Blas A. Buendía
Hasta en tanto que el sistema gubernamental le permitió a un incipiente iletrado cometer toda clase de pifias al muy estilo beisbolero, lamentablemente México perdió su estatus legal ante el concierto de las naciones donde consideran que ese país latinoamericano es gobernado por el estupor de la anarquía.
Infinidad de críticos de ese arcaico sistema, han establecido —sin que nadie se los propusiera— a mantenerse unidos para resistir una guerra de alta intensidad en contra de un oclócrata que si bien en su forma inicial a los mexicanos se les avizoró que “López Obrador es un peligro”, hoy entienden tardíamente que había mucho de cierto.
Indubitablemente, se desenmascararon las cualidades de deshonestidad, intolerancia y autoritarismo que gobiernan implacablemente el cerebro lóbrego de Andrés Manuel López Obrador, según un dictamen médico que estudio su perfil psicológico, redundando que también se trata de un político estirado e inflado que no solo pretendía frenar el desarrollo del país, sino de conducirlo por la anarquía y el desgobierno, que a hace de tesón, lo viene logrando.
Dichos talantes se han traducido en hechos desde cuando fue jefe de Gobierno convirtiendo al Distrito Federal como una ciudad del miedo debido a los altos índices de inseguridad, marginalidad, pobreza, el creciente número de niños de la calle, drogadicción, narcomenudeo, prostitución y todo género de eventualidades.
Desde ese entonces, políticos encumbrados de los partidos políticos más importantes del país, siguen estimando que así como hizo del DF la ciudad del desasosiego, López Obrador, en su papel histórico de Presidente de la República, tiene todo el empeño de transformar a México en el país del terror, y lo está logrando con base a su tenaz complicidad con el narcotráfico.
Desde que Andrés Manuel llegó al poder de forma plenipotenciaria con base a una votación de 30 millones de mexicanos que hoy se sienten engañados y frustrados porque “la famosa Cuarta Transformación solo fue una tomada de pelo”, incrementó los cinturones de pobres, hasta deformarlos como un enjambre de parásitos sociales, es decir, un ejército de miserables que a nivel gubernamental, ya no se sabe ni qué hacer con ellos.
Lo cierto es que esos críticos lo han calificado de mil maneras, unos advierten de “la venganza del tirado” que se desató tras la brillante unificación de más de diez millones de mexicanos que se volcaron a lo largo de cuatro kilómetros recorriendo a la capital de la República sobre el histórico Paseo de la Reforma, con las consabidas consignas de que “¡muera el tirano!”, en la marcha en defensa del Instituto Nacional Electoral.
Otros críticos sigue teniendo la plena referencia que López Obrador; lo condenaron con la simple frase “el odio metió al tirano en un hoyo”, para avasallar al fratricida que de certero balazo, le voló la cabeza a su hermano José Ramón.
La definición de la palabra “fratricidio” proviene del latín frater que significa hermano y cide que significa matar, que es el delito que consiste en dar muerte deliberadamente a un hermano. En algunos países se condena también como fratricidio el dar muerte a un compañero de batalla.
Este reportero, sin proponérselo, en el transcurso del tiempo, se convirtió en “el biógrafo incómodo” del político Andrés Manuel López Obrador, al construir un libro revelador denominado Crímenes Ocultos de López Obrador, el cual si bien de forma inicial, allá por el año 2003, a la mera mitad del sexenio de Andrés cuando fue jefe de gobierno del entonces Distrito Federal, hoy Ciudad de México, comenzó a tener su aceptación entre millones de lectores y electores, conociendo los sucesos más funestos que se haya tenido en cuenta que luchó hasta consumar su pretensión de conquistar la Presidencia de México.
¿Sabía usted que Andrés Manuel López Obrador es un hombre sicópata que con tantito que se alteren sus nervios puede ser un peligroso tirano para la sociedad, en caso de llegar a la Presidencia de México?, fue uno de los planteamientos que se presentaron en este compendio, censurado por sus corifeos hace casi 20 años.
Al inicio de la sinopsis se narra con lujo de detalle cada uno de los dos crímenes que cometió cuando tenía 12 y 16 años de edad; primero, en contra de “su” amigo José Ángel León Hernández, cuando jugaba béisbol.
Luego, una bala calibre .38 de una escuadra Colt Súper, le cegó la vida a su hermano José Ramón, cuando tenía 16 años de edad. La bala impacto en la ceja izquierda con salida por el oído derecho.
Todos estos hechos sangrientos en la vida de Andrés Manuel López Obrador vienen extraordinariamente documentados, incluso se rescatan importantes e irrefutables testimoniales periodísticos de la época.
Cuando comenzaba a tener poder político, López Obrador ordenó desaparecerlos, pero finalmente, en una singular investigación periodística, se exhiben tres testificales que dan fe que Andrés Manuel sí mató a su hermano de 15 años de edad, y por lo tanto, aun cuando no lo juzgó la justicia, no dejará de ser un presunto asesino, un criminal que desde toda su vida se propuso en llegar a la Presidencia de la República.
A lo anterior, se suma el fallecimiento de su esposa Rocío Beltrán Medina, a quien presuntamente descuidó con un alto sentido de misoginia; al igual, su trato con las mujeres cuando expresó: “¡Al diablo con las Primeras Damas!”, fue porque su prometida, Beatriz (Gutiérrez Müller), “se le fue la lengua”, al sentenciar que era conveniente que Andrés Manuel no llegara a la Presidencia de la República.
Crímenes Ocultos de López Obrador, es un libro redactado de lectura rápida, además de que se anexan otros laberintos de la historia negra del político tabasqueño quien todavía presume en citar: “No soy ni líder moral, ni cacique político”, sino para sus críticos, se trata de “un revolucionario revoltoso” que se presta a seguir asaltando el poder, sin ideología alguna pero apoyado en el abuso de las perspicacia del electorado.
De hecho, Andrés Manuel López Obrador sigue siendo un peleador callejero, dice una cosa y hace otra, que a pesar de sus choques verbales con los actores políticos de poder, bajo la primicia para desbordar el ánimo social en caso de llegar a perder la presidencia en junio de 2024, está fraguando en organizar revueltas sociales necesarias para consolidar su egolatría, con espíritu nazi, para dominar el desarrollo de la democracia.
México, en consecuencia, posee una sociedad desorientada que se globaliza abrumadoramente en un “pueblo retrógrada”, víctima fácil de los grupos subversivos, de esos que someten al género femenino a la práctica de la sodomía, a cualquier precio.
Para puntualizar, se trata de la guadaña estúpida del tirano de Palacio Nacional.
Premio México de Periodismo Ricardo Flores Magón-2021
