Maloro no cumple y se perfila como un alcalde represor

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Maloro

Miguel Angel Casique Olivos

Los habitantes de Hermosillo están molestos, desilusionados y tienen un hartazgo social por la forma en que los está gobernando su alcalde municipal, Manuel Ignacio Acosta Gutiérrez, mejor conocido como Maloro. Y no es para menos, pues algunos datos oficiales dan cuenta de cómo están las cosas en esa alcaldía del norte del país.

En el tema de seguridad, durante el mes de junio de este año, 8 de cada 10 hermosillenses se sentían inseguros, se registran 52 delitos por día y la Policía Municipal realizó, -en 2016-,  la detención de 29 mil 857 personas, en promedio 81 por día, además de que en los primeros seis meses de 2017 se  han cometido 19 asaltos bancarios, cifra superior a la del 2015 y 2016; del total de dinero que entra a las arcas financieras del Municipio, sólo el 8.7 por ciento se dedica a obras y servicios, mientras que el 91.3 es para pago de burócratas; recientemente, durante julio y lo que va de agosto, se registraron 19 socavones debido a la mala distribución de la red de agua potable y por días lluviosos. Y por si esto fuera poco el pasado 30 de julio se comenzaron a localizar fosas clandestinas en la Colonia “El Apache”, al sur de la Ciudad. Entre los ciudadanos se escucha la voz de que a Maloro le quedó grande el Ayuntamiento y no ha dado los resultados que prometió y que Hermosillo esperaba. 

Hagamos un poco de historia, querido lector. Transcurrían los primeros días del mes de abril de 2015, los rayos del sol caían como plomo en el rostro de un hombre cuya edad rondaba los 57 años, caminaba no tan lento pero sí pensativo, se le veía en los ojos; como fondo musical al pasar cerca de una farmacia se escuchaba el audio quizá de un televisor que él no ignoró pero siguió caminando, como si supiera que lo que se escuchaba se lo llevaría el viento… “Imagínate, a los 9 años puse mi primer negocio, un carrito  de hot dogs… desde entonces aprendí que si vas a hacer las cosas hay que hacerlas bien, como deben ser…”, era la voz de Maloro que por segunda ocasión pretendía conquistar el poder de la alcaldía;  en ese año logró los votos suficientes para llegar a la Presidencia Municipal a partir del 16 de septiembre de 2015, es decir, ya pronto cumplirá dos años, tiempo en el que no ha logrado que Hermosillo progrese, sino al contrario, existe un Municipio sumido en la inseguridad y con poquísima obra para sus gobernados

Durante su campaña Maloro tuvo escuela, pues siguió casi al pie de la letra aquello de “Te lo firmo y te lo cumplo” que en su momento usó el Presidente de la República, y con ese esquema enumeró 1,186 compromisos; según eso iba a poner énfasis en pavimentaciones, alumbrado público, drenaje, agua potable y servicios públicos; y hoy lo que se ve es inconformidad y descontento social porque no se ha cumplido ni siquiera una tercera parte de los compromisos en campaña y ya sólo le queda un año de administración. Cuando tomó protesta enumeró seis estrategias que conformarían sus acciones de trabajo: “Hermosillo social, Hermosillo en Familia, Hermosillo cumple con Hechos, Hermosillo Transparente y Honesto, Hermosillo Seguro y Hermosillo con Desarrollo Económico”; dijo además que en los primeros días de su gobierno implementaría un plan para rescatar los servicios públicos con un programa “agresivo” (sic) de pavimentación para tapar los baches, pues las vialidades están en malas condiciones, “no más baches en Hermosillo” y también dijo “se acabaron los privilegios, vamos a trabajar incansablemente por este Municipio“, en ese mitin todo era felicidad y alegría para el priista y sus seguidores; sin embargo, a 23 meses de gobierno, ¿dónde quedaron esas promesas? ¿por qué no está cumpliendo con esos mil 186 compromisos y con esos seis ejes que enumeró en su toma de protesta? No hay duda que la calificación que hacen sus gobernados de él es negativa y le sugieren que se ponga a trabajar pues se ha convertido en una muy mala administración que hasta sus trabajadores le hicieron protestas: los bomberos se plantaron frente a la presidencia, los de servicios públicos protestaron en los bulevares porque no los dejaban trabajar en el arreglo de los baches y por el maltrato a su director, que (por represión política) lo removieron después de esa protesta.

A unas semanas de rendir su 2do informe de gobierno, no se ve un camino claro que garantice cumplimiento de los compromisos que firmó; y sí se ven los aumentos a las tarifas de agua que han irritado a la población, el incremento en la inseguridad que es ya tan alarmante que en colonias de la ciudad, es común observar mantas colgadas con leyendas como “Vecinos Unidos contra la delincuencia”, “Si te sorprendemos robando serás linchado, “Te estamos observando”, “Ratero que agarremos en la madre le daremos…”,  esto y 52 delitos que se cometen por día hacen que el 80 por ciento de la población de Hermosillo se sienta insegura y esté convencida de que su autoridad no hace nada al respecto; además, los colapsos en infraestructura vial, la nula atención para atender problemas de bacheo, la incapacidad para resolver el problema de alumbrado público lo obligó a privatizarlo y la falta de acciones y obras en infraestructura social, convierte a Maloro en un político priista demagogo y arribista que sólo le importó ganar el poder y no la vida de los hermosillenses. Con lo dicho hasta aquí, sólo tendríamos una radiografía de un alcalde que no cumple y que además es un demagogo, pero aún hay más.

El pasado 4 de julio cientos de hermosillenses organizados en el Movimiento Antorchista instalaron un plantón para demandar a su alcalde municipal cumpliera con algunas obras para colonias marginadas del Municipio; sí querido lector, ¡se cumpliera! porque las peticiones ya se habían presentado desde el pasado 30 de enero en una minuta que firmó el mismísimo Manuel Ignacio Acosta y se comprometió a que a partir del 30 de mayo comenzaría a cumplirse con dichas obras y servicios, que fundamentalmente son: drenaje para la Colonia La Antorcha, introducción de agua potable para las colonias Humberto Gutiérrez y El Chaparral; la pavimentación de calles en Colonia El Mirador; construcción de un puente en la Colonia Nueva Esperanza; apoyos de vivienda para cientos de familias y apoyos educativos para escuelas de nivel Secundaria, pues en algunas escuelas no establecidas, -que en realidad son escuelas no construidas-, como la Humberto Gutiérrez Corona, las pipas de agua no llegan a tiempo y el limpiado de fosas sépticas es muy esporádico y es que al alcalde parece no importarle que jovencitos de secundaria no tengan aulas dignas para tomar sus clases y, finalmente, en tema de salud se pide una extensión de la Clínica de Salud en la comunidad de Mineros de Pilar.

Pues a casi mes y medio del plantón y de una denuncia pública, Maloro no oye, no escucha y no ve lo que una parte de sus gobernados le exigen; y no sólo eso, sino que ante el incremento de la denuncia ciudadana a través de volantes, cadenas humanas con pancartas y vinilonas que denuncian el incumplimiento, el alcalde quiere convertirse en un pequeño represor, pues, derivadas de la lucha municipal, se han presentado agresiones contra nuestros compañeros antorchistas de esa zona, como la del pasado 3 de agosto, cuando por la noche un grupo de porros, armados con palos y seguramente hasta con armas de fuego, tiraron volantes en cuatro colonias antorchistas para calumniar y agredir al dirigente estatal antorchista Miguel Casique Pérez, acusándolo de pedir dinero para quitar el plantón; al día siguiente, 4 de agosto, cuando un grupo de estudiantes se encontraba realizando una colecta pública, un grupo de policías llegó supuestamente por una denuncia ciudadana e intentó al grupo de colectores, pero como no había ninguna razón y nuestros compañeros no se dejaron, la policía local de Maloro, montó un operativo policiaco como si se tratara de un grupo de delincuentes; el mismo día, por la tarde-noche, la Procuraduría General de Justicia del Estado, hizo llegar un citatorio a Verónica Anaya Ávila, antorchista de la Colonia Cajeme y una de las personas que permanece en el plantón, casi al mismo tiempo que le llegó el citatorio, un recado fue colocado debajo de la puerta de su casa con la siguiente leyenda: “aléjate de los antorchos o esto te puede pasar con la justicia” (sic). Estas tres acciones no son aisladas a la lucha antorchista en Hermosillo y tienen la clara intención de amedrentar y amenazar al antorchismo local para que desista de su plantón y no continúe con la denuncia del mal gobierno de Maloro.

A un Hermosillo inseguro donde la gente comienza a tomar justicia por su propia mano, a un Hermosillo con sus calles llenas de baches y socavones porque el gobierno municipal no trabaja para prevenir la temporada de lluvias y no arregla el sistema de agua potable y a un Hermosillo oscuro, pues no se atiende problemas de alumbrado público, ahora se le suma un Hermosillo, -o mejor dicho-, un Maloro represor que en lugar de cumplir su palabra empeñada, prefiere comenzar una campaña sucia y represiva contra una organización social que ha demostrado, en Sonora y en todo el país, ser la única con capacidad para defender al pueblo marginado y olvidado por sus gobernantes por décadas.

Si Maloro aprendió a los 9 años que las cosas se deben hacer bien, como deben ser, con el plantón de Antorcha y la inconformidad social de los hermosillences, no se nota. El alcalde Maloro por lo visto cree que Hermosillo es un carrito de hot dogs y que él lo puede mover para donde quiera, lamentablemente el tiempo pasó y los que le dieron un voto de confianza lo irán colocando como un político que no cumple. El antorchismo de la Región Noroeste (Baja California, Baja California Sur, Sinaloa y Sonora) y el Antorchismo nacional están al pendiente del curso que sigue la lucha antorchista y la respuesta que vaya “dando” el presidente priista que sigue sin saber, o no lo quiere saber, que gracias al pueblo está en el poder; así, el antorchismo podría comenzar una campaña regional y nacional para decirle a los hermosillenses y a todos los mexicanos que ¡Maloro no cumple, es demagogo y que se está perfilando como un alcalde represor!. Él decide si atiende al pueblo organizado o  lo sigue ignorando.

 

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