No es una guerra, pero estas personas que se ven obligadas a huir de la violencia afrontan circunstancias similares a las de un conflicto armado.
El desplazamiento en el triángulo norte de Centroamérica, que incluye a Honduras, Guatemala y El Salvador, tampoco es de migrantes económicos. Son familias, mujeres, niños que buscan refugio porque han sido víctimas de abusos indescriptibles a manos de las pandillas y de los grupos criminales.
Así lo señaló la oficina regional de la agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), que alertó de un aumento del fenómeno de desplazamiento en la subregión.
En los últimos dos años las solicitudes de asilo provenientes de esos tres países aumentaron un 92%, pasando de más 24.000 en 2014 a una cifra superior a los 54.000 en 2015. Solamente en los primeros cuatro meses de 2016, 11.000 personas ya han requerido la condición de refugiado, principalmente en Estados Unidos y México.
Andrés Ramírez, representante regional para Centroamérica, Cuba y México de ACNUR, describió ese drama humano en una entrevista desde Panamá.
“A la hora de la verdad el desplazamiento, sea porque fue una bala que vino de la guerra, o porque fue una bala que vino de grupos organizados del crimen transnacional, o porque fue una bala que vino de una situación de infiltración a nivel de ciertas autoridades y demás, la persona simplemente huye al no poder acogerse a la protección”, explicó.
Describió también las características de la violencia: “En 2015 hicimos un estudio muy interesante que se llama “Mujeres en la Huida”.
“Claramente queda en evidencia que hay una escalada de niveles muy alarmantes de la violencia y la persecución de grupos criminales y armados. Hay asesinatos, desapariciones, asaltos. El 85% de las mujeres entrevistadas describieron su vida en barrios que estaban controlados por grupos criminales armados. El 100% de ellas reportaron ataques y asaltos sexuales, violaciones y amenazas a la policía. Dijeron que recibieron protección ineficaz o ninguna protección de la policía u otras instituciones del gobierno. Esto es realmente alarmante”, dijo.
Finalmente, Ramírez llamó a dar mayor visibilidad al fenómeno y cambiar la percepción de que se trata de una circunstancia efímera, que va a caducar en un tiempo determinado. El problema va a empeorar con el tiempo dijo el representante.
“Tenemos que tener la sensibilidad y empatía de entender que es una crisis de protección que es una crisis de refugiados. No se trata de la tradición de la migración económica en la que las personas buscan una mejor condición de vida, sino que se hace sobre todo para poder sobrevivir ante una situación de persecución”, apuntó.
El representante regional de ACNUR señaló que al mismo tiempo que se debe dar una respuesta de emergencia para proteger a los afectados, también es necesario abordar la cuestión con una visión estratégica.
Eso implica emprender actividades de prevención para evitar que la crisis siga escalando y para resolver los problemas de fondo, acotó.