Vladimir Galeana
Algunas veces resulta difícil entender las decisiones del electorado, y más cuando el engaño de quienes presuntamente resolverán sus problemas de una vez y para siempre es evidente. La promesa fácil sigue siendo el camino más corto para alcanzar la victoria electoral cuando de sembrar esperanza entre los grupos de mexicanos enojados, olvidados, engañados, decepcionados y empobrecidos se trata. Sin lugar a dudas ese es también el momento propicio para quienes desde una cómoda posición de reivindicadores sociales siembran la inquina contra quienes al frente del gobierno han tenido desatinos.
El problema de este país y de los mexicanos en general es que somos un pueblo al que nos une la desesperanza, y equivocamos el camino al elegir a quienes desde la comodidad de la oposición resaltan los yerros y publicitan los errores gubernamentales. La falta de madurez de los pueblos, la ignorancia, el desconocimiento, y la carencia de vocación democrática, es la que por desgracia propician esos desatinos y los yerros que nos conducen al fracaso.
Muchos ejemplos de ello tenemos en la geografía de este México tan nuestro y siempre metido en la desgracia de la dependencia de nuestra inmadurez democrática, que propician esas decisiones tomadas con el estómago y no con la razón, y que al cabo del tiempo terminamos acumulando nuevamente ese sentimiento de frustración social a causa de la desgracia de haber elegido nuevamente a uno de los miembros prominentes de nuestra innumerable “kakistocracia”, que no es otra cosa que “el gobierno de los peores”.
Y no quiero en esta ocasión referirme a la circunstancia nacional, que de por si anda de cabeza, sino a uno de los peores gobiernos estatales de nuestra lamentable actualidad. El primero de julio se anunció pomposamente, con bombo y platillo, la llegada de la Guardia Nacional al Estado de Morelos, sin embargo a pesar su presencia las muertes y las ejecuciones no se han detenido. Por el contrario, la violencia se ha recrudecido. Si bien es cierto que sólo llegaron durante el pasado mes 450 elementos de los 900 prometidos, no hay cambio alguno, y el fracaso resulta evidente.
Si los estrategas del Gobierno Federal piensan que la sola presencia de los uniformados incrementaría la disuasión de los delitos, se equivocaron ya que por desgracia vivimos tiempos en que los miembros del crimen organizado saben dónde asestar sus golpes para sembrar la zozobra en las filas oficiales. Enviar elementos de la Guardia Nacional sin una estrategia de operación es lo mismo que enviarlos al matadero sin fusil. Según información local, los muertos a fines de julio pasado llegaban casi a novecientos, es decir, cuatro por día, así que con toda seguridad se llegara a los mil al final del mes, y a más de mil quinientos al final del año.
De nada sirvió que en Cuernavaca marcharán treinta mil morelenses contra la violencia señalando que al menos 18 de los 32 municipios del estado pagan cuotas al crimen organizado que van desde los cien mil a los quinientos mil pesos mensuales. El pequeño y rico Estado se ha dividido en territorios controlados por los carteles Jalisco Nueva Generación, Los Rojos, La Familia Michoacana, Los Tlahuicas y Los Mayas, según dice Ramón Castro Castro, Obispo de la Diócesis de Cuernavaca. Y ante esta barbarie criminal y homicida ¿que hace el gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo? Dejar el gobierno en manos de José Manuel Sanz mientras el juega al golf y vacacional. Qué poca. Al tiempo. Vladimir.galeana@capitalmedia.