Lo que hizo que el Río Tula se desbordara no fue el desfogue combinado de la Presa Danxhó (50 metros cúbicos por segundo) y la Presa Requena (120 metros cúbicos), ya que el río tiene la capacidad de conducir 250 metros cúbicos por segundo. Lo que ocasionó que el río se desbordara fue el torrente adicional, de al menos 220 metros cúbicos, de aguas negras y pluviales provenientes del Valle de México que la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) y el Sistema de Aguas de Ciudad de México (SACMEX) mandaron al Valle de Mezquital.
¿Cómo llega el agua del Valle de México a estos conductos? Las aguas negras y pluviales se juntan en una serie de colectores a lo largo de la zona metropolitana. Estos colectores son evacuados por gravedad mediante los túneles del Sistema del Drenaje Profundo o por bombeo a los cauces como el Gran Canal. Tanto SACMEX como CONAGUA tienen un control preciso sobre este flujo: pueden cerrar compuertas del Drenaje Profundo o dejar de bombear, lo cual impide que los colectores se vacíen hacia el Valle del Mezquital.
Derivado del control que tienen los ingenieros sobre los flujos del agua al Valle de Mezquital, puedo afirmar que la inundación del 6 de septiembre en Tula y sus alrededores se hubiera podido evitar al cerrar la mayoría de las compuertas del Drenaje Profundo y dejar de bombear a los cauces superficiales hasta que bajaran los niveles en el Río Tula. Esto hubiera reducido el flujo en el río casi a la mitad, impidiendo su desbordamiento.
Noche tras noche, observé en el Puesto de Mando de SACMEX cómo los ingenieros enfrentaban un dilema no tanto técnico sino político y moral: decidir qué zonas inundar. Cuando el sistema de drenaje se llena, no hay forma de prevenir por completo las inundaciones, más bien hay que dirigirlas a través del cierre de compuertas y la restricción de bombeo. Pude constatar un patrón discriminatorio, en las que las compuertas se cierran primero en las zonas de alta marginación como Iztapalapa, Ecatepec y Ciudad Nezahualcóyotl, dejando que se inunden para proteger a la zona centro de la capital del país.
A nadie, y menos a los ingenieros, les gustaba esa situación. Ellos se veían obligados a inundar las zonas más empobrecidas del Valle de México porque trabajan en un contexto político en el que las industrias valen más que la vida, y hay vidas que valen más que otras.
En el Valle de México el TEO se construyó durante tres gobiernos federales porque supuestamente iba a resolver finalmente el problema. Pero lo que hizo solo fue trasladar el problema aún más lejos: del oriente del Valle de México al Valle de Mezquital. Tampoco ha resuelto todo el problema de las inundaciones, como se demuestra con la inundación en Ecatepec, en la zona conurbada de la capital, pocas horas antes del desastre en Hidalgo.
La forma de evitar estas inundaciones no es, como afirma CONAGUA, ampliar el cauce del Río Tula por medio de la tala de miles de árboles en una zona altamente contaminada. Esto únicamente pondría en más riesgo de inundación las zonas que están aguas abajo, como Ixmiquilpan, que también se inundó el 6 de septiembre.
La solución es una idea que se ha manejado desde hace más de 70 años, pero siempre se ha ignorado: ampliar, lo más posible, la retención de agua en el Valle de México. Para ello, es imprescindible que de inmediato se restaure y aumente la capacidad de los vasos reguladores, azolvados e invadidos por obras como las del Tren Interurbano. Y a mediano plazo, se tiene que disminuir el crecimiento de la metrópoli a través de inversiones en otras ciudades, para poder conservar las áreas verdes existentes, que disminuyen la velocidad de los escurrimientos.