perdón por humillante que parezca, es una manera de reconocer un error, mostrar solidaridad con el daño causado involuntariamente, ello acredita la intención legítima, honesta, limpia y sana de enmendar el daño, para ello no basta con el sentido autocrítico para reconocer una equivocación, un error que con lleva una culpa, que nos hace culpables, se requiere valentía y humildad para reconocerlos y para actuar en consecuencia, producir un daño cuando no se tiene la intención, aflige a la persona que lo provoca, le apena, causa angustia, desasosiego, tribulación, a quien lo comete y que manifiesta esa pena, una actitud solidaria con la persona dañada, a quien se dañó con la conducta y la consecuente intención de expiar su comisión, desagraviando al ofendido o víctima, es un sentimiento legítimo, reflejo de nobleza, porque se quisiera restituir el daño a su estado original.
Así, pedir perdón, es un acto de humildad que demanda de la persona ofendida o de la víctima una acción magnánima, que solo se permiten los individuos de espíritus superiores, es un acto donde los involucrados se colocan en un plano superior, cuando alguien nos solicita el perdón, nos ubica a veces inconscientemente en un plano superior, aunque pareciera que quien lo solicita se encuentra en un plano inferior, en realidad no es verdad, por el contrario, lo pide, lo solicita con humildad pero el solo acto por el esfuerzo que representa con relación a su orgullo, le coloca en un plano superior al que también llama tácitamente a elevarse a quien lo deba otorgar, le jala al solicitado, la víctima u ofendido a subir, a elevarse al mismo plano superior, al mismo nivel. Porque también se requiere de la consideración y humildad de a quien le es solicitado el perdón, para otorgarlo, aceptarlo y superarlo.
Solicitar algo, pedir un favor o pedir algo, también es un acto de humildad, el pedir, puede resultar humillante, quizá obligado por la circunstancia, por la adversidad, la persona se muestra en su más absoluta insolvencia, condición que no puede hacerse ante cualquier persona, solo ante quien se tenga la confianza o seguridad de que no será humillada por la petición, independientemente de obtener el favor solicitado, acto que por consecuencia deriva en una actitud de gratitud.
Así pues, la gratitud también es independiente de obtener el favor solicitado, en cuya condición la gratitud al menos por escuchar obliga a ella. El agradecimiento es otro acto de humildad, evidencia grandeza de espíritu reservado solo a los grandes, reconocer a alguien por el beneficio obtenido, recuerda la debilidad del necesitado, para haber requerido una ayuda. La lealtad honra, la gratitud enaltece, contrariamente a sentirse humillado, eleva a quien la ejerce.
Quien realiza alguna de estas acciones, en cada uno de los ejemplos, tiene un efecto, pueden ser un actos humillantes, que requieren humildad para asumir un error, por un efecto equivocado, que obliga a pedir perdón y por la persona a quien le es solicitado el perdón, ya de por sí, le coloca en una condición de superioridad pues queda sujeto a la decisión del damnificado.
Así estos tres actos que parecieran simples y fáciles, pedir, un favor, perdón o dar las gracias, no lo son en realidad, se necesita grandeza para realizarlos o responder a ellos.
Cuando alguien presume – gesto contrario a la humildad – que es humilde, seguramente no lo es, la filosofía popular nos bombardea de refranes al respecto, “dime de qué presumes y te diré de qué careces” o “alabanza en boca propia es vituperio”. La humildad, no tiene nada que ver con pobreza a pesar de ser una acepción de la palabra, humildad es una virtud y las virtudes se cultivan, se practican, se ejercen, forma parte de la costumbre de las personas y el conjunto de costumbres conforman su moral.
En política también es común solicitar favores, pero de los políticos se dice que “un político nunca te hará un desaire, pero tampoco te hará un favor”.
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