Qatar, vitrina mundial para revaluar piernas

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BALÓN CUADRADO

Jesús Yáñez Orozco

 

Ciudad de México.– Para alrededor de 832 cracks que con formarán las 32 selecciones que participarán en Qatar 2022, de noviembre a diciembre el mundial es una tierra de promesa para un vertiginoso ascenso deportivo e inigualable, inconmensurable, para exhibir su magia con el balón. Trampolín que puede llevarlo al paraíso… o al infierno.

Antes de jugar la Copa Mundial de Rusia 2018, Harry Maguire era un futbolista ‘desconocido’ para el entorno internacional cuyo costo más alto de transferencia había sido de 13.7 millones de euros para pasar del modesto Hull City al renacido Leicester City, en la Premier League.

Pero después de que su selección, Inglaterra, terminara en el cuarto lugar del torneo, una posición que no ocupaba desde Italia 1990, se convirtió en el defensa más cotizado del mundo: fue vendido al Manchester United por 87 millones de euros, es decir, seis veces el precio de su anterior transacción.

En 2018 Maguire tenía 25 años. Al igual que él, otros futbolistas jóvenes recibieron el mejor salto de su carrera luego de su exposición en el Mundial de Rusia, como el francés Benjamin Pavard llegando al Bayern Múnich por 35 millones de euros cuando a su anterior equipo, el Stuttgart, le había costado sólo cinco millones.

La plataforma de una Copa del Mundo es única y, rumbo a Qatar, empieza a cerrarse el panorama con las selecciones que ya tienen su boleto y las que ya lo perdieron.

“El futbolista vive un antes y un después al llegar al Mundial porque económicamente es una derrama muy fuerte para ellos, los premios son demasiado grandes. Los valores de los futbolistas, cada vez que son llamados a selección, tienden siempre a subir porque al final es un escaparate completamente diferente a cuando juegan en sus ligas nacionales.

Para Rob García, agente FIFA con experiencia en scouteo para el Ajax y el Manchester City, todo lo que existe detrás de un jugador para poder ser llamado a una selección tiene un porqué:

“Es una industria en donde existimos agentes, un club que está pujando para que vaya al Mundial, que tenga una exposición mejor y si va probablemente ya lo tengan vendido; es una manera de darle un nuevo trampolín al futbolista”.

El impacto de jugar un Mundial implica más de tres años de evolución para un jugador.

En México, por ejemplo, Jesús Gallardo ha sido un asiduo de la selección desde las eliminatorias rumbo a Rusia 2018 con el entrenador Juan Carlos Osorio y se ha mantenido para Qatar 2022 con Gerardo Martino.

Su valor pasó de 2.3 millones de euros en verano de 2017 a seis millones en enero de 2020, el punto económico más alto de su carrera; aunque quedara fuera del Mundial catarí, ya experimentó el crecimiento de años de ser parte del representativo nacional.

Según Rob García, “si logras que el futbolista suba a un Mundial, su valor puede subir hasta 15 o 30 millones, más si fue un futbolista élite que jugó y le fue bien en el torneo”.

Esos “engranajes”, los llama, “que se van moviendo en cuestión deportiva para el futbolista son muy importantes, al final es una industria económica muy fuerte en el mundo, no es lo mismo que un futbolista valga 1.5 millones antes del Mundial y 10 millones después de eso todos lo tratamos de aprovechar, hablando de futbolistas, agentes, los mismos clubes y demás para poder aprovechar que cada cuatro años tenemos esta alza de precios por este evento magno”.

Por el contrario, el efecto de perderse un Mundial puede ser doloroso en dos vías: la económica y la deportiva.

En esta última, la consecuencia puede ser una generación sin desarrollo para un combinado nacional, como le ocurrió a México rumbo a Italia 1990 y como le está ocurriendo a la misma selección italiana al quedarse fuera de Rusia 2018 y Qatar 2022, con miembros de la talla de Marco Verratti y Ciro Immobile, figuras a nivel clubes en ligas top.

A lo largo de la historia se han perdido generaciones enteras por no ir a Mundiales.

“En generaciones como las que estamos viendo en México”, reflexiona García, “como con un Carlos Acevedo o un Orbelín Pineda, de ese tipo de jugadores que están entre sus veintes (de edad), el hecho de no poderse mostrar en un Mundial sí les pega”

Es, agrega, en alusión a los futbolistas mexicanos que pudieran quedarse fuera de la lista final para Qatar 2022, “una plataforma muy grande y si de por sí el problema de la liga mexicana es que muy pocas personas en el mundo la ven, no es lo mismo a estar en un evento internacional donde todos van a estar viéndote y pueden ayudarte a que cruces el charco”.

Esta situación es diferente para los futbolistas que ya están consolidados a nivel top, como Cristiano Ronaldo, quien puso en riesgo su pase a Qatar al jugar los playoffs dentro de la eliminatoria europea, a un solo juego, contra Turquía y Macedonia del Norte.

En su caso, describe el analista, el “efecto más doloroso” es netamente deportivo ante la imposibilidad de destacar con Portugal en una Copa del Mundo; económicamente, Ronaldo ya es un jugador más que consolidado al que no le perjudicaría en gran medida quedarse sin los bonos mundialistas.

La justa de Rusia 2018 impuso un récord con una bolsa total de 400 millones de dólares y el campeón, Francia, se llevó un premio de 38 millones, por lo que la expectativa para Qatar es superior a esas cantidades.

Además, solo por el hecho de clasificar al Mundial ruso, las selecciones como Túnez, Panamá, Australia o Islandia, que quedaron fuera en la fase de grupos, se embolsaron ocho millones, que son repartidos desde antes del torneo por parte de sus federaciones.

En la parte 100% comercial, las federaciones hacen sus presupuestos conforme a sus eliminatorias, amistosos y demás.

Detalla García:

“Cazan los patrocinios o se les acercan los patrocinadores para poder financiar todas esas salidas y cosas que tienen que hacer para llegar al Mundial y esos ingresos se dividen entre lo que le van a pagar a los directores técnicos y viáticos de los jugadores. Como cualquier otra competición, si juegas de titular recibes un cierto dinero, las selecciones tienen sus tabuladores”.

Previamente, explica, “las federaciones, junto con los directores técnicos, tienen que negociar con los jugadores que van a ser llamados constantemente, hablando de figuras tipo Messi o Cristiano Ronaldo, pues muchas veces tienen que ver si van a participar en todas las eliminatorias, en qué partidos sí se les puede llamar o no. Normalmente todo sucede antes del Mundial para que cuando ya empiecen las eliminatorias por lo menos tu base no se vea afectada”.

Tras el Mundial de 2018, pese a ser eliminados en octavos de final, integrantes de la selección mexicana lograron una revalorización y transferencias a mejores clubes.

Edson Álvarez, por ejemplo, logró sellar su pase del América al Ajax en verano de 2019, mismo periodo en el que Hirving Lozano pasó del PSV Eindhoven al Napoli.

El Mundial de Qatar pone en la vitrina global a jugadores como Lautaro Martínez (Argentina), Cyle Larin (Canadá), Takefesa Kubo (Japón) o Giovanni Reyna (Estados Unidos), entre algunos de los prospectos que podrían dar el salto a mejores clubes, dependiendo de su actuación individual y grupal, que tiene un plazo de siete meses para no lesionarse y poder asistir a la máxima justa futbolística a nivel de selecciones.

(Con información del diario El Economista)

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