LOS PARTIDOS NO DEBEN POSTULAR CANDIDATOS
DELINCUENTES SÓLO POR ASEGURAR SU TRIUNFO
Dicen que la historia de México tuvo un parte aguas el año de 1968, se dice por parte de los beneficiarios de aquél movimiento social que los cambios en México vinieron luego de la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas, argumentan que hubo democracia y más libertades, además de que aseguran que la mujer fue reconocida en sus derechos.
La verdad es que aquél movimiento no tuvo sus orígenes en las ideas de cambio que se necesitaban; la realidad es otra; resulta que el 23 de julio de aquél año, estudiantes de las preparatorias 2 y 5 se enfrentaron con los de la Isaac Ochoterena, aquel enfrentamiento obligó a que la policía interviniera y a golpes de tolete sometiera a los estudiantes de los dos bandos; posteriormente el 26 de julio, regularmente estudiantes realizaban una marcha recordando la revolución cubana, en aquella fecha hubo otro enfrentamiento entre estudiantes y fue entonces que el cuerpo de granaderos dispersó a los estudiantes; aquello motivó la detención de varios golpeados y golpeadores, como consecuencia de ello las escuelas se unificaron para exigir la liberación de los estudiantes detenidos; en el pliego petitorio los manifestantes pedían la libertad de los presos políticos, el cese del jefe de la policía, la derogación del artículo 145 y 145 bis de disolución social, entre otras peticiones, Ninguna de aquellas peticiones respondía, como ahora se dice, a cambios estructurales en la forma de gobierno, como tampoco se pedía nada que tuviera relación con los cambios que luego se dieron, sin tener como origen aquél movimiento estudiantil.
Muchos de aquellos líderes usufructúan todavía aquél movimiento, muchos han vivido a costa de un movimiento que tuvo como origen el enfrentamiento de estudiantes y la intervención represora de la policía.
Ahora, el caso Guerrero y concretamente la desaparición de 43 estudiantes, así como el presidente municipal de Iguala que se perfila como un genocida sí es un parte aguas; en primera, porque el gobierno tanto federal, como estatal y municipal deben ser un ejemplo de cambio, Iguala debe ser un antes y un después de la forma en que se ha gobernado en México, quienes sean responsables del gobierno federal, estatal y municipal deben cambiar la corrupción por transparencia, el abuso por la tolerancia y la prepotencia por un trato digno para con los gobernados.
Después de Iguala deben terminarse las componendas entre los funcionarios que se protegen entre sí para tapar la corrupción de enriquecimientos inexplicables, la impunidad al ser combatida, paulatinamente deberá ir acabando con la corrupción; no es posible que los partidos políticos postulen a candidatos que saben que además de ser corruptos, están coludidos con el crimen organizado; no es posible que los partidos políticos piensen más en asegurar el triunfo de su candidato, aunque este sea un delincuente, a escogen a quien pueda dar mejores resultados a la comunidad; ahora vemos cómo en el PRD, los principales dirigentes del partido niegan toda relación con el alcalde delincuente.
Los cambios están latentes porque el pueblo mexicano está cansado de tanta corrupción y abuso por parte de los tres niveles de gobierno, está cansado de tantas promesas incumplidas, está cansado de la irresponsabilidad de los gobernantes que llegan a las posiciones de gobierno únicamente para enriquecerse escandalosamente, por lo mismo, es el momento de un antes y un después de Iguala; en su momento el pueblo de Iguala denunció los actos criminales del alcalde y nadie hizo nada, ahora todos fingen demencia al no recordar aquellas denuncias, se avergüenzan de quien consideran su ex compañero de partido y piden un perdón que se escucha falso y que por lo mismo, el pueblo no cree.
Enrique Peña Nieto puede pasar a la historia no por las reformas estructurales que logró, podría pasar a la historia como el gobernante que después de Iguala aplicó la ley e inicio una nueva etapa de justicia, aunque para ello tengan que responder ante la ley muchos gobernantes del partido que lo llevó a la Presidencia de México, de lo contrario, en las páginas de la historia aparecerá como el presidente mexicano que vivió la desaparición de 43 estudiantes a manos de un presidente municipal y la impunidad, la corrupción y la connivencia del gobierno con el crimen organizado siguió su inexorable marcha ante su mirada cómplice.
Iguala puede ser un antes y un después en el ejercicio de gobierno en México, pero para ello se necesita voluntad política, si no la hay… pobre México