Alberto Woolrich Ortíz*
Como toda la Nación bien lo sabe, todo acto de simulación es aquella acción dirigida a fingir, aparentar o hacer creer lo que en realidad no es. El farsante o embaucador hace de su vida una vulgar patraña, o sea, una estúpida comedia. La personalidad del impostor político contiene muchas aristas como lo son la vanidad, el ego, la mentira, la mediocridad, el fingir lo que no es, la corrupción y otros muchos más que sería muy prolijo en éstas líneas referir.
Así, el suplantador y/o farsante, al adoptar una personalidad de lo que no es, al aparentar saber sólo exhibe su ignorancia e insignificancia, esos políticos las más de las veces se muestran vanidosos, huecos, presuntuosos, es decir vacíos y engañosos. Consecuentemente, son unos timadores que se apoyan en sus propias falacias para pretender dar la impresión de ser unos importantes estadistas; importancia que desde luego no cuentan con ella.
Ahora bien, la actitud de todo político farsante obedece siempre a su grado de incultura, la cuál deriva de una falta de inteligencia y congruencia, así como de una carencia de vocación para los estudios. Muchos de nuestros políticos farsantes adolecen de graves complejos de inferioridad que tratan de ocultar con sonsonetes de democracia. Su excelsa vanidad los presiona de tal forma que no valen lo que consideran ellos que creen valer.
En concepto del muy ilustre Psicólogo Don Jorge Maqueda Cortinas, todo lo escrito con anterioridad los empuja a sobrestimarse y que dicha sobrestimación no encuentra fundamento sino en un “subjetivismo enfermizo que no corresponde a la realidad de su ser”.
Según dicho experto “La tensión que surge entre su complejo de inferioridad y el elevado concepto que tienen de sí mismos, se torna a veces tan peligroso que el sujeto acaba en un estado psicológico de neurosis”, agrega dicho perito en psicología: “todas las actitudes de demócrata (simulador) tienden a crearle una ilusión de superioridad de la que todos en su entorno perciben que carece”.
Muy a propósito de lo antepuesto, José Ingenieros, en su célebre obra “El hombre mediocre”, expresó: “esos farsantes nos muestran el peligro que corren las sociedades donde los ideales han quedado sepultados por gobiernos, ideologías y éticas que se proclaman como <oficiales> arremetiendo contra todo aquello que señale una diferente manera de concebir la realidad”.
Enfoquemos todo lo expuesto al presente de los Estados Unidos Mexicanos.
La audacia de uno que otro de nuestros políticos gobernantes, que no la inteligencia de la cuál carecen, los convierte en unos farsantes, según pensamos muchos de los pensantes en ésta República Mexicana.
Digan mis queridos lectores si ello es ¿cierto o no?.
Al encontrarse en campaña electoral, nuestro Señor Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, prometió combatir la narco-política y brindar seguridad a ésta gran Nación.
La interpretación y los resultados están en el viento.
Es cuanto.
*Lic. Alberto Woolrich Ortíz
Presidente de la Academia de Derecho Penal
Del Colegio Nacional de Abogados Foro de México.