José el Guero Cruz
Ciudad de México.- La tarde del lunes, decenas de micros y pequeños empresarios mineros, acudieron a la sede del Senado de la República, con la intensión de hacerse escuchar, sin embargo, debido a su desorganización, tuvieron que esperar horas para poder ser atendidos, siendo ignorados por Senadores, que supuestamente ya les habían confirmado, serían recibidos.
Encabezados por Juan Rodríguez González, así como por varios Coordinadores Nacionales de la Confederación Nacional de Concesionarios y Empresarios Mineros de México, se dieron cita el el recinto de la Cámara de Senadores, para intentar tener la Primera Reunión de Trabajo con los Senadores Joel Padilla Peña, Israel Zamora y Patricia Mercado, así como con un grupo de representantes de la Prensa, coordinados por el reconocido periodista Mario Arvizu, sin embargo, la mala organización de la dirigencia, no logró la atención de los parlamentarios, ni siquiera poder llevar a cabo la Conferencia de Prensa programada, por lo que está tuvo que ser cancelada.
Luego de mantenerse al exterior del edificio de la Cámara alta, por más de dos horas, se les permitió el acceso a los representantes mineros, quienes cuál limosneros fueron tratados, y ya al interior, solicitaron se reconozca su “Desorganización Minera”, exigiendo se respete a los Pequeños y Medianos Concesionarios y Empresarios, sin embargo, ante su falta de coordinación, solidaridad interna y compromiso, la reunión quedó en un limbo político, complicando aún más su precaria situación.
En México, la pequeña minería aporta cerca de tres por ciento del valor total de la producción minerometalúrgica nacional, la cual asciende a seis mil 800 millones de dólares al año.
La minería, representa 2.3 por ciento de la economía nacional y 8.1 por ciento del PIB Industrial; además de generar 379 empleos directos; y 2.2 millones de indirectos.
La pequeña minería está ligada de manera intrínseca a la cultura y a la economía de México, genera empleos formales e informales, es una tradición de generaciones, por lo que la lucha por lograr ser atendidos, escuchados y revalorados, debería ser una prioridad de este sector, de no ser así, su futuro se torna incierto y con un enorme riesgo de ser absorbido por grandes empresas o el propio gobierno.