La pulverización de la justicia laboral, la muerte de Espartaco y la de Ricardo Flores Magón

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La pulverizacion de la justicia laboral

 

José Luis Aguirre Huerta * 

La lucha social para la reivindicación de los esclavos del trabajo a través de la historia, decía Marx: “La Historia de la Humanidad es la historia de la lucha de clases”.

El efecto Espartaco -el libertador de origen Tracio- acometió a la empresa de dirigir a la rebelión más grande de liberación de los esclavos romanos a costa de su vida en el año 73 a.c., el gladiador que ha enseñado a la humanidad sobre su lucha libertaria, y el inicio de la desaparición del modelo esclavista de producción, cuya expresión se basa en la apropiación tanto del esclavo, y su descendencia cuanto de su trabajo que produce en este modelo productivo.

El régimen de explotación de la esclavitud romana presenta una preocupación por el bienestar del esclavo, en función directa a que la pérdida con su muerte, incluye un menoscabo en el patrimonio del patricio, proyectándose con esto la evolución de la esclavitud hacia la manumisión de los esclavos, para convertirlos en siervos de la gleba bajo la forma de explotación feudal.

En la lucha por la libertad y contra la explotación, murieron cruxificados miles de esclavos romanos y solo Espartaco vive en los corazones de los luchadores sociales, atrás de la barricada, Rosa de Luxemburgo en Alemania adopta el emblema para la construcción de la liga Espartaco, ariete opositor a la social democracia, germen del nazismo.

Errico Malatesta el italiano inspirador de las ideas de Ricardo Flores Magón -ambos pensadores anarquistas, luchadores sociales- el primero orquesta en Argentina a finales del siglo XIX la lucha anarco sindicalista para la liberación del proletariado, de la explotación del trabajo capitalista dependiente de la élite del imperio, ya instaurado en todos sus reales, en esa región del Cono Sur.

Ricardo Flores Magón el periodista oaxaqueño, ideólogo de los principios de la Revolución Mexicana, epigónico de la corriente anarquista, inspirado en Malatesta, conocedor de las bases de esta posición ideológica, fundada en el anhelo libertario del hombre; “La Libertad Humana, no Tiene Precio”, sostiene el Quijote a Sancho Panza.

En efecto, el trabajo asalariado desplegado bajo un régimen de explotación esclavizante, atenta contra todo sentido de desarrollo humano, la depauperación del proletariado emerge en función directa de la plusvalía, riqueza de la que se apropian los dueños del sistema capitalista, al otorgar migajas a los trabajadores a cambio del despliegue de su fuerza productiva.

Ricardo Flores Magón en justicia, es quien acuña la frase “Tierra y Libertad”, su espíritu de lucha proyecta la construcción de un Sistema Jurídico de Protección a la Clase Trabajadora, plasmado por el Constituyente de 1917, en su artículo 123 del Pacto Federal, y que ha sido el documento que le ha dado sustento, viabilidad y paz social a la República Mexicana, al cumplirse el 5 de febrero (2017) su primera centuria.

Salvador Alvarado Rubio, un personaje de enorme estatura revolucionaria muy por encima de cualquier prócer de la Revolución Mexicana, de origen sinaloense, implicado en la construcción material e intelectual de la obra Constitucional Mexicana, paradigmática de un mundo libertario, no cabe duda que este personajazo de vértice histórico, detenta sus cimientos en la construcción dialéctica sostenida por Ricardo Flores Magón, quien por su legado pagó el precio de morir en las mazmorras pestilentes de Kansas City, en el territorio del imperio.

Paradojas de la vida. A hombres de ese calibre axiológico, se les persigue, se les mutila, se les mata, pero su obra es perenne en el andamiaje de la marcha de la humanidad,  expresada por David Alfaro Siqueiros, quien al ser un pintor mexicano que convirtió la política en arte, a su vez, legó una exponencial obra muralística de calidad sin igual.

Salvador Alvarado es el artífice, entre otras muchas cosas, del Constitucionalismo social mexicano, en su paso como Gobernador de la península yucateca, promulga a las “cinco hermanas”, es decir a las leyes precedentes de la Constitución social de 1917, la Ley Agraria, la del Trabajo, la de Hacienda, del Catastro y la Ley Orgánica de los municipios del estado de Yucatán.

Alvarado construye un procedimiento de justicia laboral, incluyente de operadores de justicia, representantes de los factores de la producción, capital y trabajo, con la mediación de la representación estatal, tres sujetos procesales integrantes de las juntas de conciliación y arbitraje, para resolver las controversias que se susciten, en la relación obrero-patronal.

Igualmente el reconocimiento jurídico de los sindicatos obreros y del procedimiento de huelga, en los conflictos colectivos de trabajo.

En el ámbito del derecho sustantivo del trabajo, plasma prestaciones laborales, que cualquier trabajador latinoamericano podría envidiar.

Sin embargo entre más derechos sociales detenta en el papel el Pacto de la Unión, correlativamente la práctica se encarga de trastocar.

Los gobiernos neoliberales, lacayos de la órbita imperial, se encargaron de torcer el sentido social del derecho del trabajo.

El alemanismo solícito a corromper la esencia del sindicalismo obrero, a los líderes los vuelca en engranes parasitarios del sistema político y los aleja de las aspiraciones de lucha obrera para los que inicialmente fueron producidos, ahora se influyen –a través del descomunal neoliberal OutSorcing-, en unos explotadores más de la clase obrera, y esbirros defensores del capitalismo voraz.

El sindicalismo obrero que presenciamos es del más fino corte mafioso, constituido en un cáncer social, que penetró en vía de hecho en todos los huesos de la estructura jurídico político mexicana, a ultranza de los gánster sindicalistas de Chicago, diluyendo con esto, la posibilidad de una lucha de clases organizada, siendo excluido el proletariado de una representación partidista, dentro de la democracia burguesa, cualquier congresista que se diga emergente de la clase trabajadora, tiene un profundo divorcio a los intereses del proletariado, al arribo a su escaño parlamentarista.

Otra arista, la huelga en el procedimiento colectivo jurídico laboral, se ha plasmado con una morosidad viciosa, de ninguna manera usufructuante de los intereses de la clase trabajadora.

En la praxis se vuelca en un cáncer deteriorante de los exiguos recursos de la clase obrera, con absoluta proyección a la desaparición de la fuente de trabajo, los patrones apercibidos de su estallido, con buen tiempo para la desaparición del patrimonio de la empresa, solo dejan un casco inservible, al momento que se decreta su estallamiento, los trabajadores solo subsisten en la miseria.

Las reformas laborales del neoliberalismo se han encargado de pulverizar los derechos de los trabajadores, al momento de dotar de reconocimiento jurídico, a un fraude, las empresas OutSourcing -un fenómeno que permite diluir y negar las obligaciones de los patrones frente a sus trabajadores- la empresa fantasma los contrata para desplegar su fuerza de trabajo, en un centro laboral, que no se hace responsable de sus prestaciones, asumiendo la responsabilidad laboral el Buró OutSourcing, oficina distante al centro de trabajo, cuyo patrimonio social se constituye, por unos cuantos muebles, es decir sin mayores recursos económicos.

La subrogación de las obligaciones laborales a cargo de estos testaferros, simplemente no se encuentran garantizadas, el trabajador queda en el océano del desamparo.

Los aparatos de justicia laboral, inicialmente diseñados para que los representantes obrero patronales defiendan los intereses de sus sectores, quedaron contaminados bajo una oxidada maquinaria burocrática, los representantes obrero patronales simplificaron su trabajo, en la rutina de firmar un documento, que aparece en forma de laudo o resolución y sus opiniones se diluyeron en la nada jurídica, solo proyectaron su función, en una forma parásita de facturar un escaso emolumento burocrático.

El panorama observado, ha permitido a los apologistas del neoliberalismo, orquestar un proyecto de reforma procesal, que solo implique la figura de un operador de justicia, adscrito al Poder Judicial, quien dirima las controversias obrero patronales, con la desaparición de la figura de los representantes de los sectores productivos, el extermino de las juntas de conciliación y arbitraje, con la extinción de la figura de resolución laudable, para instaurar la sentencia laboral de un solo juzgador, frente al procedimiento que privilegie la oralidad.

Todas las figuras emergentes de la lucha floresmagonista, y de la pragmática de Salvador Alvarado, han palidecido en el nuevo sistema de cosas del neoliberalismo rapaz.

La muerte de Espartaco, no es su muerte, porque debe prevalecer en la consciencia libertaria de los explotados de la orbe, la agudización de las contradicciones de clase, precipitan los cambios, la barricada emblemática y mudo testigo de las luchas sociales, a propósito de la conmemoración del primero de Mayo, Día del Obrero Mundial.

* Abogado de Profesión

Presidente de la Barra Interamericana de Derechos Humanos

ladenunciaqrr@gmail.com  

Móvil: 55.22.61.65.25

Blas A. Buendía (Reportero y creador de fotocomposiciones)

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