Arturo Zárate Vite
Marcelo Ebrard ha demostrado en la actual administración, como canciller, que es un político práctico y servicial, atento para seguir instrucciones del presidente de la República en situaciones apremiantes, como la compra de vacunas para hacerle frente a la pandemia, la adquisición de pipas para la distribución de gasolinas y el reforzamiento de la frontera sur para contener la migración, a petición del gobierno de los Estados Unidos.
Convertido en comodín del gabinete, porque lo mismo ha realizado tareas que corresponden a la secretaría de Salud que a las secretarías de Economía y Gobernación.
Larga carrera política, con raíces priístas. Creció con su amigo y jefe Manuel Camacho Solís (QEPD). Ocupó cargos partidistas en el tricolor, se afilió al PRD para ser candidato a jefe de gobierno de la Ciudad de México, uno de los fundadores del Partido del Centro Democrático y se sumó a la campaña de Andrés Manuel López Obrador, primero para gobernar la CDMX, después para competir en el 2018 por la presidencia.
Debido a un linchamiento de policías en lo que era la delegación de Tláhuac, fue destituido del cargo de secretario de Seguridad Pública por el presidente Vicente Fox.
En fecha más reciente, apenas en el sexenio anterior, tuvo que irse a vivir una temporada a Francia cuando vio señales de que lo querían responsabilizar de irregularidades en la línea 12 del Metro. Obra que se hizo durante su gobierno en la Ciudad de México.
Quizás no lo sabe Ebrard, pero también existe la historia sobre la actuación de un abogado de nombre Efraín quien recibió la tarea de blindarlo jurídicamente en el caso del Metro. En la administración anterior capitalina, el defensor cumplió con su misión. Llegó a comentarlo con colaboradores cercanos, sin entrar en detalles. Se concretó a realizar su trabajo con discreción. El abogado se llevó el secreto a la tumba, falleció víctima de Covid en el 2020.
Fuera de estos sucesos, a los que se suma este año la caída de vagones en la misma línea del transporte colectivo, la trayectoria de Marcelo Ebrard se ha consolidado en lo político. En lo diplomático, se ha esmerado en seguir puntual la línea marcada por el presidente, al que constitucionalmente corresponde la dirección de la política exterior.
(Fotografía El Economista)
Así que las posiciones asumidas por México con relación a Venezuela, Bolivia y Nicaragua, no son estrictamente atribuibles a Ebrard, sino al titular del poder Ejecutivo. El canciller solo opera y hasta ahora tiene contento a su jefe que despacha en Palacio Nacional.
Tiene un presidente que no es proclive a los viajes internacionales ni a las cumbres de jefes de Estado de y gobierno, por lo que le toca doble trabajo para hacer visible la presencia de México.
Marcelo Ebrard ha cuidado de no pelearse con ninguno de los y las presidenciables, aunque sabe que llegará el momento en que cada uno tendrá que desmarcarse en busca de la nominación.
Dentro de Morena tiene sus seguidores y para nadie es un secreto que el líder Mario Delgado es amigo y ha trabajado con Marcelo.
Su plus es que tiene la capacidad para llevar a cabo cualquier tarea que le asigne el presidente. Comodín en la baraja de los presidenciables.
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