Comentario político del periodista Raymundo Medellín para el programa “Hablando Claro” de Radio expresión México, que conduce Manuel Aparicio.
La reforma electoral que pretende el presidente Andrés Manuel López Obrador, es más que otra cosa una muestra de autoritarismo que no abona nada a la frágil democracia que se vive en México, porque la intención de esa reforma, es controlar ese órgano electoral, no mejorarlo.
Desde el mismo gobierno y en voz del secretario de Gobernación, se dice que no se trata de desaparecer al Instituto Federal Electoral y claro, no se trata de desaparecerlo, pero sí de controlarlo desde el gobierno, para poner consejeros a modo y el fin que se persigue es crear gobiernos antidemocráticos como Bolivia, Cuba, Venezuela, países que tienen a sus gobernados debatiéndose en la pobreza y la marginación; México lo que necesita es fortalecer sus instituciones con legalidad y justicia.
El IFE es una institución que ha respondido a la vida democrática de los mexicanos, al poder presidencial han llegado candidatos del PRI, del PAN y actualmente de MORENA, para una reforma en esa institución no es el tiempo pertinente, porque aunque la ley lo permite, su aplicación en 2024 sería la entrada a una dictadura, que es lo que se pretende; si bien se requiere de una reforma sería considerar que sean los partidos políticos los que determinen las prerrogativas y que no sea precisamente el Ejecutivo, quien solicite una reforma a modo.
Qué se requiere una reforma sí, pero no es el momento.
La actual administración federal que encabeza Andrés Manuel López Obrador no está dando resultados, hay problemas de suma gravedad que deberían ser el motivo de acciones de gobierno; la economía está en crisis; la violencia está desbordada; las desapariciones han llegado a sus más altos niveles, pero en lugar de que este gobierno corrija lo que está pasando, pierde su tiempo en cortinas de humo, y en tratar de beneficiarse políticamente con reformas que pueden esperar, como la electoral, mientras el país se les va de las manos.
Trataré de resumir las propuestas principales.
Se pretende elegir a los consejeros y magistrados electorales por voto popular, lo que politizaría su perfil; en lugar de expertos electorales, los cuadros estarían formados por políticos profesionales, militantes y activistas.
Se pone en riesgo la sobrevivencia de los partidos sin financiamiento público en años no electorales, los partidos políticos son vulnerables y se convierten en maquinarias para ganar elecciones.
Por otra parte, conseguir los fondos para desplegar una campaña nacional en busca del voto, puede implicar varios millones de pesos, quien compita tendrá “padrinos” externos con intereses políticos o económicos y bueno, sería la puerta abierta para que el crimen organizado participe. La propuesta elimina a los legisladores de mayoría relativa, sería una buena opción y trabajar con los de representación proporcional, pero no en base a listas estatales ya que se pretende, que diputados y senadores sean elegidos mediante listas estatales, con lo cual se eliminan las diferencias de la representatividad que es base del bicameralismo y del federalismo. Los plurinominales tuvieron su razón para el equilibrio de fuerzas al interior del Congreso, pero ya no son necesarios.
Curiosamente sin diputados plurinominales tenderían a desaparecer los partidos pequeños como el PT y el Verde, y esos legisladores están a favor de la reforma, lo que deja ver su servilismo a “lo que diga el señor de Palacio”
.En cuanto a las coaliciones, la iniciativa es omisa respecto de este tema; no queda claro cómo se compaginaría el sistema de listas con las alianzas entre partidos. Podría implicar, en los hechos, una desaparición de las coaliciones.
Respecto a la reducción de tiempo en radio y TV: la iniciativa elimina 18 minutos de programación para el Estado, durante procesos electorales y reduce a 10 por ciento de la totalidad del tiempo, el espacio con el que cuenta la autoridad electoral para la difusión de mensajes de carácter informativo y promoción del voto.
Ni modo que todo lo anterior no sea para llevar a cabo una reforma a modo. En lo personal no quiero para México una dictadura como la de Cuba o Venezuela, por lo que hago un llamado a las fuerzas democráticas a que impidan esa reforma.