Blas A. Buendía
Los tres mandamientos del Presidente Andrés Manuel López Obrador, son “no mentir, no robar y no traicionar”, tres frases ridículas que parecen ser que ya las olvidó, o que fue solamente la triada y su lema de campaña.
El más importante de los tres -el que repitió con más frecuencia-, es el que más transgrede: es esa misma, la conjunción de una traída arrogantemente siniestra.
Desde el inicio de su vida como “luchador social” el también conocido con el mote de “El Peje” ha tenido como base el traicionar a quienes le han brindado apoyo.
El primer personaje que supo de la doble moral del tabasqueño fue su paisano Enrique González Pedrero, que, como gobernador de ese estado, lo impulsó, le dio cargos y lo inició en el mundo de la política.
Aunque los biógrafos (no autorizados) del ahora Presidente de México comentan que, quien en verdad le enseñó todos los trucos fue el insigne poeta, Carlos Pellicer.
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano supo de la amargura de la traición de AMLO; el hijo del Tata lo recomendó con todos los políticos que lo ayudaran en su ambición de llegar a la Silla del Águila, que para colmo de males, hasta le heredó la Jefatura de Gobierno de la ciudad de México.
También traicionó a Rosario Robles, que como titular del Gobierno de la Ciudad de México (antes DDF) fue solidaria con el ambicioso tabasqueño en su sueño de ser Presidente.
Le orientó cuantiosos recursos del erario para su larga campaña presidencial
El empresario argentino Carlos Ahumada Kurtz fue otra víctima de la doble moral de Andrés Manuel, le entregó millones de pesos para su campaña y giras por todo el territorio nacional.
Ahumada por sugerencia de María del Rosario Robles Berlanga, (por ese entonces pareja sentimental de la funcionaria), patrocinó diversas campañas de candidatos y/o funcionarios del PRD, entre ellos Carlos Imaz Gispert –que fue esposo de la ahora Jefa de Gobierno de la ciudad, la científica Claudia Sheinbaum.
La venganza de AMLO contra Ahumada fue brutal: le confiscó sus negocios, lo metió a la cárcel y –dese luego—no le entregó los contratos prometidos, a cambio de las entregas de dólares.
El escándalo detonó en aquel muy famoso video en que se observa al ex secretario del Peje, René Juvenal Bejarano Martínez recibiendo fajos de dólares, los cuales colocaba de forma nerviosa y con urgencia, en un portafolios desvencijado, así como en las bosas de su saco y pantalón. No sabía ni dónde esconder el delito de su pecado.
Incluso, Don René fue un singular sinvergüenza ya que hasta guardó las ligas que ataban los fajos de dinero sucio, como si pensara que no dejaría huela de su deshonestidad.
La escena derivó en el apodo de “El Señor de Las Ligas”, mote que se transmitió a su esposa Dolores Padierna Luna, ahora Senadora de la Republica, por supuesto representante del Grupo Parlamentario de la facción Morena.
Otras traiciones del mesiánico tabasqueño, no menos importantes, son las cometidas en contra de “los Chuchos”, Jesús Zambrano Grijalva, “El Tragabalas”, Jesús Ortega y al mismísimo partido de la Revolución Democrática (PRD) instituto político que lo hizo candidato presidencial dos veces. Le entregó recursos ilimitados, y lo defendió de sus “ocurrencias” como la de “¡Al diablo con las instituciones!”, “me persiguen como a Jesús el Cristo, porque defiendo a los pobres”.
Abandonó al PRD cuando intuyó que lo había exprimido al máximo, y convocó a cientos de perredistas a que se afiliaran a su Morena, color en definición y honor a la Morenita del Tepeyac. La explotación del sentimiento religioso para robarse hasta la imagen de la Virgen de Guadalupe.
Otro mandamiento que quebranta un día sí y otro también es el de “no robar”.
Andrés Manuel López Obrador presume del rancho que tiene en Palenque, Chiapas; de nombre sonoro y donde los millones de mexicanos quisieran ya desterrarlo (La Chingada), supuestamente que es producto de una herencia.
La propiedad, muy ostentosa, fue adquirida con los recursos que le entregaron por despejar la invasión que hiciera de la plancha del Zócalo.
Fueron 35 millones de nuevos pesos que le entregó su ahora secretario consentido Marcelo Ebrard (Ministro de Relaciones Exteriores de la administración amlista), independientemente a la fortuna que amasó cuando el desaparecido ex regente del entonces Distrito Federal, Manuel Camacho Solís, lo “cochupeaba” con sendos maletines repletos de dólares por órdenes del presidente Carlos Salinas de Gortari.
Otro robo premeditado fue la petición que hizo, como presidente de su movida, (perdón), de su Movimiento de Regeneración Nacional, fue solicitar donativos para ayuda a los miles de damnificados por el sismo del 19 de septiembre de 2007.
Se presume que recaudó por lo menos 35 millones de pesos; los afectados nunca recibieron la ayuda prometida. Nadie sabe, nadie supo, pero evidentemente ese dinero se los clavó.
Y la duda, los millones de pesos de ahorro, derivados de los múltiples recortes y las ayuda a “sus viejecitos”, no les llega.
Y la partida secreta, ¿aún existe? El Peje la maneja a discreción, incluso, la vox populi está segura que Andrés Manuel cuando deje la presidencia, se irá bien forrado de tanto dinero que viene robando gracias a su omnímodo poder que le deja la sombra de la presidencia.
Y la cereza del pastel: “No mentir” sería muy largo enumerarlas una por una, en su conferencia ya conocida como “la mañanera” o la misa de siete, dictadas del púlpito de Palacio Nacional.
De acuerdo con los estudiosos en la materia, el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos emite, por lo menos, unas 50 mentiras diarias en sus alocuciones muy pausadas. Pero cuando habla del béisbol, el gandalla de Palacio pronuncia de corridito. Es su pasión y no la de gobernar.
En tanto, la nación está en llamas; no hay día que no se conozca de una nueva masacre, de robos a los ductos de Pemex (de acuerdo con el Peje ya se acabaron), de asaltos a transportistas en las carreteras del territorio nacional; de las ofensas a las Fuerzas Armadas, de sus diatribas a los periodistas que asisten a escuchar sus “ocurrencias”, de la fuga de capitales, de la amenaza de recesión.
Los asesinatos de presidentes municipales, de diputados locales y federales, de las decisiones de libertar a traficantes de drogas por su enclenque Ley de Amnistía (¿…?), de humillar a los militares (único sostén en caso de que el pueblo bueno y sabio se harte de sus dislates).
El Peje mesiánico vive en su mundo de fantasía. Así como Vicente Fox hizo del país en el foxilandia…
Epilogo: en un concierto Alex Lora y su Tri, se atrevió a divulgar lo que muchas saben, pero pocos lo mencionan en voz baja y en petit comité.
Es decir, en una de sus audiciones públicas, se le aventó a la yugular al también célebre “Me Canso ganso”.
Azuzó a la multitud moviendo y abanicando las manos desde el estrado, y miles de gargantas le respondieron lanzando vítores y que han dejado huella –con eso del “Eeehhhh… ¡puto!”-, en los juegos de fútbol de Primera División, al corear…
Lora maneja las masas:
-¡Eeehhhh… Puto…!
-Me canso ganso….
-Que se oiga bien…
-Desde aquí, desde el Zócalo de la Ciudad de México, le decimos hasta Palacio Nacional…
-Eeeehhhhhh…..¡Puto!
El maniqueo y control de la masa popular, decidida a echar abajo la 4T, que ha sido un sistémico [email protected]ñ@bobos manipulado por un autócrata que no merece respeto.
“¡Puto!”, puntualiza ese pueblo noble, pero dividido por la crispación que ha hecho el propio Peje-Ganso, quien poco a poco le ha restado su popularidad, porque millones le han dado la espalda, por comparar a todo mundo como animales raros muy ajenos a la propia especie del tabasqueño.