Sin lugar a dudas la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República no fue un evento providencial. Muchos años le costó al tabasqueño posicionarse como un líder carismático que representaba al contra sistema, pero también habrá que señalar que mucho tiempo estuvo dedicado a examinar con sumo cuidado quienes serían los que lo acompañarían en la empresa de alzarse con la Presidencia de la República y la transformación del país y del propio sistema político mexicano.
Hasta ahora las cosas le ha salido bien al tabasqueño, pero ha cometido errores costosos que al tiempo le propiciarán severos dolores de cabeza. En ese afán de asumirse como distinto a los demás tratando de construir una percepción más acorde a sus intereses personales, también tuvo momentos de agobios cuando muchos de sus principales colaboradores decidieron seguir un camino distinto.
Hoy el arrepentimiento de muchos de ellos acumulan un gran encono por todo lo que le entregaron en recursos políticos, económicos y tiempo. Lo que pasa en las conferencias mañaneras no es otra cosa que los capítulos con los cuales se estaría construyendo esa narrativa que supliría a los vestigios que aún quedan de la etapa conocida como La Revolución Mexicana, y que está condenada a la desaparición porque la historia que se escribirá será la de la mal llamada Cuarta Transformación porque ni es transformación ni alcanza el rango de etapa histórica.
Para decirlo más claro, el presunto cambio de régimen anunciado aún no existe, y difícilmente existirá. Por mucho que Andrés Manuel López Obrador pretenda cambiar la historia, hay que señalar que por desgracia los gobernantes no la escriben, solamente encabezan sucesos y determinaciones, pero las interpretaciones las realizan quienes son estudiosos del fenómeno político, social y económico de los pueblos.
En ese contexto el señor Andrés Manuel López Obrador tendrá que ser reseñado de acuerdo a la dimensión de lo que logre alcanzar y construir, y hasta ahora no se avizoraran buenas noticias en ese sentido. La nueva narrativa es tarea del Vocero Presidencial Jesús Ramírez Cuevas, y no cuenta con cimientos firmes como para diseñar una etapa distinta de lo que es y ha sido la vida política de este país.
Pero también hay que decir que los sucesos tendrían que alinearse de forma benéfica para el proyecto si el señor López Obrador realiza una exitosa gestión. Hasta ahora los desatinos gubernamentales han salido muy caros, sobre todo el de la cancelación del Aeropuerto en Texcoco, y los deslices verbales de los cinco o diez mil millones de años que se formó México. Esa pudiera ser la narrativa del ridículo.
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