Edna Hernández/Citlalmina Piña
Clara Rivera descubrió su pasión por la danza a los siete años de edad. Fue en el momento en que escuchó las notas de una melodía, que invadieron y la motivaron a mover cualquier parte de su cuerpo. “Es un placer practicar el baile, lograr cierta perfección y sobre todo pensar que a la gente realmente le gusta lo que ve”.
Es el testimonio de la directora del Ballet Nacional del Movimiento Antorchista. Con 25 años de practicar esta rama del arte y dos licenciaturas, una en folclor mexicano y otra del Instituto Superior de La Habana, asegura que la danza la ha transformado en una persona más sensible ante la situación de desigualdad que vive México.
Clara Rivera y 17 mil 280 artistas más son el resultado del trabajo cultural que el Movimiento Antorchista ha realizado en el país en 43 años de vida.
Esta organización política, además de encabezar demandas de servicios básicos, educación, empleo, apoyos al campo y otras necesidades materiales básicas para la población pobre, se ha dado también a la tarea de educar a los mexicanos mediante la difusión y práctica de las actividades artísticas y culturales en la sociedad, especialmente entre los sectores sociales no tienen acceso a este tipo de ofertas.
“A nosotros los antorchistas nos gustaría que toda la sociedad pudiera practicar un deporte y un arte mínimamente”. Este fue el principio que guió la vida del fundador del Ballet de Antorcha, Humberto Vidal Mendoza, pilar de los programas de difusión cultural de Antorcha.
Hasta octubre de 2016, Antorcha contaba con mil 103 grupos en los 32 estados de la República, en los que se enseña y comparte música, poesía, baile, danza, teatro y oratoria a personas de todas las edades.
Estas tareas de enseñanza y difusión cultural se realizan en escuelas, casas de cultura, talleres, clubes culturales y albergues estudiantiles de la organización, una de cuyas premisas más importantes es la transformación de la sociedad a través del arte.
Es con la cultura, como el hombre alimenta esa necesidad espiritual. Con esta herramienta se puede componer y sanar el entorno social en el que vive México, aseguró en su momento Vidal Mendoza.
“Al ballet nos han llegado muchos jóvenes con problemas de alcoholismo, drogadicción, violencia familiar, etc. Y es a través de la disciplina de la danza, que los mantiene ocupados; como han logrado el cambio. Se alejan de los problemas con los que llegan, se transforman y se hacen más sensibles, más compañeros, más críticos y más solidarios”, asegura Clara Rivera, egresada del Instituto de Artes Macuil-Xòchitl de Puebla, estado sede del evento cultural no gubernamental que congrega a más de 20 mil artistas: las Espartaqueadas.
.
¡Hay cultura!, pero no para todos
La cultura mexicana es vasta en sus diversas expresiones, pero no existen “oportunidades ni espacios culturales” para que todos los mexicanos puedan acceder a ellas, pues la mayoría tienen un costo, por mínimo que sea. Estas “oportunidades culturales”, generalmente están enlazadas a instituciones públicas o privadas, que promueven el “consumo” de ciertos productos o eventos.
En el país existen eventos culturales importantes promovidos por el gobierno y empresas privadas, los cuales tienen un costo de acceso:
Cumbre Tajín modifica sus precios cada año y ascienden hasta mil 400 pesos por día; el Festival Internacional Cervantino cuesta 710 pesos por día; el Festival Internacional de Cine en Morelia, organizado por la empresa Cinépolis y el gobierno estatal, tiene un costo es de 140 pesos por persona; la Feria Internacional del Libro en Guadalajara tiene una cuota general 20 pesos y está patrocinada por varios medios de comunicación, fundaciones, aerolíneas, etcétera.
La danza folclórica nacional, como el Festival de la Guelaguetza, el precio del boleto 150 pesos y las presentaciones del Ballet Nacional de Amalia Hernández rondan en mil 80 pesos, un lujo que pocos mexicanos pueden disfrutar.
“Los fracasos de los proyectos culturales y la falta de uno nacional de amplio consenso, la costosa burocracia, el centralismo de los funcionarios y la falta de visión de las altas esferas políticas, condenan a la cultura a un segundo plano. Es por ello que se debe continuar la defensa y promoción de la cultura, y así enfrentar los múltiples retos del siglo XXI”, dice la especialista en diplomacia cultural, Fabiola Rodríguez Barba.
Un ejemplo de estos fracasos culturales se comprueba en el fallido proyecto de la Mega Biblioteca José Vasconcelos, promovido a finales del sexenio de Vicente Fox Quesada, el cual “resolvería las necesidades de la sociedad mexicana en materia de cultura”. Esta “catedral de la cultura” les costó a los mexicanos 99 millones de pesos, nada más para la primera etapa y nunca cumplió su objetivo.
Este tipo de fracasos se debe a que el gobierno poco se preocupa por impulsar la cultura en México, sin ocuparse al mismo tiempo en mejorar el entorno socioeconómico y educar a las masas. No hay un verdadero compromiso por promover, difundir enriquecer y acercar la cultura a la sociedad, y lo poco que existe es con fines de lucro.
Menos recursos para la cultura en el 2017
A un año de la creación de la Secretaría de Cultura, impulsada por Rafael Tovar y de Teresa, el gobierno federal aplicó a esta institución un recorte de tres mil 329 millones de pesos con respecto a la asignación original que tenía en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2017. El descuento equivalió al 25 por ciento de su presupuesto inicial.
Este recorte afectará directamente a programas como: Apoyo a la Infraestructura de los Estados (PAICE), a los Festivales Culturales y Artísticos (Profest) y al de Apoyo a Comunidades para la Restauración de Monumentos y Bienes Artísticos de Propiedad Federal (Foremoba), las cuales se aplican en los estados de la República y recibían entre 30 y 40 millones de pesos.
De acuerdo con el estudio Modulo sobre eventos culturales seleccionados, realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) a mediados del 2016, el 64 por ciento de los mexicanos respondió que acudió a una actividad cultural en los últimos 12 meses; de ese porcentaje el 83 aceptó haber acudido por lo menos una vez a una proyección de película; el 16.8 a un concierto o presentación de música en vivo; un 30.9 a una exposición de arte plástico; el 28 a una obra de teatro y en mucho menor proporción a un espectáculo de danza. En contraparte, el 36 por ciento de la población dijo no haber asistido a ningún tipo de evento cultural.
Estos resultados son muy preocupantes porque México es uno de los países con mayor diversidad cultural en el planeta y sus rezagos en la “oferta” de bienes y servicios artísticos y culturales son sumamente altos. En 2015 el gobierno federal sólo destinaba 147 pesos anuales en la recreación cultura de cada mexicano.
Para el economista Ernesto Piedras Feria, la brecha que México tiene en materia de desarrollo cultural es la misma de hace varias décadas y los recursos que destina a las artes y la cultura son seis o siete veces inferiores a los otros países. “En México no hay política fiscal para la cultura, hay recursos y subsidios, pero hay que reinvertirle, implementar políticas trasversales para las formas de creatividad y alentar a los creadores”.
Las Espartaqueadas: un gran escenario cultural
“Yo no cantaba; aprendí a cantar con Antorcha”, declaró Erick Mokissiok Hernández, estudiante de preparatoria de 18 años con naciente trayectoria como intérprete de música mexicana, quien desde hace tres meses se prepara para participar en la Espartaqueada Cultural de Antorcha.
Las Espartaqueadas nacieron en 1985 en Cuautitlán Izcalli, Estado de México, durante una protesta estudiantil organizada por jóvenes de preparatoria. Pero fue en 1987 cuando la organización buscó un escenario físico donde albergar a miles de mexicanos con aspiraciones artísticas y culturales.
Estos eventos culturales y deportivos se les nombró así por dos razones: en honor a Espartaco, esclavo que consiguió, a pesar de las condiciones en las que se vivía en el Imperio Romano, encabezar a los esclavos para crear mejores condiciones de vida; y, la segunda, en honor a Esparta, una de las ciudades de la antigua Grecia con mayor disciplina en el deporte y la cultura.
“Antes teníamos que ir a invitar a la gente para que asistieran a la Espartaqueada. Ahora llegan jóvenes, niños, colonos, campesinos y maestros, para participar en la Espartaqueada y se preparan para dar lo mejor de sí”, agregó Soraya Córdova Morán, promotora cultural de Antorcha.
La asistencia a este festival cultural nacional se ha ido nutriendo con la participación de miles de artistas que durante el año se adiestran, según sus vocaciones, en música, poesía, oratoria, danza y baile. En 2013 los participantes de la XVII Espartaqueada Cultural fueron 14 mil niños, adolescentes, universitarios, amas de casa, campesinos y maestros; en 2015 el número se incrementó a 17 mil y la edición de este año estarán presentes en la Atenas de la Mixteca 20 mil artistas de las distintas ramas de las bellas artes.
Para Juan Manuel Celis, responsable de la Cultura en Antorcha, “las Espartaqueadas se han convertido en una especie de inspiración para todos aquellos que gustan de practicar algún tipo de arte. Mucha gente dice yo voy a participar en las Espartaqueadas, de tal manera que toda esta expectativa que está detrás del concurso hace que surja un gran entusiasmo entre los jóvenes”.
Durante nueve días el auditorio Clara Córdova Morán y el Foro Sol, en el que se ubican las canchas de básquetbol, son la sede de las competencias protagonizadas en las categorías infantil A y B, juvenil A y B, libre estudiantil, libre campesino y semiprofesional. Es decir, en estas pruebas compiten lo mismo niños de primaria que personas de la tercera edad.
Siguiendo su propósito de “acercar la cultura al pueblo”, en estos concursos el premio a los ganadores no es económico, sino un reconocimiento (trofeo, medalla) al esfuerzo que hace por adquirir más cultura, aunque para la mayoría la oportunidad de presentarse en uno de los escenarios más importantes de México es por sí mismo, el premio más relevante.
Antorcha por el mundo
El crecimiento de la cultura impulsada por Antorcha puede medirse en los eventos que realiza cada año, como el Concurso Nacional de Poesía, el Encuentro de Teatro y Pintura, de Voces, el de Folclor Internacional y los festivales que se realizan en los estados. En 2016 la organización llevó a cabo en todo el país dos mil 675 eventos culturales, en los cuales más de un millón 154 mil 954 personas pudieron apreciar la cultura que promueve Antorcha.
Pero este crecimiento ha rebasado fronteras y los grupos artísticos de la organización se han presentado en escenarios internacionales. En 1992, por ejemplo, el Ballet Nacional de Antorcha, dirigido entonces por Humberto Vidal Mendoza, se presentó por primera vez en el Festival Divona Kerm Mexic Euax 92, en Francia.
En 2015 el Ballet infantil, conformado por 20 niños de primaria, pisaron tierras europeas para participar en el concurso Internacional de Danza Tanzolymp, celebrado en la ciudad de Berlín, Alemania.
Ahí representaron a México y compitieron contra 40 grupos de 28 países, obteniendo el 3er lugar con Danza Azteca y bailes de Nayarit y Sinaloa.
En 2016 el Ballet Nacional de Antorcha y el Ballet In Xóchitl In Cuícatl del Estado de México visitaron Cuba, llevando la representación de México.
“Es algo maravilloso lo que está haciendo el Movimiento Antorchista; es un orgullo todo lo que están haciendo por apoyar la cultura, para que las nuevas generaciones tengan algo más en su vida y que no solo sepan de la violencia y las cosas negativas”, dijo en fecha reciente la primera bailarina de la Ópera de Berlín, Elisa Carrillo Cabrera.