Ídolos deportivos, «rara vez son ejemplos morales»: Ignacio Beristáin

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Jesús Yáñez Orozco

 

Ciudad de México, (BALÓN CUADRADO). Convencido que “rara vez son ejemplos morales”, Ignacio Beristáin, a los 81 años de edad, habló del espinoso tema qué es en realidad un ídolo deportivo. Es de los pocos que en México sabe en realidad lo que representa este fenómeno social. Porque ha estado en las entrañas de ese impredecible Frankenstein, arriba y abajo del ring.

A lo largo de su carrera, Don Nacho, ha forjado 29 campeones mundiales de box, mujeres incluidas: Gilberto Román, Daniel Zaragoza, Ricardo Finito López y los hermanos Juan Manuel y Rafael Márquez, entre ellos.

Y se refirió a la polémica pelea de peso completo del pasado fin de semana que para muchos resultó un fiasco. Ambos sumaban 105 años de edad.

Aseguró, sin temblor en su voz, que Mike Tyson “fue el peor hombre sobre el cuadrilátero”.

Era una suerte de indomable rinoceronte sobre el encordado.

Agregó:

“Un monstruo que construyó y alimentó en los años 80 y 90. Lo reconoció y se arrepintió.”

Abundó:

“Volvió tres lustros después de su última pelea para una exhibición en Los Ángeles, ante otro peleador retirado, Roy Jones. Se mostró como un boxeador distinto: sobre el ring aún es un animal feroz, pero abajo es amable y hasta bonachón.”

El 7 de diciembre de 2010, Beristáin fue incluido en el Salón de la Fama del Boxeo Internacional. Junto con los legendarios campeones, el mexicano Julio César Chávez; el ruso australiano, Kostya Tszyu, Iron Tyson y el actor Sylvester Stallone, por las películas de Rocky.

A Tyson, reflexionó Don Nacho, “se le ve en el rostro el sufrimiento y las marcas de la vida desordenada que llevó.  En sus mejores años fue un salvaje. Un hombre prepotente que no se tocaba el corazón para agredir y hacer lo que quisiera.”

Beristáin sostiene que las estrellas del deporte “rara vez son ejemplos morales”, como ocurrió con Maradona, “sino seres excepcionales” en lo que hacen.

Tras el deceso del Diez se han desgranado voces discordantes que cuestionan su idolatría mundial.

Uno de ellos fue el Emmanuel Macron, presidente francés. En una amplia carta que hizo pública, poco después de la muerte del Pelusa, lo calificó de “Dios y Diablo”, tras los dos goles a Inglaterra en el mundial de México 1986, donde Argentina quedó campeón. Y resaltó su virtuosismo en la cancha con el balón a sus pies.

Logro que, tras la guerra por las Islas Malvinas contra el Imperio Británico, le dio aureola de héroe nacional. Y como tal fue reconocido en su patria tras su muerte, el pasado 25 de noviembre.

El mismo Peter Shillton, exguardameta inglés, a quien el Barrilete Cósmico anotó la mano de Dios, afirmó que su verdugo tuvo “grandeza, pero no deportividad”.

“Muchos crecen en condiciones muy difíciles y tienen personalidades muy complicadas”, comenta, el manejador mexicano.

No se olvida que durante su segunda pelea con Evander Holyfield, en junio de 1997, Mike Tyson mordió una gran parte, concretamente ocho centímetros, de la oreja de su oponente. Luego el deportista fue descalificado por el árbitro y su licencia de boxeo fue temporalmente revocada.

Tyson, insistió Beristáin, “era malo, de verdad”.

Explicó:

“Las estrellas pueden tener sus aspectos negativos, pero sobresalen en una actividad que seduce a la gente y por eso los recuerdan. Esa es la razón por la que millones estuvieron al pendiente del regreso de Tyson y ganó 10 millones de dólares. Algo entre morbo y admiración.

Tragedia y cambio

Beristáin recuerda al Tyson encumbrado, prepotente y amenazador con el que coincidió en varios momentos. El convicto por violación y temido arriba y abajo del cuadrilátero. Y también al Tyson abatido por la muerte trágica de su hija.

“Recuerdo también una conferencia después de la muerte accidental de su hija pequeña. Creo que después de esa tragedia, Tyson fue otro muy distinto, el dolor le afectó profundamente”, agrega.

En tanto, el ex campeón Daniel Zaragoza considera que lo que se vio la noche del sábado en el regreso al cuadrilátero de Tyson “fue un éxito porque apela a la nostalgia”.

Ahondó:

“Y un peleador que vivió del miedo que ejercía en los demás, pero tratando de borrar su pasado”.

Concluyó que “después de vivir de ser el hombre más temido, hoy se arrepiente de ese personaje. Tyson pareciera un hombre arrepentido del Tyson del pasado.”

En efecto: rara vez son ejemplos morales.

(Con información del diario La Jornada)

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