Vladimir Galeana
Si alguien pensaba que el señor Andrés Manuel López Obrador continuaría con el protocolo establecido por el sistema diseñado y encabezado por el Partido Revolucionario Institucional, legítimo heredero de las épicas glorias relatadas en los Libros de Texto Gratuitos como vehículo propagandístico del régimen que está por terminar, y punta de lanza para la reedición del sistema surgido de la ideología plasmada en la Constitución Mexicana promulgada en la Ciudad de Querétaro en el año de 1917, se ha equivocado.
El tabasqueño le está apostando a la generación de una contracultura, que al final del proceso de relevo de los Poderes de la Unión le permita la generación de un régimen presidencial más acorde a su propósito de permanencia y transformación del país. Para decirlo más claro, aprovechará el impulso del Movimiento de Regeneración Nacional para imponer desde el propio Estado un movimiento social caracterizado por la oposición a los valores culturales e ideológicos establecidos hasta ahora por el régimen que está por terminar.
La mala noticia para muchos es que ese camino ya lo inició con el anuncio de quiénes serán los que encabezarán las principales dependencias, y algunos de ellos tendrán un papel preponderante en el cambio de fisonomía del país y de la sociedad que hasta ahora hemos mantenido. Los principios y valores que han dado base al sistema político mexicano serán modificados, y el replanteamiento jurídico será encabezado por Olga Sánchez Cordero, exministra de la Suprema Corte de Justicia, quien conoce profundamente el entramado jurídico y administrativo vigente.
Seguramente ella se encargará de realizar una profunda valoración jurídica para las adecuaciones legales que se tengan que instrumentar para hacer más efectivo al Estado. Los sectores que hasta ahora han representado la base militante del tricolor podrán seguir manteniendo su militancia, pero las organizaciones de trabajadores tendrán que someterse a nuevas reglas.
Eso explica la protección de personajes como Napoleón Gómez Urrutia, porque las propias centrales de trabajadores y sindicatos oficiales tendrán que modificar su operación política. La desaparición del Partido Revolucionario Institucional puede estar cerca.
Andrés Manuel López Obrador quiere convertirse en el constructor de ese México que ha descrito en cada uno de sus discursos durante los pasados quince años, y pondrá todo su empeño en lograrlo. El reto será obtener los recursos suficientes para paliar la pobreza de la mitad de la población, porque no es entregando dádivas gubernamentales o dinero de forma indiscriminada como un país se vuelve productivo, y menos cuando se intenta impartir educación profesional por decreto.
Las experiencias señalan que la principal fuente de riqueza de cualquier país es la educación y el esfuerzo individual y colectivo, pero bien organizado y valorado por la iniciativa privada e impulsado por las instancias gubernamentales. La educación que se imparte en las universidades del Gobierno de la Ciudad de México, donde se entregan títulos por antigüedad, es lo peor que le puede pasar a un país. El esfuerzo y el emprendimiento son las únicas armas para romper con el círculo de la pobreza. El éxito sigue teniendo como condición principal la preparación y el esfuerzo. Al tiempo.