¡Qué Desastre!

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Guadalupe Orona Urías

Pachuca, Hidalgo.- Escribo no porque crea que haya autoridad alguna que escuche,  entienda y atienda. ¡No! Escribo como un grito de rebelión ante la espeluznante situación de millones de mexicanos, como un grito de dolor no rendido, llamando a la revolución, a la concientización y organización del pueblo mexicano y a no resignarse ante el sufrimiento y la muerte; un grito para despertar al mexicano sumiso y paciente, pero trabajador y productor de la riqueza nacional, sin el cual y sin el número necesario, el país no podría marchar.

            ¡Que desastre! Sí, que desastre, originado por la injusta distribución de la riqueza nacional; por la incapacidad, insensibilidad, irracionalidad y el desprecio al pueblo mexicano; por los que hoy nos gobiernan, a nivel federal; por el mismísimo López Obrador y, en Hidalgo, por su porrista número uno, Omar Fayad. Miles de mexicanos muriendo y los señores grotescamente haciendo show; miles de desempleados, y nos cuentan las cifras al revés; millones demandando atención y programas de apoyos humanitarios, como lo han aconsejado organismos internacionales, mientras los funcionarios, preocupados por su imagen, por sus encuestas y las próximas elecciones; o bien, como el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, persiguiendo líderes sociales que le exigen solución. La crisis económica en México simplemente empeoró con la pandemia del coronavirus y hoy, esta crisis sanitaria, ha puesto al descubierto lo peor de nuestros gobiernos y su retahíla de mentiras para mantenernos resignados e inmóviles con nuestro pesar a cuestas. Veamos:

México se convirtió ya en el sexto país del mundo con más contagios de coronavirus SARS-CoV-2, con 338,913 casos confirmados, y acercándonos ya a los 40 mil muertos. De acuerdo con un estudio preliminar realizado por la UNAM, en el perfil más afectado por COVID-19 en México predominan los varones sin estudios ni trabajo: “Un hombre con escolaridad básica o sin estudios, mayor a los 40 años de edad y que no tiene un trabajo remunerado. Este es el perfil más común entre los mexicanos fallecidos por la COVID-19…”. A ello agrega el autor del estudio, Héctor Hiram Hernández: “Se decía de forma demagógica que esta era una enfermedad de ricos, de personas con posibilidad de viajar. Pero en toda desgracia o catástrofe siempre son afectados los más vulnerables y esta no tenía por qué ser una excepción”. Recuerde usted, amable lector, la estulticia exhibida por el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, con su receta para combatir el coronavirus: “un plato de mole de guajolote”. También afirmó que el Covid era una enfermedad de ricos.

¿Quiénes son los que mayoritariamente están muriendo a causa del Covid-19?

            Según el estudio referido, la mayoría de fallecidos (28.1%), corresponde a personas sin actividad económica remunerada, seguidos de jubilados (12%) y empleados del sector público (11.7%), básicamente trabajadores del sector salud. “En contraste, hay muy pocas personas dentro de los fallecidos que antes de morir ocupaban puestos directivos en el sector privado”.

            En cuanto a nivel de escolaridad, el investigador destacó: “una concentración muy importante”, del 71.2 %, de personas que solo terminaron la primaria o no fueron escolarizadas, mientras que quienes tenían educación media superior representan el 15,7% y con estudios superiores, el 13,1%. “Dentro del conjunto de datos, la escolaridad es el que más claramente define el origen social porque está asociada con empleos precarios, bajos ingresos, vivienda precaria y sobre todo a la falta de acceso a la salud”. El hecho de que la mayoría de las víctimas (51.6%) fallecieran en hospitales públicos de la secretaría de Salud federal o estatal tiene una “interpretación muy clara”, dado que son centros médicos a los que acuden ciudadanos que no están asegurados o no tienen trabajo: “… mientras que en los hospitales privados han ocurrido solamente el 3% de las defunciones”.

¿Quiénes son los que han perdido su empleo y no tienen para sufragar los gastos de alimentación, renta, etcétera?   

Con datos del IMSS y del Inegi, el subgobernador del Banco Central, Jonathan Heath, señaló que, durante los meses de abril y mayo, 12 millones 180 mil personas perdieron su empleo. “…Pero la pérdida laboral más grave fue la de 18.4 millones de tiempo completo en abril y otros 1.8 en mayo”. Es decir, 20.1 millones de empleos perdidos en dos meses. Sin embargo, el presidente López Obrador dijo que durante junio solamente se habían perdido 82 mil empleos formales, y que “A partir de este mes, empezamos a recuperarnos en lo económico y eso es muy buena noticia, porque tengo indicadores muy buenos en ese sentido”. ¡Cuánta mentira!

Y para “ayudar”, mejor dicho, rematar al moribundo, nos dice una nota de El País del 10 de julio del presente: “Sin luz en el peor momento. La Comisión Federal de Electricidad (CFE) cortó su servicio a casi 700 mil hogares por impago durante los dos meses de emergencia sanitaria por el coronavirus.” También señala que: “Cuestionado por los diputados, el director de la CFE, Manuel Bartlett, se comprometió a mediados del mes pasado a no suspender el servicio por culpa de retrasos en el cobro. “Bartlett nos aseguró que no habrá cortes de energía eléctrica durante la pandemia”, escribió en Twitter el diputado Mario Delgado, líder de la bancada de Morena, el partido del presidente, en la Cámara de Diputados”. No solamente mintieron diciendo que no habría aumento en las tarifas, sino que han dejado sin luz a miles de hogares y siguen los cortes.

La conclusión no es otra que la ya adelantada al principio de este documento. Sólo me resta agregar que esta crítica situación, y la ausencia total de medidas de emergencia por parte del gobierno federal para garantizar la alimentación, el empleo y el ingreso, “ha condenado a la economía y la sociedad a una crisis que se prolongará por años”. Mientras no existan estrategias de apoyo para que los mexicanos puedan cubrir sus necesidades básicas y preservar la salud, no se puede hablar de confinamiento, y la cantidad de contagios y fallecimientos seguirá irremediablemente en aumento. Ante ello, los mexicanos en general, y los antorchistas en particular, no podemos, no debemos quedarnos pasivos; debemos exigir atención y solución, pero, sobre todo, debemos actuar para quitar del poder a quienes hoy con su insensibilidad e irresponsabilidad causan grave daño al pueblo trabajador.

 

 

 

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