Con bombo y platillo el presidente Andrés Manuel López Obrador inauguró -el 22 de noviembre de 2020- el hospital Materno Infantil de Texcoco, Estado de México. Ufano, el presidente López se llenó la boca al decir que ese hospital tendría: 18 camas, 2 quirófanos, 2 salas de expulsión con capacidad para realizar procedimientos quirúrgicos y que brindaría atención médica en 6 especialidades: “alta especialidad para más de 35 mil habitantes, las 24 horas del día, los 365 días del año.” Además, aseguró que ese hospital funcionaría como sede para formar nuevos profesionales y que “cada año se capacitarán hasta 20 mil médicos especialistas”.
Cuando los mexiquenses vimos y escuchamos la noticia, dijimos: ¡wow! Ahora sí los texcocanos ya no van a sufrir por el deficiente servicio médico que ofrecen los centros de salud. ¡Ahora sí van a poder acceder a la salud que merecen! Y es que así lo aseguró el presidente López cuando dijo: “Hoy, dijo, damos un paso más para garantizar la salud universal de todas y todos los mexicanos.”
Pero, ¿qué pasó?, ¿se hizo realidad todo lo anunciado? No, no, el hospital Materno de Texcoco se ha convertido en un elefante blanco porque no está equipado para cumplir con las expectativas ni el personal médico es suficiente.
A 14 meses de su inauguración, el mencionado nosocomio -ubicado en el pueblo de Coatlinchan, Tex.- funciona mal, muy mal: no está equipado ni para dar satisfacción a consultas externas y mucho menos brinda las de alta especialidad prometidas porque no hay personal suficiente ni especializado. Es más, ni siquiera está en condiciones para realizar cesáreas a pesar de que las necesitan más del 50 por ciento de las mujeres embarazadas.
Ni hablar de las mujeres que presentan preeclamsia: complicación del embarazo caracterizada por presión arterial alta y signos de daños más frecuentemente en el hígado y los riñones, por lo que corren riesgo de perder la vida. Sin embargo, eso no le importa a la gente que opera en el Materno de Texcoco, pues a las que llegan con ese u otros síntomas graves, simplemente las mandan a hospitales privados, servicio que generalmente la gente no puede pagar.
Al igual que en muchos centros de salud, clínicas u hospitales que dependen de la federación, aquí el desabasto de medicamentos es la historia de todos los días: las mujeres que ahí son atendidas deben comprar los materiales que se ocuparán para el procedimiento que les realizarán: el kit les cuesta 800 pesos, gasto que muchas veces tampoco pueden realizar.
También ha sido una gran mentira el que en el Materno de Texcoco haya sido la sede para formar 20 mil médicos. ¡Cómo, si ese hospital ni siquiera tiene los médicos suficientes para atender a las 18 pacientes encamadas! Por eso, a las mujeres que tienen a sus hijos por parto natural solo las dejan ahí tres horas; según ellos tiempo suficiente para que se recuperen y las dejan ¡en camillas!
La mañana del jueves 10 de febrero, el presidente López Obrador públicamente le puso tache al responsable del Insabi, Juan Ferrer, porque, dijo, “no funciona el hospital de Texcoco que inauguré. Tache para Juan Ferrer”. ¿Acaso no es al propio Andrés Manual al que hay que ponerle un gran tache por ese y otros errores en el terreno de la salud pública?
El presidente de la república, no solo se merece un horrible tache público sino también que millones de mexicanos dejen de creer en él no solo por las muertes por Covid-19 ocurridas en México (al momento van 311 mil 554 y el país tiene el deshonroso primer lugar mundial en muertes de personal de salud), sino porque no se ha dado tiempo para revisar qué está pasando en el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi): cuando lo presentó dijo daría cobertura universal en salud; es decir, que todos los mexicanos tendríamos acceso a los servicios de salud.
No obstante, eso no ha sucedido: durante la pandemia, que todavía no acaba, el Insabi desprotegió a más de 50 millones de mexicanos; por el contrario, el desaparecido Seguro Popular logró dar cobertura en salud a más de 100 millones de personas.
Para el presidente es mucho más importante dedicar todo su tiempo y esfuerzo a buscar o inventar datos y argumentos para injuriar, agredir y calumniar a los periodistas que no están de acuerdo con su manera de gobernar (como está haciendo con Carlos Loret de Mola), y que con documentos e imágenes destruyeron su discurso de austeridad y lucha contra la corrupción.
El presidente, pues, prefiere dedicar su tiempo a agredir a periodistas que a revisar y tomar medidas para resolver los graves problemas que presenta el sistema de salud federal.
Se hace o de plano López Obrador no sabe cómo está trabajando el Insabi. Por lo menos eso dejó entrever cuando dijo que citará a la “mañanera” al responsable de esa institución de salud, Juan Ferrer, para que: “dé un informe general de cuántos hospitales están rehabilitados” y diga qué está pasando en el hospital de Texcoco.
Por cierto, que en este asunto acusó al municipio de Texcoco y al Insabi de que el hospital solo esté dando consultas externas.
La mala gestión que en salud pública ha hecho la 4T se replica en los municipios mexiquenses gobernados por Morena, en particular en Texcoco y Chicoloapan, en donde sus alcaldesas, Sandra Luz Falcón y Nancy Gómez, respectivamente, no brindan salud a sus gobernados porque los municipios no están obligados a brindar servicios de salud a sus gobernados porque dicen que eso no es función de los municipios.
En consecuencia, no lo hacen a pesar de que la salud es una prioridad.
Por eso, la alcaldesa texcocana no hace nada para que funcione al 100 por ciento el mencionado hospital Materno y la de Chicoloapan se niega a terminar la construcción del hospital Materno que inició hace 4 años en su demarcación y que desde entonces está abandonada, desperdiciando así los millones de pesos utilizados por el gobierno en turno.
Debido a que Chicoloapan no cuenta con ningún hospital público, los habitantes que requieren atención médica especializada u hospitalización, acuden al Hospital Regional de Chimalhuacán.
A poco más de tres años del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, millones de mexicanos observan que no es lo mismo hablar que realizar obras para beneficiar a la sociedad.
Es muy fácil hablar y hacer castillos en el aire. Pero no es tan fácil hacer obras, mantenerlas y hacer que funcionen bien para que los mexicanos tengan una mejor calidad de vida. Como se ve, esto no es de las cosas que se le den a los gobernantes de la 4T.
Urge sacar del poder a los que la gente califica de “inútiles, irresponsables y negligentes gobernantes de la 4T”, quienes son expertos en hacer castillos en el aire con sus discursos.
México necesita gente seria, responsable, que en verdad represente a la mayoría de los mexicanos y trabaje para satisfacer sus necesidades, como es el de la salud. Con sus incumplimientos en esta área, el gobierno de la 4T juega con la vida de millones de seres humanos.
Es urgente que la mayoría de los mexicanos nos unamos para alcanzar un sistema de salud de calidad, para lo cual es indispensable que tengamos un gobierno federal que verdaderamente nos represente. Entre todos podemos lograrlo.