Capitán Antonio Rodríguez Fritz
En las elecciones del 2018 la gran mayoría de los mexicanos votamos, con mucha esperanza, por un cambio en el rumbo del país.
(Fotografía Animal Político)
El hartazgo de antiguas prácticas, incluyendo corrupción o falta de transparencia en los recursos públicos; el otorgamiento de candidaturas a políticos de poca o nula probidad que, inmoralmente, cambiaban de partido dependiendo quién les ofrecía candidaturas; el uso indebido de programas sociales; políticas económicas equivocadas que generaron pérdidas inmensurables tanto al erario público como a los ciudadanos (recordando, por ejemplo, la nacionalización de la banca con López Portillo y el tristemente célebre error de diciembre de Ernesto Zedillo); el incremento de la criminalidad e incluso la violación sistemática y consuetudinaria de derechos humanos qué erróneamente se intentó combatir por medio de un fallido y fratricida proceso de militarización.
(Fotografía 4 Vientos)
Desafortunadamente poco nos duró la esperanza. En pocos meses empezamos a ver señales de que poco o nada cambiaría, ya sea por decisión política o bien por intereses personales o partidistas.
De tal forma que en las elecciones del 2019 se pudo observar que muchos ciudadanos, desencantados, retornaron a votar por opciones políticas que, intentando redimirse, prometían haber cambiado. Probablemente en la historia de México nunca un partido que había ganado avasalladoramente las elecciones había perdido en la mayoría de los cargos en la siguiente elección, apenas un año después.
La lógica y la sensibilidad política indicarían que algo no estaba bien y que por tanto era necesario efectuar un cambio de estrategia, sin embargo, muy por el contrario, se profundizaron las actitudes y decisiones que tanta incomodidad generaron en los ciudadanos.
Así nos encontramos con un partido Oficialista qué promueve alianzas con los partidos y las personas que antes criticaba ferozmente. Que promueve la práctica del chapulineo a fin de garantizar una mayoría artificial y aprobar sin pensar ni razonar leyes que son cruciales para el país.
Vemos el uso excesivo y ostentoso de programas de salud como si fueran botines políticos del partido Oficialista.
En materia de corrupción el gobierno tiene una postura pública, pero en la práctica existen observaciones de la auditoría superior de la Federación por montos de miles de millones de pesos que tienen que ser comprobados.
En materia de seguridad la situación es igualmente delicada, el gobierno quiere sugerir que hay una ínfima reducción en los índices de criminalidad, sin considerar que a nivel nacional al menos 50% o más de la población se encuentra con movilidad reducida como parte de la campaña pública para reducir el contagio del COVID. Es decir que proporcionalmente los índices deberían de haber caído proporcionalmente.
En lo que concierne a derechos humanos es ya evidente que las promesas de campaña de resolver en forma expedita los casos más emblemáticos de violación de derechos humanos cometidas por el Estado, son esperanzas fallidas, y la mejor oportunidad de haber investigado al señor Cienfuegos por diferentes cuestiones terminó con un show de mal gusto y su exoneración por así convenir a los intereses del gobierno, y no por haber efectuado un proceso de investigación profesional y honesto.
(Fotografía La Jornada)
En materia de salud pública se intenta presumir como un hecho histórico e inigualable, que el gobierno vaya a adquirir las vacunas para efectuar un proceso de vacunación gratuito a la población, cuando en realidad históricamente México ha tenido gran suceso en la administración de vacunas, logrando eliminar varias enfermedades. Esto sin mencionar que todos los demás países están promoviendo igualmente la administración gratuita de las vacunas.
Adicionalmente es realmente doloroso ver la falta total de respeto a los ciudadanos y ciudadanas de la tercera edad que acudieron a la campaña de vacunación, (a la última considerando que de tiempo en tiempo el gobierno se olvida y dice que vuelve a inaugurarla). Muchos de ellos fueron obligados a esperar durante horas, de pie, arriesgándose a contagiarse, porque los responsables de la vacunación ni siquiera se preocuparon por planearla debidamente.
(Fotografía Infobae)
Finalmente, los militares, quienes también son los responsables de la campaña de vacunación, son una piedra más en el zapato. El Sr. Presidente había prometido, cuando creíamos que su palabra tenía valor, que los retornaría a los cuarteles deteniendo así el proceso de militarización iniciado por los expresidentes Felipe Calderón y Enrique peña Nieto, con pesar vemos hoy que diferentes instituciones públicas del país se encuentran tomadas y aplastadas por la bota militar.
El gobierno continúa prometiendo, aún cuando es a todas luces evidente que no cumple sus promesas, creíamos en un cambio y nos encontramos con lo mismo.
(Fotografía Infobae)
En junio espero que nuevamente vayamos a las urnas, recordando todas las promesas incumplidas y decididos para promover un cambio.
Hace unos días escuche decir a un político o: Merezco ser Presidente Municipal, tengo años en la lucha (dentro de mí dije: pero en la lucha por el poder, que no es lo mismo)
Los políticos en tiempos de campaña, salvo raras excepciones (muy raras), son maestros de la hipocresía, cartas juagadas antes y lamentablemente quedaron mal al pueblo. Dependiendo el contexto o intereses, un día dicen que están a favor de algo para luego cambiar radicalmente de postura o de partido político, según sus necesidades, no creo descubrir nada al afirmar que, en campaña, los candidatos suelen mentir “por encima de sus posibilidades”, que van arriba en las encuestas, el candidato a la gubernatura lo eligió, que son moneditas de oro, o que tienen una lucha histórica (pero por el poder, no es lo mismo, pinches enfermos), considero que no necesitamos más mentiras sino proyectos viables, factibles y alcanzables a una realidad con los enormes rezagos y retrasos que ellos mismos, los políticos, han provocado. Y los que están compitiendo actualmente no solamente muestran escasez de una inteligencia arriba del promedio, sino demasiada incompetencia en todos y cada uno de los aspectos competitivos.
Mientras no obliguemos a cumplir el perfil que demandemos a quien aspire a gobernarnos, tendremos candidatos demasiado limitados y acorde a los intereses de los Partidos Políticos.