· A la borda el desarrollo nacional, como si también fuera una guerra partidista que todos están dominados por la avaricia, que se traduce en el entrañable “botín de guerra”
· Vicente Fox Quesada y el tirano Andrés Manuel López Obrador, forman parte de un equipo de chachalacas trasnochadas, cuyas acciones también se formalizan en un listado de dramas criminales
· El renacimiento del huertismo en México
Blas A. Buendía
Las litografías de goletas perdidas en el inmenso manto del mar, son muy similares con lo que le está ocurriendo a la supuesta Cuarta Transformación que no halla tierra firme dónde refugiarse, enfrentándose a un océano político embravecido, cuya travesía navega sin brújula, echando a la borda el desarrollo nacional, como si también fuera una guerra partidista que todos están dominados por la avaricia, que se traduce en el entrañable “botín de guerra”.
El legado de reconocidos políticos que en su época se les podría hasta considerar que integraban un conjunto de Estadistas, hoy con un movimiento que ni partido político es, llámese MORENA, al carecer de principios básicos, no ofrece ninguna garantía porque a diario se reportan cifras mortales que rebasan lo inverosímil, es decir, a nivel internacional se le considera a México poseer el camposanto más grande no solo de América Latina, sino del mundo.
La prensa mundial, según trasciende en redes sociales, la muerte y la vida convergen en una tradición milenaria en México, misma que evoca a algunos pasajes históricos del país azteca el cual se ha convertido el guardián del panteón más grande de Latinoamérica, representando la gravedad que ha dejado la supuesta guerra contra el narcotráfico.
Tratándose de que México ya es un país que también se le puede catalogar como una “república bananera”, se debe a sus extralimitaciones inadmisibles en materia de seguridad nacional, donde el Jefe del Ejecutivo federal en turno, ha permitido que se quebrante el estado de Derecho, haciendo creer que “esta Patria es de un solo hombre”, cuando constitucionalmente solo se trata de un miserable y andrajoso costeño venido a más…
En la víspera de las elecciones del 2018, se alertó a la sociedad mexicana, que la llegada al poder de un fratricida y autócrata emanado de las más pestilentes atarjeas que arroja continuamente el mundo de la kakistocracia, al considerar que “¡López Obrador es un peligro para México!”, éste mantiene un ritmo vertiginoso para seguirse empoderando como un auténtico asesino, un genocida en potencia, vinculándose a una película de terror.
Entre los Crímenes Ocultos de López Obrador aun subyace el drama criminal que protagonizó al arrancarle la vida de un balazo en la cabeza, a su hermano José Ramón López Obrador; y luego el otro crimen que cometió en contra de su amigo José Ángel León Hernández, a quien le asestó tremendo pelotazo de béisbol en la cabeza, tras haber perdido una pelea callejera. El infortunado muchacho cayó en coma, que a más de 30 años de vida vegetativa, falleció. Fue una muerte muy dolorosa para sus familiares, mismos que siguen odiando al que presume ser “el rayo de la esperanza”.
En el cerebro lúgubre de Andrés, se presume que aún le recorre diariamente esos acontecimientos que no lo dejan dormir en paz, sobre todo porque atentar contra la vida de otro ser humano, es un hecho incalificable y muy penado por las leyes mexicanas y del mundo, que sin embargo, su transgresión siempre quedó en el paraguas de la impunidad.
Pareciera que el Diablo se engendró desde ese entonces para seguir manipulando a Manuel, quien se niega a testificar la verdadera historia del porqué demonios mató a dos seres humanos, y que a través del tiempo, con el poder político en sus manos, no le importó en nada transformarse en un legítimo monstruo de mil cabezas, al contemplar cómo el pueblo que lo encumbró en la presidencia, fuera perdiendo la vida por la falta de atención médica por parte del Estado, encrucijada derivada de la pandemia del COVID-19, el cual azotó al mundo desde el año 2020.
Ciertamente, como dice un clásico —ex empleadillo de la compañía que mantiene la industria de gasificar aguas negras con mezclas colorantes oscuras cancerígenas, dejando una imborrable huella de diabetes y enfermedades mortales entre millones de consumidores incautos de México y el mundo—, la góndola que representa México va hundiéndose paulatinamente porque ahora todos buscan proponer soluciones con el afán de “jalar agua a su molino”.
Es el caso principal del ex presidente Vicente Fox Quesada, quien al igual del opresor y tirano Andrés Manuel López Obrador, forman parte de un equipo de chachalacas trasnochadas, cuyas acciones también se formalizan en un listado de dramas criminales.
El único ex presidente que hasta ahora mantiene la boca cerrada, aun cuando el presidente López lo culpa de seguir siendo el jefe de la mafia del neoliberalismo, es Carlos Salinas de Gortari, de quien se comenta que es un simple espectador de las mañaneras de Andrés.
Los tiempos del “pensamiento único” y la confusión nacional, mezclándose Gobierno-Partidos-Ejército, no deben volver; por igual, se apareja el pensamiento aristotélico —que solo un burro no lo entendería como es también el caso del inquilino de Palacio Nacional—, “Solo una mente educada, puede entender un pensamiento diferente al suyo, sin necesidad de aceptarlo”.
Es de hacer notar que el Ejército es Constitucionalista, no Presidencialista, no tiene dueño. Nació contra el vende Patrias Santana, el emperador Maximiliano, el dictador Díaz (Porfirio), o “El Chacal” Victoriano Huerta.
La pluralidad de pensamientos del Senado de la República impone la tesis de la Carta Magna que sentencia en su Artículo 92: “A los Generales en activo se les prohíbe meterse en asuntos políticos del país, directa o indirectamente”, que paradójicamente ante los vaivenes de la actualidad, es propiamente el renacimiento del huertismo que aparentemente ya había sido superado ante los ríos de sangre que han corrido en aras de afianzarse al poder, dejando una estela de crueldad de muerte a lo largo de la historia de México.
De no sobreponerse el Congreso de la Unión, México no saldría de esa invisible espiral: “Del militarismo al fascismo, solo hay un toque de clarín, dar el paso…” (en eventual ejecución), avizoraba el senador de la ultraderecha en México, Germán Martínez Cázares, en un discurso histórico que prenunciara desde la máxima tribuna de la Nación.
En la curva del mal gobierno del fratricida Andrés Manuel López Obrador, el costeñito tabasqueño seguirá siendo repudiado por haber engañado a todo un pueblo que en lugar de cumplir la exigencia de “¡Justicia!”, emperifolló su administración con miles de muertes.
Y en esa vinculación: “¡A los amigos a firmar contratazos! ¡A los enemigos, a tirarles balazos!”, máxima y pretenciosa expresión criminal corrupta y descaradamente vulgar, remullida con la tesis de la Ley Juarista: “¡Para los amigos justicia y gracia! ¡Para los enemigos, la Ley a secas!”
Empero, en otra de sus periféricas burdas y abyectas locuciones de odio, Andrés mostró una vez más el rostro del mesianismo al declarar que “no es mi fuerte la venganza, solo la padecen una y unos pocos”, que lacónicamente, se remonta a otra de sus siniestras oraciones hitlerianas: “¡A mí no me vengan con el cuento de que la ley es la ley”.
¿En manos de quién está México?, siguen preguntándose millones en momentos en que el presidente Andrés ha buscado transformar el estatus jurídico de la nación, “hacer de México, un país comunista”, a pesar de tener como vecino al país más poderoso del mundo: Estados Unidos de Norteamérica.
Sería una afrenta sin paralelo, el desvanecimiento de la Nación en manos del kk’s-Klan.
Premio México de Periodismo Ricardo Flores Magón-2021