Capital México
Vladimir Galeana Solórzano
En este país hay políticos profesionales, improvisados, de ocasión, inventados, mentirosos, inquietos, corruptos, eficientes, deficientes e ineficientes, pero además todos tienen esos momentos tan recurrentes en los hombres y mujeres de las estructuras de gobierno, de hacer lo que se les pega su regalada gana. Por desgracia esa circunstancia es algo que se presenta en diversas partes del país, y en la mayor parte de las veces los resultados son desastrosos.
Marco Antonio Leyva fue elegido presidente municipal de Chilpancingo, sede del Primer Congreso de la América Libre, donde don José María Morelos y Pavón dio a conocer Los Sentimientos de la Nación, lo que ha sido considerado por los historiadores como el primer cuerpo constitucional del naciente país que finalmente adoptaría por nombre el de Estados Unidos Mexicanos.
Hay ocasiones en que nuestros políticos deciden hacer cosas sin siquiera conocer los alcances de la ley o de las formas políticas, pero también hay que decir que en política la forma es fondo, y ante la falta de resultados, de cumplimiento a los compromisos adquiridos, de la carencia de pago por servicios brindados, y con severas diferencias con las demás esferas institucionales, el presidente municipal de Chilpancingo se vio obligado a solicitar una licencia por el tiempo que le restaba de mandato, misma que fue concedida por el Congreso.
Ojalá hubiera reparado el señor Leyva al momento de tomar sus decisiones, en la importancia histórica de Chilpancingo, porque sus paisanos ahora señalan que perdió la cabeza. Y todo comenzó con la saturación del depósito de basura municipal que fue cerrado por las propias autoridades sanitarias por carecer de capacidad para seguir acumulándola. Ante la falta de previsión, de pronto la capital del estado de Guerrero quedó en el más completo abandono porque no había capacidad de levantar la basura de las calles y llevarla a un lugar adecuado.
Marco Leyva evidenció falta de sensibilidad al no ponerse de acuerdo con el presidente municipal de Tixtla, quien estaba dispuesto a compartir el depósito de basura para terminar con el problema. Pero también hay que señalar que el señor Leyva tampoco pagaba los adeudos por servicios que solicitaba, y tuvo diferencias con los liderazgos de todos los partidos, incluido el suyo. Finalmente se quedó solo y sin capacidad de operación política y administrativa. Marco Antonio Leyva solicitó licencia para separarse del encargo, señalando expresamente en la petición que se ausentaría el tiempo que le quedaba a su mandato, lo que fue concedido de inmediato por el Congreso del Estado.
Pasaron los meses y, de pronto, el señor Leyva tuvo la ocurrencia de presentarse en el palacio municipal de Chilpancingo para anunciar su regreso. El problema es que hasta ahora no ha recibido ningún apoyo a sus pretensiones porque en el corto tiempo que fue presidente municipal se peleó con todos. El señor Leyva se dio cuenta muy tarde de que al perder la cabeza también perdió la alcaldía de Chilpancingo y la proporción de la realidad. Al tiempo.