Eduardo Sadot
Entre los primeros amuletos y la tardía estrategia, el pánico colectivo se ha apoderado poco a poco de los mexicanos, el presidente jamás comprendió que para un líder y para un Jefe de Estado, es muy importante la relación con otros jefes de Estado – que los desestimó y ya tarde sí quiere asistir a eventos internacionales – y tener y mantener autoridad moral y con ello construir la unidad nacional tan necesaria en los momentos de crisis, otra cosa habría sido, si al llegar al poder se hubiese mantenido cauto, respetuoso y conciliador con quienes no votaron por el.
No obstante haber ganado por una abrumadora mayoría, los que no votaron por él. Con una visión de hombre de Estado y no de político electorero, se habría aplicado a conquistar – como lo hizo en su momento Carlos Salinas – a legitimar y sumar a quienes no lo aceptaran, jamás les insultó, jamás se refirió con desprecio, desdén o apodos, su programa solidaridad – por muy criticado que pudiera ser – fue un proyecto de suma y unidad nacional, sobre todo con visión de Estado, un visionario con deseo de gobernar – no deseo de venganza – habría caminado por el sendero de la reconciliación, no por el camino del encono avivando el fuego de la división, el enfrentamiento entre amigos, familias, paisanos, hermanos, compañeros, por si el país que gobierne, llegara a necesitar de unidad en condiciones adversas, pero no, nunca se tuvo la visión de los riesgos, como tampoco nadie imaginó – ni la mano asesina que lo creó – la catástrofe del siglo XXI que asolaría a la humanidad, y sin embargo hoy se necesita y ya es demasiado tarde.
El ajedrez, respecto al coronavirus, escribí el primero de febrero de 2020, que es un juego que ilustra la multiplicación exponencial con que se reproducen los casos de COVID19 en la humanidad, me refiero a la anécdota del pago con granos de trigo, que pidió Sissa el inventor al rey hindú Belkib y que da una cifra imposible de pagar.
La gente pobre que vive al día, no tiene dinero para comprar despensas para resistir encerrada en su casa una cuarentena, esta en jaque mate, si sale se muere por el virus, si se queda se muere de hambre.
El gobierno está rebasado, las instituciones de servicios médicos no previeron el peligro, no cuentan con equipo suficiente, el mismo ejército, sin protección esta condenado a muerte, por falta de equipo.
El DNIII esta pensado para contingencias de terremotos o huracanes, pero no para una guerra biológica, la Guardia Nacional menos.
Esa población amenazada en jaque mate, comenzó a saquear comercios, porque si no lo hace se muere, tampoco eso lo previó el gobierno, México tiene una población de poco más de 126 millones de personas, de acuerdo a cifras del 2017 había 2398 personas que tenían mas de cien mil dólares de riqueza y 84 con más de un millón de dólares, más los que no alcanzan el millón de dólares en inversiones de viuda, el total de ricos, no llegan a cinco mil personas, esto es que el .004 % de la población, lo que nos arroja un dato escalofriante de acumulación de la riqueza en pocas manos.
Como dato curioso cuando estalló la revolución francesa (1789) con la toma de la Bastilla (saqueo) porque se aproximaba el invierno y porque la gente sabía que iba a morir por su pobreza.
La riqueza en Francia la acumulaban solo 130 mil personas privilegiadas entre clero y nobleza, cuando la población de Francia era de 25 millones de habitantes, lo que significaba que la riqueza estaba en manos del .6 % de los habitantes, hoy en México la riqueza la tiene cinco mil personas, que si los reuniéramos en el Auditorio Nacional, apenas llenarían la mitad de las 10 mil butacas que tiene.
Ello permite prever que durante la etapa más difícil de la pandemia, la violencia y los saqueos, difícilmente podrían ser controlados con la fuerza sin pérdidas humanas.
El destino nos alcanzó con un gobierno extraviado. La realidad de nuestro país es incierta. (Fotografía El Economista)
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@Eduardo Sadot