María Esther Beltrán Martínez
Festejar a los muertos es una tradición mexicana que se reconoce a nivel internacional. La globalización en la que vivimos hace posible que en cualquier parte del mundo existan vivas las tradiciones de México. Y se instalan los tradicionales altares.
En entrevista con la artista mexicana Lucila Veloz, quién reside en Córdoba España expresa su alegría por mostrar con su arte las tradiciones mexicanas e instalar diversas ofrendas en centros culturales.
“Es importante para mí señalar que la celebración de Día de Muertos es señalada por la iglesia católica pero se realiza con las características del mundo prehispánico sobre todo en las zonas indígenas”.
Veloz explica que en México se cree que los difuntos vuelven y se deben recibir con alegría. “Las ofrendas significa compartir los goces de la vida cuatro son los elementos que aparecen en el altar. Tierra; son las flores, los frutos y el pan. Viento el papel, los mantos y el velo. Fuego, veladoras. Agua y bebidas: pulque, mezcal, tequila. El copal o incienso permite que las ánimas encuentren el camino a la casa. En el altar estarán presente las fotografías de nuestros seres queridos, comida así como otros elementos que fueran de su gusto en vida”.
José María Ruiz Povedano, presidente de la Sociedad Económica de Amigos del País sobre el tema de los muertos expresó que en Málaga las tradiciones que se tiene es llevar flores a los panteones. Pero que históricamente se ha estudiado la muerte como lo se muestra en el libro de 1612 donado por Antonio Cánovas del Castillo. “Theatro del mundo y del tiempo. Traducido del Latin en Lengua castellana, y añadido por Miguel Perez. Capellán del Rey Nuestro Señor en su Real Capilla de Granada.
En el libro detalla los estudios celestes, el cielo, el purgatorio y la tierra como una posesión del mundo del siglo XVII. Se muestra una lámina en la que está la división de lo intrínseco de la tierra y descripción de el infierno.
Y muestra en un círculo el lugar donde se encuentran los pecadores según sus acciones hasta llegar al centro donde está el infierno. Siendo lo peor los: traidores, soberbios y avaros. Es un libro que está planteado desde el punto de vista tipográfico con elementos móviles.
El día de los muertos es una fecha donde los mexicanos recibimos a familiares y amigos. Y mientras se recuerden nunca desaparecerán.
Historia para no olvidar a los nuestros
“Me contó mi tía. Era una familia muy feliz, tenían un niño y cuando este tuvo ocho años murió la madre. El padre de tristeza empezó a beber todos los días. El niño lo cuidaban los vecinos al ver que el padre se levantaba se iba a trabajar y regresaba tarde borracho y llorando su tristeza. Al acercarse el día de muertos el niño le pidió dinero para comprarle una vela, flores para ponerla a su madre.
El padre se negó y dijo que eso eran tonterías que no creyera y que se olvidara de esas chorradas que le pusiera una piedra.
El niño triste se fue a un rincón y se quedó llorando. El padre salió de la casa y caminó por una vereda. Era de noche y a lo lejos empezó a escuchar cantos y risas. Abrió bien los ojos y se dio cuenta que era un grupo de personas que venían cada una con una vela, traían flores, frutas y cantaban alabanzas. Para su sorpresa al final vio a una mujer que cargaba una piedra. Se acercó más para verla y se quedó perplejo al ver que era su esposa. Estaba muy triste y cargaba la piedra. Cuando se acercó a ella desapareció.
Fue tanta su angustia que la borrachera se le quitó fue directo a su casa y al entrar vio a su hijo de rodillas frente al retrato de su madre que tenía una piedra.
Lo abrazó y le pidió perdón a él y a su mujer. Fueron a comprar una vela y cortaron por el camino flores y desde esa fecha hasta que murió su hijo no dejó de poner su ofrenda a sus padres y pidió a sus hijos que pasaran esa tradición de hijos a hijos para que nunca les faltará su luz y sus aromas”.