Comentario político del periodista Raymundo Medellín para el programa radiofónico Hablando Claro, de Radio Expresión México que conduce Manuel Aparicio.
Soy muy respetuoso de las creencias religiosas de los mexicanos, estamos a horas de la celebración de la Virgen de Guadalupe; la creencia en la Virgen de Guadalupe es una de las más arraigadas en los mexicanos, pues de cierta forma, le da identidad al país y a la religión católica mexicana. Sin embargo, pocas personas saben que detrás de la creencia a la virgen, hay un pasado prehispánico.
Y es que, según un texto compartido por el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México, el culto a la virgen tiene su origen en un santuario prehispánico que se encontraba en el Cerro del Tepeyac, al norte de la Ciudad de México. Dicho santuario estaba dedicado a la diosa Tonantzin.
En 1525, dicho santuario fue convertido por los frailes evangelizadores en una ermita católica dedicada a la Virgen María. Para darle culto a ella, los frailes colocaron una pintura de la Virgen como Inmaculada Concepción, realizada por un indígena de nombre Marcos, y a la que pronto se le atribuyeron poderes milagrosos.
Durante las primeras décadas la ermita fue visitada principalmente por indígenas, sin embargo, a mediados del siglo XVII, el culto a la virgen del Tepeyac se extendió a todos los grupos sociales.
Durante la segunda mitad del siglo XVI, surgió entre los indígenas educados a la usanza española una leyenda que daba cuenta del origen de la ermita y de la milagrosa imagen.
La leyenda conjuga las dos tradiciones que confluyen en la cultura mexicana: la española y la indígena. Así, a la vez que se inscribe en el marianismo hispánico, fincado en el poder de las imágenes, y sigue un desarrollo narrativo parecido a las leyendas marianas españolas, contiene numerosos elementos de raigambre indígena que lo sitúan dentro de la tradición de los pueblos prehispánicos.
Pero algo que debemos recordar también es que
En 2002, Wu You Lin, un empresario chino, detectó que la imagen de la Virgen de Guadalupe no tenía un propietario legal y procedió a registrarla ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) por apenas 2,112 pesos mexicanos. Este registro le otorgó el control legal de su uso durante varios años, permitiéndole comercializar productos con la imagen e incluso imponer restricciones a iglesias y congregaciones que deseaban emplearla.
Un año después, en 2003, la Basílica de Guadalupe adquirió los derechos de autor, transfiriéndolos a María Teresa Herrera Fedyk mediante una transacción significativa. A pesar de este esfuerzo por centralizar la propiedad, los derechos han cambiado de titularidad en diversas ocasiones, hasta que finalmente caducaron en 2012. Actualmente, la imagen no cuenta con un propietario legalmente reconocido, lo que ha provocado una serie de reclamos y debates sobre el significado cultural y la apropiación de este símbolo nacional.
No obstante lo anterior, serán millones de mexicanos quienes lleguen este 12 de diciembre hasta la Basílica de Guadalupe a rendir culto a la Guadalupana.