Arturo Zárate Vite
Los dirigentes Marko Cortés del PAN y Jesús Zambrano del PRD no supieron procesar el caso de Alejandro Moreno “Alito”. Guardaron silencio cuando surgieron los “audios” que exhibieron el comportamiento del priísta. No le pidieron ninguna explicación y mucho menos lo cuestionaron en público. Por el contrario, aparecieron a su lado en conferencias de prensa, como si nada hubiera pasado ni estuviera desacreditado su aliado.
En los audios no había duda de que se trataba de la voz de Alejandro con palabras ofensivas contra empresarios, periodistas y sus propios compañeros; conversaciones sobre irregulares arreglos políticos y comerciales.
Marko y Jesús optaron por darle su apoyo, no se puede entender de otra manera la presencia de los tres en actos sucesivos. Seguir la línea que les marcaba el mismo Alejandro, que decía era víctima de quienes le advirtieron que se la cobrarían por votar en contra de la reforma eléctrica,
No vieron venir el bandazo de Alejandro ni tampoco tomaron la mejor opción para hacerle frente. Lo primero que hizo el panista fue mandarle un ultimátum, que no pasó de bravata. Amenazó con romper la alianza por la iniciativa priísta que prolongaría la presencia militar en las calles.
Por si fuera poco, Marko y Jesús, en vez de irse en contra de la traición de Moreno y buscar otros interlocutores dentro del propio PRI, que no se sienten representados por su líder, que los hay, desplegaron un discurso contra la militarización y las fuerzas armadas.
El Ejército sigue en las calles porque hasta ahora, las autoridades civiles, que también han sido panistas y priístas, no han encontrado la forma de contener a la delincuencia organizada.
La sociedad en general está consciente de la realidad y conforme con la participación militar. Por eso en las encuestas, el Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea son los mejores calificados.
Una demostración más de la aceptación que tienen se acaba de ver en el desfile del 16 de septiembre. Es mucha la gente que aprecia la tarea que llevan a cabo, sin que ello signifique que sean perfectos. Hay elementos que se equivocan y deben responder por sus actos.
Aunque tarde, la oposición se ha dado cuenta que no es justificado hacer el discurso en contra de las fuerzas armadas, por eso su intento de matizarlo en el debate en la Cámara de Diputados.
Su problema no es el Ejército en las calles sino Alejandro Moreno que les vio la cara y se las sigue viendo. “Yo no soy él que va a romper la alianza”, fue su reacción ante el ultimátum.
Y efectivamente, si no realizan mejor análisis de lo que deben hacer para conservar la alianza sin “Alito”, van a quedar como los que la rompieron. Marko y Jesús todavía están a tiempo de corregir errores.
La historia no se ha cerrado y va a continuar hasta el 2024. El siguiente capítulo tiene que ver con el Senado. En el curso de los siguientes días deberá analizar, debatir y votar la minuta de la Cámara de Diputados sobre prolongar la presencia militar en calles.
Corresponderá a senadores de oposición medir el alcance de sus mensajes y votos, para no quedar como contrarios de las fuerzas armadas que también sirvieron en sus gobiernos bajo un mando civil.
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