Raymundo Medellín R.
México está experimentando a una izquierda burguesa, no es por nada, ni tampoco por querer evitar que un funcionario se exhiba con sus joyitas durante una entrevista con su jefe, tampoco que tengan solamente una casita con techo de paja o que se den a conocer cuentas en pesos y en dólares que los exhiben tal y como son.
No, no, no; si Marcelo Ebrard tiene su reloj Rolex con valor de muchos miles de pesos, está bien; si la secretaria de la función Pública tiene sus casitas, producto del sudor de su frente o gracias a donaciones familiares, vale, o si Yeidckold Polevky tiene ahora dineros que achacan que fueron desviados del partido político al que pertenece, Okey.
Lo que sí es intolerable es que digan que pertenecen a la izquierda, sí a una izquierda que dice que primero los pobres, una izquierda que prometió cambios que beneficiarían a todos y que esos cambios no terminan de llegar, una izquierda que tiene vehículos blindados y que recomienda al pueblo que tenga un carrito austero o que si ya tiene un par de zapatos que se conforme con esos… para que lujos dice esa izquierda.
Lo que se están viendo de esta izquierda mexicana, copia de otras naciones que han fabricado países de pobres como Cuba y Venezuela, entre otras, es que ya se deja notar esa casta dorada de las izquierdas que todo lo tiene y que al pueblo lo raciona con apoyos económicos que llevan al conformismo.
Hace un año, en mayo de 2019, la BBC News publicó un reportaje sobre Cuba, dice en uno de sus párrafos: “Desde finales de 2018, la isla, que a lo largo de la historia de la Revolución ha sufrido sucesivas crisis económicas, enfrenta una carencia generalizada de alimentos y productos de aseo como jabón y pasta de dientes, que en los últimos meses ha ido a peor.
Y agrega: “Como medida, el gobierno anunció este mes un plan de racionamiento “temporal” para “lograr mayor equidad en la distribución de algunos productos” y “evitar el acaparamiento”.
Se afirma en el trabajo periodístico que: “Desde entonces, comprar salchichas, pollo, arroz, chícharos, frijoles, huevos o aceite se ha vuelto un desafío cotidiano para muchos y, también, en un motivo de riñas y peleas a puñetazos.
“Yo de verdad ya tengo hasta pesadillas con las colas. Hay perras colas para todo. En las colas se te va la vida”, afirma Blanco Rodríguez”. Un cubano entrevistado.
Entre tanto, fotografías de neveras vacías, inmensas filas custodiadas por policías y agente de seguridad de valores con armas de alto calibre, e incluso los enfrentamientos entre cubanos para comprar productos como pollo, han comenzado a circular en las redes sociales de Cuba, a las que cada vez más personas tiene acceso.
Esa es la Cuba de ahora, una Cuba que no merecen los cubanos que son hombres de trabajo, pero que tienen una casta dorada en el gobierno que come caviar y no tiene que formarse a hacer cola, vigilada por policías, para comprar un trozo de pollo o de cerdo, Cuba fue el país que tenía el primer lugar en exportación de azúcar antes de su fallida revolución. ( Fotografía Informando y Formando)