Realidad que duele, claro que duele

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¡Que conste,…Son reflexiones!

Sócrates A. Campos Lemus

 

Ahora que vemos reportajes y fotografías, grabaciones, notas y noticias de lo que va dejando la pandemia y la crisis económica, vuelven aquellas imágenes y pensamientos de hace muchos años cuando recorría calles de LA LAGUNILLA y de la zona de TEPITO, allá, entre la gritería de los vendedores y los regateos de los posibles compradores, existían zonas donde los comerciantes de verduras y artículos que se descomponían tiraban las cosas que para ellos ya no eran comercializables aunque en muchas casas eran necesarias y se consumían, en algunos puntos colocaban los comerciantes más conscientes una zona donde se colocaban los artículos que todavía estaban buenos pero que tenían “mala cara” y los ponían a precios ridículos para que la gente aprovechara.

         Allá por los domingos o por una zona especial de Tepito se comercializaban los desperdicios y los cacharros, muchas ollas y sartenes que solamente necesitaban algunos puntos para sellarlas y que siguieran siendo utilizadas, clavos rescatados de construcciones que se enderezaban y vendían por kilo muy baratos a los carpinteros de la zona que los usaban en sus artículos, brochas que se regeneraban y limpiaban para seguir siendo utilizadas, triciclos, bicicletas recompuestas y arregladas, juguetes que pararon en los basureros de los niños ricos llegaban allá para la delicia e los niños jodidos, herramientas que se mejoraban y volvían a servir eran la base para que algunos artesanos continuaran con sus comercios y sitios, pieles o pedacería que se utilizaba para los parches de pantalón o adornos o reparación de artículos de piel y zapatos, en fin, recuerdo a mi madre cambiando los cuellos de las camisas para que no se viera lo roto y se siguiera usando, tomando los pantalones de mi hermano para bajarle o subirle la valenciana para que los reusara o los zapatos con sus medias suelas o suela completa, así se llegaba, en muchos hogares de México, a completar el mes.

                   (Fotografía Unicef México)

Nosotros, de alguna manera, fuimos una generación que no desperdiciaba nada, no porque tuviéramos mucha conciencia sino porque era la realidad, se arreglaban las planchas, los radios, las lavadoras, los relojes, los zapatos, los carros, los juguetes, la ropa, incluso los sobrantes de comida se reguisaban con aquel toque de las madres para darles un gran sabor a las cosas, se usaban las tortillas secas para hacer las sopas de tortilla o darlas a los pericos o molerlas para los pajaritos, los bolillos, si sobraban, pues eran la base para los dulces a los que se agregaba miel de piloncillo y nueces y algunos ingredientes que les hacían una delicia, por esas razones ni nos extraña lo que ahora vemos con la enorme crisis que nos lleva a los extremos de la pobreza y la miseria y del recuerdo de aquellos viejos tiempos que no fueron mejores, pero formaron conciencias y caracteres, nos enseñaron a sobrevivir en las peores condiciones, y ahora, en la vejez, pues pensamos con dolor que en muchos lados los hombres y mujeres de nuestra edad tienen que llegar a los basureros a rescatar lo comible y a buscarle para medio vivir.

Hace mucho que no veía los montones de ropa usada que se colocaba para la venta y de cómo llegan gentes, incluso encopetadas, para rescatar la de marca cuando en muchos lados se encuentra casi sin utilizar o nueva la ropa y así, de todos lados y clases se va entendiendo que todos quieren ahorrar en los gastos cotidianos para alcanzar a vivir y sobrellevar cada semana o mes, esta es nuestra realidad y duele, claro que duele y hace sacar recuerdos de tiempos dolorosos y tristes y salen al tiempo las lágrimas y los recuerdos de todo.    Cuando luchamos para prepararnos y poder salir de esos lados evitando caer en las drogas o el alcoholismo o sumidos en las costumbres de la miseria.

         Y en verdad que muchos de los ahora viejos pueden contar los sufrimientos que tuvimos para estudiar y “levantarnos” y superarnos nos decían los maestros y nuestros padres, comenzamos todos a trabajar muy temprano, estudias y trabajas y te chingas y te jodes o te quedas, y así sufriendo para el camión o teniendo hambre porque no traíamos para la torta o el refresco le poníamos ganas y si no teníamos los libros pues a las bibliotecas por horas y pues así entendimos lo que era sufrir la “gota gorda” de la chinga y hoy, vemos a miles de jóvenes que andan en la loca porque no encuentran salidas a pesar de que tienen muchos más estudios que nosotros y que ganan mucho menos que lo que algunos reciben de pensión, y vemos a muchos viejos o jóvenes llegar a la pepena en los basureros o en los restaurantes para rescatar comida y tener algo para sobrevivir, no hay pena, hay dolor, claro que hay dolor, no es lo mismo estar medio arriba pensando que ya la hicimos y de pronto no tener nada y volver a la miseria y desocupación y buscar el chivo de la sobrevivencia y claro que eso duele, duele mucho y hace llorar a muchas familias, algunas andan de la seca a la meca para que les atiendan sus males y no hay sitios ni medicamentos y la pasan de la chingada porque ni siquiera tienen lana para la farmacia o el médico de las similares y pues sufren la reuma o la tensión alta y se les hinchan los pies por los males del riñón y escuchamos consejos y recetas de plantas y hueseros para calmar los dolores, y eso duele, claro que duele y hace llorar.

         Leía el cómo en una familia tuvieron que tomar la determinación entre padres e hijos para ver quién de todos ellos aprovechaba la única computadora y la televisión para continuar los estudios porque  no había para todos y eso que en verdad duele y son chingaderas, pero así es la realidad, mientras tanto, vemos a los señores diputados que andan de la seca a la meca vendiendo sus votos como prostitutas callejeras para que algunos de los que le prometen la felicidad, como padrotes,  les den algo más de lo mucho que reciben sin hacer nada  para elegir a que alguno sea el “presidente de la cámara” no para servir sino para chingar, total, la demagogia y el engaño siguen igual en muchos sitios a pesar de lo que diga el presidente, porque a él no le copian su modo de ser y su honestidad del estar, no, lo engañan y le hacen creer que piensan igual y son honestos, no, al contrario mienten y engañan, pero la neta ahí están sus hechos y ni siquiera tienen que ir a los tiraderos para medio comer, ni sufrir por no poder estudiar ni tener empleo… esa es la realidad y pues como le hacemos al Tío Lolo: pendejos solos… y pues a votar para la consignación de los expresidentes y ahorrar para comprar el cachito de la lotería nacional y hacernos pendejos, total, los escándalos nos pueden hacer reír pero no hacen nada para que comamos…ni andemos en la pepena de la Central de Abastos o en los tiraderos del mercado…

                                     (Fotografía El Informador)

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