¿Por qué le llaman corrupción a la corrupción?

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·        A nivel microeconómico se evidencia que en mayores niveles de corrupción disminuyen las inversiones en infraestructuras realizadas mediante colaboraciones público-privadas en países en desarrollo

·        A López le importa un bledo seguir pisoteando la Carta Magna de México, demostrando su incapacidad para gobernar una gran nación como es México

·        El fenómeno de la corrupción política, de esta Cuarta Transformación de la Nación, desde la perspectiva de la Carta de Carranza, no es más que la confusión mal intencionada de Estado y gobernanza, personificando Andrés Manuel López Obrador su configuración con el objeto de auto protegerse de las insanas ocurrencias evidenciadas en su mandato

Blas A. Buendía

 

El término corrupción generalmente indica el mal uso por parte de un funcionario de su autoridad y los derechos que se le confían, así como la autoridad relacionada con este Estado oficial, oportunidades, conexiones para beneficio personal, contrario a la ley y los principios morales. La corrupción también se llama soborno de funcionarios, el cual es típico de los estados de la mafia.

Un signo característico de corrupción es un conflicto entre las acciones de un funcionario y los intereses de su empleador, o un conflicto entre las acciones de una persona elegida y los intereses de la sociedad. Muchos tipos de corrupción son similares al fraude cometido por un funcionario y pertenecen a la categoría de crímenes contra el poder estatal.

Pero, ¿por qué le llaman corrupción a la corrupción?, es la interrogante que no solo se plantea entre la comunidad intelectual de México, sino a nivel geopolítico, ya que esa escala no es privativo de que haya, incluso, autoridades que conviven con agentes del mal, esos delincuentes de cuello blanco, como viene sucediendo con la familia del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, donde hasta su servidumbre debe de estar inmiscuida en estos despreciables malabares y sucias acciones que siguen degradando la imagen de México ante el mundo.

Cualquier funcionario con discreción puede estar sujeto a la corrupción en la distribución de cualquier recurso que no le pertenezca a su discreción (funcionario, diputado, juez, agente de la fuerza de seguridad, administrador, en fin…). El principal incentivo para la corrupción es la posibilidad de obtener beneficios económicos (rentas) asociados con el uso del poder, y el principal elemento disuasorio es el riesgo de exposición y castigo.

Según el portal de Wikipedia, precisa que la naturaleza sistémica de la corrupción se manifiesta en su naturaleza coercitiva para aquellos que trabajan en organizaciones gubernamentales cubiertas por ella: los rangos inferiores recaudan sobornos y comparten con los rangos superiores para mantener su propia posición.

Según estudios macroeconómicos y políticos, la corrupción causa daños significativos e impide el crecimiento económico y el desarrollo en interés de la sociedad en general. Además, a nivel microeconómico se evidencia que en general mayores niveles de corrupción disminuyen las inversiones en infraestructuras realizadas mediante colaboraciones público-privadas en países en desarrollo.

Las sociedades corruptas no pueden apoyar a sus ciudadanos”, dice Stuart Gilman, jefe de la Dependencia de Lucha contra la Corrupción de la ONUDD. “Privan a sus hijos no solo de la comida, sino también de la educación y la atención sanitaria. En muchos países, los actos de corrupción o corruptos son punibles (castigables) por la ley; principalmente en los países del primer mundo.

Referente a todo este contexto, la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, presentó un estudio político-jurídico con el tema “Política, ética y la corrupción del poder”.

En su tesis, comenta que el engarce de las nociones política y ética, que es tanto como comprender lo legítimo del poder en un Estado de Derecho que se enfrenta a la arbitrariedad en el ejercicio del mismo, en lugar de funcionar adecuadamente y con armonía, se desquicia por la ilegalidad y por el insalubre empleo de “una razón de Estado”.

Sobre la razón del articulado empleado en la Constitución Política, Don Andrés Serra Rojas, en sus cátedras universitarias, advertía: “El Estado es la responsabilización dialéctica de los derechos y libertades de la sociedad. El Estado no es un ente de ocurrencias; es, sobre todo, un mediador de las experiencias reales y contrapuestas de una sociedad democrática”. ¡Vaya conceptos de tan recordado enseñante!, refirió el abogado penalista Alberto Woolrich.

Si bien a López le importa un bledo seguir pisoteando la Carta Magna de México, en esta Cuarta Transformación de la República, lo ético no siempre encarna un sentido de limitación en el ejercicio del poder que detenta Andrés Manuel López Obrador; se ha visto pisoteado en la medida en que el Poder Político ha pretendido patrimonializar y militarizar su uso en detrimento de los genuinos conceptos insertos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Con ello el Presidente Constitucional ha olvidado que el Poder no es de nadie, por mucha legitimidad que le haya otorgado el sufragio de los mexicanos, sino que ese Poder es una síntesis del conjunto de intereses de la comunidad que integra el pueblo de México.

El alma mater de la frase histórica “Sufragio efectivo, no reelección”, sigue vigente en México.

“Sufragio efectivo, no reelección” es una frase mexicana que fomenta la democracia promoviendo el respeto por la decisión del pueblo, al tiempo que se opone a la reelección de los mandatarios.

Así de sencillo es la advertencia que el Constituyente estableció, toda vez que la frase surge en 1909 dentro del Partido Nacional Anti-reeleccionista (PNA), cuyo lema de la campaña fue establecido por el malogrado Francisco Ignacio Madero en 1910, “El Apóstol  de la Democracia” quien fue candidato a la presidencia y buscaba salir del Porfiriato (período de 30 años en el que gobernó el político oaxaqueño Porfirio Díaz Mori).

Precisamente es por ello que nuestra Carta Magna señala un término perentorio para ejercer el mandato de Primer Magistrado de la Nación y dado ello no es permanente, sino que exige su renovación periódica cada seis años a partir de la manifestación de la voluntad del pueblo contenida en el sufragio. La duración o mayor tiempo favorecería las distracciones y ocurrencias del fenómeno de la corrupción política.

Charles Louis de Secondat, señor de la Brède y barón de Montesquieu, como gran jurista en su obra “El Espíritu de las Leyes”, también ilustró: “En toda magistratura hay que compensar la grandeza del poder con la brevedad de su duración”.

La Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, quiere concluir con base en las ilustraciones antepuestas, haciendo ver que el fenómeno de la corrupción política, de esta Cuarta Transformación de la Nación, desde la perspectiva de la Carta de Carranza, no es más que la confusión mal intencionada de Estado y gobernanza, personificando Andrés Manuel López Obrador su configuración con el objeto de auto protegerse de las insanas ocurrencias evidenciadas en su mandato.

A López le importa un bledo seguir pisoteando la Carta Magna de México, demostrando su incapacidad para gobernar una gran nación como es México. ¡Es cuánto!, puntualizó la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, que preside el reconocido penalista Alberto Woolrich Ortiz.

Premio México de Periodismo Ricardo Flores Magón-2021

filtrodedatospoliticos@gmail.com

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