Carlos Ugalde Sixtos
En los primeros días de junio el pueblo de México fue agredido, amenazado y humillado por el imperialismo norteamericano, en voz de su representante máximo, el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. “El Tío Sam” del siglo XXI amenazó con la implantación de nuevos aranceles a los productos mexicanos y llegó a decir, de manera por demás prepotente y agresiva que “nosotros no necesitamos a México, ellos nos necesitan a nosotros”.
¿Cómo reaccionó el Gobierno de la Cuarta Transformación ante tales ofensas? Envió inmediatamente a su “impóluto” canciller Marcelo Ebrad para buscar una mesa de negociación al mas alto nivel. Sin embargo, él y su comitiva, solo fueron atendidos por un funcionario de bajo nivel. En fin, al cabo de una semana de supuesta tensión entre ambos países se llegó a un “feliz acuerdo”: México se compromete a comprar infinidad de productos agrícolas, en grandes cantidades, a los Estados Unidos (cosa que contradice otro de sus compromisos de campaña: afirmaba y reafirmaba que con él en el poder, México sería autosuficiente en alimentos, etc.) y a, prácticamente, cerrar su frontera sur para impedir la emigración centroamericana hacia norteamérica (o sea, haciéndole el trabajo sucio al amo). A cambio, los imperialistas retiran su amenaza por el momento. ¿Y a eso le llaman negociación los de la Cuarta Transformación? A eso, aquí y en China, se le llama claudicación total.
Pero qué diferencia, amigo lector, de aquél AMLO opositor y en campaña, despotricando contra el imperialism, diciendo con toda claridad y empacho que, cuando él estuviera en la presidencia, pondría en su lugar a Donald Trump y el AMLO que, ante el cuestionamiento de la prensa, sólo acierta a decir ridícula y cobardemente “soy dueño de mi silencio” o “amor y paz”. ¡Qué vergüenza! tener un Presidente que, antes de serlo, hablaba y hablaba solo porque “la lengua no tiene hueso” y ahora prefiere guardar un silencio pusilánime y cobarde. “El miedo no anda en burro” dice el adagio popular.
Los mexicanos progresistas soñamos con tener un Presidente que defienda y haga respetar a sus gobernados a costa de todo y contra quien sea. Cómo nos hubiera gustado que nuestro Presidente le hubiera tomado la palabra al brabucón de Trump cuando afirmó que no nos necesitaban y que le hubiera contestado con toda la dignidad de un Tlacaelel, sacerdote supremo del pueblo Azteca, “muy bien, pues si no nos necesitan comerciaremos entonces con Cuba, Bolivia, Nicaragua, Venezuela, Rusia y China entre otros. En fin, sólo son sueños guajiros.
Está comprobado y demostrado por 6 meses de gobierno morenista que la Cuarta Transformación en nuestro sufrido país no es, ni será obra del PRIMOR con su Mecías al frente. La liberación real de los pueblos implica muchos más sacrificios, así lo enseña la Historia Universal, que depositar una boleta electoral en la urna. Es necesario organizar y educar a las masas a lo largo de décadas para lograr en ellas un nivel mínimo de conciencia de clase y lograr que pasen, como decía José Revueltas en su Ensayo Sobre un Proletariado sin Cabeza “de ser clase en sí, en clase para sí”. Esa es la tarea de los verdaderos revolucionarios.
Carlos Ugalde Sixtos Dirigente de la Comisión Estatal del Movimiento Antorchista