BALÓN CUADRADO
Jesús Yáñez Orozco
Ciudad de México.– Llama la atención que un periódico mexicano, El Economista –crítico del gobierno del presidente de México, dedicado a temas deportivos de finanzas– investigue desde un ángulo social. Desde este enfoque sostiene que, una vez más, la Liga MX recibe el “impacto de una realidad nacional” que ha arrojado 126 mil muertos en 43 meses del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Amén de que alrededor de un tercio del territorio nacional está en manos de la delincuencia organizada, según el gobierno de Estados Unidos.
El objetivo primario, en este dantesco panorama, desde la óptica de los zares del balón es garantizar la seguridad de los aficionados.
Por eso es que, dicho diario publica hoy:
Las riñas entre grupos delictivos en Ciudad Juárez “congelaron” las actividades de la sociedad, incluido el futbol mexicano.
Y subraya:
“El tema sobre la seguridad de los fans en los estadios demanda prioridad”.
Han pasado cinco meses de los hechos violentos ocurridos en el estadio Corregidora de Querétaro –que dejó unos 50 heridos de acuerdo con versiones periodísticas– y ahora el “epicentro” de la inseguridad toca la atmósfera del futbol mexicano, esta vez, en Ciudad Juárez, fronteriza con Estados Unidos. El partido de Los Bravos contra Pachuca de la jornada 8 en el Estadio Olímpico Benito Juárez se vio forzado a una reprogramación.
Es más: nadie viajó a la entidad, después de que el jueves 11 de agosto los grupos delictivos ‘Los Chapos’ y ‘Los Mexicles’, iniciaron una riña desde el Centro de Reinserción Social (Cereso) que se propagó en ataques a la población civil, dejando muertos –10– y heridos, detalló Ricardo Mejía Berdeja, subsecretario de Seguridad del gobierno federal.
Ante los hechos, la Liga MX respondió a El Economista algunos puntos, como:
“Los aficionados pueden sentirse seguros de asistir a un partido en Ciudad Juárez en lo que resta del Apertura 2022; no se reubicarán los partidos de Los Bravos a ningún otro Estado del país; la liga no aconseja “de ninguna manera” a los fans a no asistir por un tiempo a los partidos del equipo”.
Y en cuanto ¿cómo afecta la suspensión del partido a la percepción de la seguridad de los fans?
Fuentes de la Liga MX, que pidieron el anonimato a la publicación, respondieron:
“La Liga MX, los clubes y las autoridades tenemos como prioridad la seguridad de nuestros aficionados”.
Medios fronterizos señalan que el enfrentamiento fue entre el cártel de Juárez, Los Aztecas, y el cártel de Sinaloa. La violencia atacó a tiendas de conveniencia, gasolineras, otros negocios, las instalaciones de la Fiscalía General del estado.
No era posible un evento público como un partido de futbol el sábado 13 de agosto.
En lo que va de la temporada, el Estadio Olímpico Benito Juárez ha recibido en tres partidos una asistencia promedio de 13, 214 personas –su capacidad es de 22 mil 300 personas– y tiene que albergar aún seis jornadas más.
El economista buscó a directivos del club para indagar sobre nuevas acciones a tomar en cuanto a la seguridad de los fans, pero no encontró respuesta.
La propietaria del club, Alejandra de la Vega, lanzó el viernes pasado un mensaje en sus redes sociales:
“Bravas y Bravos nos han tocado días malos, pero nada tan difícil como perder la tranquilidad, sin embargo, los juarenses sabemos ponernos de pie y levantar la cabeza”.
Y arengó:
“¡Vamos de nuevo, que nadie nos quite el derecho de caminar en paz por nuestras calles!”.
A un año de finalizar la presidencia de Felipe Calderón, el 20 agosto de 2011 marcó otro antecedente de suspensión de un partido de Liga MX en Torreón.
A las 7:40 pm, el Santos vs Morelia rompió filas en el estadio Corona, que se volvió refugio de los aficionados, pues afuera se presentaba una balacera, granizada de plomo con armas largas, entre grupos delictivos.
Hugo Sánchez Gudiño, profesor e investigador de la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la UNAM, con doctorado, evalúa para dicho diario que, el hecho de que se haya suspendido el juego de FC Juárez-Pachuca es un “termómetro” de cómo está la violencia en esa entidad.
Y es, sostiene, un reconocimiento indirecto de que estos grupos pueden tener presencia en lo deportivo, porque de haberse llevado a cabo, es probable que al estadio se hubiera trasladado esa disputa.
“Lo observamos en Querétaro. Las células de estos cuerpos delictivos se han expandido a todo el país, hay algunas zonas donde ya existen narco células incrustadas en la vida deportiva y actividad de la vida civil como en la frontera norte. Ciudad Juárez es una frontera en la que convergen algunos de los cárteles más violentos.
Y enfatizó:
“No sólo es la disputa por la droga sino a nivel comercial y ahora llega a un punto crítico”.
–¿Qué es lo políticamente correcto que la Liga MX tendría que hacer en la toma de decisiones?
Responde el investigador de la UNAM, que ha alertado en varias publicaciones sobre la infiltración del crimen organizado en los grupos de animación:
“Además de las estrategias que han ido impulsando necesitan una estrategia más ambiciosa, de seguridad para estos eventos coordinada con las autoridades tanto de la entidad, de protección, seguridad y el gobierno federal.
“Es un problema de seguridad pública y de grupos muy violentos, entonces, la liga debió establecer protocolos que contemple partidos de alto riesgo en donde el estadio es un escenario de guerra. La visión de la FMF debe considerarlo más un problema de tipo político, cultural y de violencia de grupos delictivos”.
— ¿Qué tan correcto sería terminar la temporada para FC Juárez en su estadio?
“La FMF por la ruta que ha seguido, es probable que le den vuelta a la página y suspendan dos semanas las actividades deportivas y poner seguridad como lo han hecho en juegos recientes de Clásico. El futbol genera recursos económicos importantes a la liga, equipos y economía informal”.
–¿Cómo afecta la suspensión del juego Juárez- Pachuca en la percepción de la violencia en los estadios?
“Afecta a la comunidad en su conjunto. La gente no sale a las plazas públicas por temor y miedo a una agresión extrema. Un estadio es una plaza pública en la que converge mucha gente”.
El deporte, espejo de un país hecho jirones.