Radio Expresión México/La mula no era arisca, ¿la mayoría del pueblo sí?… Ante el clamor que día con día se generaliza más (18 millones de habitantes de la Zona Metropolitana del Valle de México los padecen desde hace seis semanas), de ponerle un “hasta aquí” a los actos locos y violentos de los profesores; las autoridades federales y de la capital del país se encuentran al filo de la navaja: o dan la orden de someter a los rijosos, o se les cae no sólo el futuro político, sino la presente gestión.
Sí porque, aunque para muchos las movilizaciones de los profesores tienen su origen una vez que se difundió la propuesta de reforma educativa impulsada por el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, la verdad es que las acciones de rechazo a dicha iniciativa fueron in crescendo sin que nadie ni nada les pusiera un alto.
Por el contrario, a muchos nos ha causado enorme sorpresa que a los mentores de Oaxaca, el gobernador Gabino Cué Monteagudo no sólo les ha mantenido su pago quincenal, sino que hasta con todo y aumento salarial se los ha enviado al mismo Zócalo del DF (donde tuvieron su plantón por semanas); ello a pesar de que tienen meses sin pararse ante sus alumnos; bueno, ni siquiera los conocen.
Obvio, otros profesores que se enteraron de este “gran servicio” y apego de Gabino a su fervor de apoyar los “reclamos sociales”, aunque con esto ignoró los derechos del resto de sus gobernados, incluidos padres de familia y los propios alumnos; esto, ha entusiasmado a los “educadores” de otras entidades como Michoacán, Guerrero, Chiapas y los que se acumulen.
Pero bien vale recordar que la virulencia en las movilizaciones de los mentores se hizo patente cuando irrumpieron violentamente en el Palacio Legislativo de San Lázaro. Ahí, los más de 800 profesores se toparon con menos de 80 policías federales desarmados y les mostraron de qué estaban hechos.
El saldo de la toma del recinto parlamentario fue de 29 policías golpeados en forma por demás abusiva, más de una veintena de vehículos propiedad de la Cámara de Diputados o de los empleados de la misma dañados, cristales y macetones destruidos, al igual que cámaras de video-vigilancia pisoteadas o “desaparecidas”.
También vale recordar que en casi todas las manifestaciones que han realizado los “educadores” aquí en la capital del país, han hecho acto de presencia los grupos de jóvenes embozados que se hacen llamar “anarquistas”, quienes aparecieron por primera vez el 1 de diciembre de 2012 cuando se dedicaron a golpear y dañar todo lo que encontraban a su paso, bajo la mirada impasible de los uniformados de la Secretaría de Seguridad Pública del DF.
Desde el 20 de agosto pasado los daños colaterales a los ciudadanos que residen, trabajan o pretender pasear por el Valle de México, han sido cada vez mayores. De un momento a otro algunas estaciones del Metro o del Metrobús dejan de funcionar por las protestas de los iracundos e incontrolables “maestros”.
Igualmente, algún día a sus dirigentes se les ocurrió impedir el libre tránsito de la gente por alguna avenida principal y la cierran, y no ha habido poder humano que los haga ceder en su idea. Otras ocasiones han querido asfixiar el tráfico hacia el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y, aunque por horas, pero lo han logrado.
Hay quienes dudan de si “la mano que mece la cuna”, o sea quien está “financiando” o apoyando económicamente a la movilización “magisterial”, está dentro del Gobierno Federal; o quedó fuera y por eso su enojo. O es alguien que no ha sido considerado en el reparto de posiciones o proyectos políticos a nivel del DF.
Como sea, el asunto se torna cada vez más grave y peligroso para quien sea, porque, si se recuerdan casos como la “masacre” de campesinos registrada en junio de 1995 en Aguas Blancas, en el estado de Guerrero; o la de diciembre de 1997 en Acteal, Chiapas; cuyos gobernadores tuvieron que dejar el cargo ante la presión social desatada por cada caso. Incluso el eco intentó alcanzar hace unos meses al ahora expresidentes Ernesto Zedillo.
Con todo ello, es claro que ahora nadie se quiere echar ese trompo a la uña; pero alguien tiene que hacer cumplir la ley a costa de lo que sea. Así lo juraron el día que tomaron posesión. Y esto va para los dos niveles de gobierno. Si el titiritero de los “anarquistas” quiere acusar represión, el pueblo exige orden y control. No deben poder más unos cuantos, que 18 millones de mexicanos…
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