Si mal no recuerdo Vicente Fox Quezada integró una serie de hombres y mujeres en su gabinete con la estratagema de que fueron escogidos por los llamados “head hunters”, o especialistas en diversos temas que rastrean a los mejores exponentes del momento por su especialización y expertise. Lo cierto es que la ocurrencia del señor presidente de la República terminó en un completo fracaso a causa de los compromisos que había establecido previamente cuando salió del Gobierno de Guanajuato para buscar la Presidencia del país. El “quítate tú para ponerme yo” fue una mala experiencia.
Con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador las cosas adquieren un tono distinto, porque la conformación de su gabinete la vino anunciado desde hace mucho tiempo, y hay que decir que los nombres de quienes ocuparían las carteras más importantes despertaron un momentáneo escepticismo, pero poco a poco fueron asimilados por los propios especialistas quienes se dedicaron entonces a descubrir cuáles eran los atributos de cada uno para que el señor López se hubiera preocupado en reclutarlos.
El gabinete que presentó López Obrador el 14 de diciembre de 2017 ya no es el mismo, aunque se mantienen los principales elementos. Olga Sánchez Cordero pertenece a la misma generación de la Facultad de Derecho de la que este columnista egresó, y siempre se distinguió por ser una excelente estudiante y mejor ministra de la Corte. Héctor Vasconcelos ya no será titular de Relaciones Exteriores porque el afecto de López por Marcelo Ebrard es mayor que la palabra empeñada.
Caso aparte es el de Javier Jiménez Espriú, quien ha sido considerado para encabezar la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, una de las dependencias más importantes por la tarea del incremento de la conectividad y las grandes obras que se han realizado durante el presente sexenio. Don Javier fue enfático al señalar que desaparecerá más de 200 plazas con salarios altos en la SCT, y que le ha que ha aconsejado a López Obrador que tenga cuidado con ese enorme poder que ha acumulado y con la tentación del mesianismo.
Y bien dicen que más sabe el diablo por viejo que por diablo, porque con el bono democrático alcanzado por Andrés Manuel López Obrador pudiera caer fácilmente en la tentación de pensar que su sola llegada resolverá todos los problemas, pero también cae en la trampa don Javier cuando acepta que la decisión del Instituto Nacional Electoral en torno al fideicomiso de Morena puede tener un sesgo de venganza. Claro está que tampoco aclara el porqué también habla de venganza.
¿O es acaso que visualizan a los miembros del Consejo General como sus enemigos? Qué bueno que don Javier Jiménez Espriú tenga excelentes cartas para ocupar la cartera de Comunicaciones, pero me parece que sus palabras también muestran percepciones acordes a la conveniencia del grupo al que ahora pertenece, y aunque la ley diga lo contrario, para ellos es una injusticia la sanción por el mal manejo del Fideicomiso por los demás. Qué bueno que habla de la tentación mesiánica, pero en este país las leyes son las que mandan. Al tiempo.