BALÓN CUADRADO
Jesús Yáñez Orozco
Ciudad de México.– El futbol es global. Como manifiesta su práctica masiva y la ubicuidad planetaria de las camisetas de los grandes clubes europeos. Pero esa poderosa presencia transfronteriza lo convierte también en territorio para otros intereses, que suelen ser tenebrosamente oscuros: apostadores ilegales en lugares remotos, grupos criminales que conspiran desde países impensables para ver torneos de poca audiencia internacional.
Una industria flotante y boyante al margen de las leyes que pone en riesgo la integridad de competencias en cualquier parte del planeta. Ninguna liga está exenta, en particular la mexicana.
“Combatir este riesgo de corrupción exige una mirada global y al mismo tiempo local”, resume el abogado Ricardo de Buen, especialista en legislación del deporte y juez del Tribunal de Arbitraje del Deporte.
Hace unos días, durante una conferencia convocada por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, De Buen recordó que en una temporada completa del futbol mexicano se apostaron 4 mil millones de euros, donde estuvieron involucradas 345 casas de este giro, la mayoría ubicadas en Asia.
“Eso –explicó– permite ver las dimensiones de una industria al margen de la ley que puede poner en riesgo la legalidad de una competencia”.
“El primer paso en la prevención de actos de corrupción en la Liga MX ya se dio, reconoce De Buen en conversación con el diario La Jornada.
Es, explica, un acuerdo con una empresa internacional que monitorea el comportamiento en apuestas donde esté involucrada la Liga MX, evalúa movimientos sospechosos y envía alertas para prevenir cualquier evento susceptible de actividades ilegales.
“Eso es una buena señal”, reconoce.
“Estas alianzas para prevenir manipulación de competencias –agrega De Buen– son un gran avance respecto al pasado. Antes de la Liga MX, hace un par de años la Liga Mexicana de Beisbol fue precursora en este sentido, sin embargo, aún hace falta desarrollar el tema en reglamentos y, sobre todo, en la legislación mexicana. Los legisladores deben ponerse las pilas”, recomienda.
Actividades criminales
La referencia en este sentido puede rastrearse en deportes muy populares de Europa y Estados Unidos, donde establecen restricciones muy precisas.
De entrada, plantea, hay prohibiciones para que los deportistas, y sus familiares se involucren en apuestas de sus competencias o ligas, además de que son consideradas actividades criminales.
Detalla que la Federación Mexicana de Futbol, por ejemplo, “tiene sus códigos éticos y disciplinarios. Pero en ellos se abordan estos temas de manera imprecisa. Tienen referencias muy vagas sobre amaño de partidos y en realidad debería ser todo un apartado especial”.
Hasta aquí, explica, todo involucra la dimensión reglamentaria que atañe a federaciones y ligas. El verdadero ámbito por desarrollar es el de la ley”.
De Buen asegura que sin una legislación que tipifique de manera muy clara los delitos relacionados con la corrupción en el deporte, será difícil combatirlo si se presenta.
“En principio, la Ley General de Cultura Física y Deporte debe cambiar”, sugiere de Buen.
“No existe una mención al riesgo de amaño de partidos. Así como se integró el tema de la violencia en el deporte, debe incluirse lo que se refiere a la manipulación de resultados en competencias”.
Y todavía más, abunda, “porque no sólo son prácticas que atentan contra el espíritu deportivo. O no sólo deben percibirse así, explica, sino que deben considerarse como delitos y estar dentro del código penal”.
Combatir una conducta como ésta, resume, “se vuelve mucho más eficaz si se le persigue como un delito”.
Y no debe olvidarse, aclara, “que por el carácter global de estas actividades deben existir convenios internacionales con autoridades y agencias policiacas para prevenirlo, detectarlo y perseguirlo”.
El escenario, advierte de Buen, “es muy complejo y exige mucho trabajo futuro”.
Y reconoce que “existen prácticas que en favor de la transparencia todavía pueden ser reguladas en beneficio del deporte. Basta recordar el tema de la multipropiedad en el futbol mexicano, una modalidad del negocio que puede ser el origen de sospechas”.
La multipropiedad por sí misma, aclara, no implica corrupción.
“Pero a largo plazo, si se quiere que prevalezca la transparencia, podría evitarse ese tipo de prácticas. El problema es que el negocio del futbol mexicano no es muy abierto, pero esa tendría que ser la tendencia en el futuro”, concluye.