Laura Castillo García
Estado de México, con el grupo Chimalli, empata en primer lugar con Puebla, en danza categoría semi profesional de la XIX Espartaqueada Cultural Nacional 2017. En segundo lugar, el Estado de México (con el grupo Baalam), empató con el grupo de Michoacán.
Atrás quedaron los meses de ensayo diario, los constantes desvelos por las horas extras invertidas para trabajar las partes más difíciles; atrás quedaron las terapias físicas en el Centro de Rehabilitación Integral Social (CRIS) de Chimalhuacán, al que acudieron luego de luxaciones y esguinces sufridos durante los ensayos; no importó que el cambio de clima (del frío Chimalhuacán al caluroso Tecomatlán), les provocara gripas.
Había llegado la hora de la verdad, no había para dónde hacerse: a las 11 de la mañana del sábado 4 de febrero, el grupo seccional Chimalli del Estado de México subió al escenario; los anunciaron con la danza de Siembra y ganadería, en la cual recrean actividades primarias de los estados de Puebla, Oaxaca, Estado de México y Michoacán.
Dos horas antes llegaron al lugar de la presentación, el conocido “Foro Sol” de Tecomatlán: canchas de basquetbol techadas, adaptadas con templete, malla, sombra y sillas para los espectadores. Sin camerinos para los artistas, los chimalhuacanos se arreglaron en una cancha alterna: vestuario, maquillaje iban en cajas que estaban sobre el cemento, pero los bailarines no perdían el ánimo ni la ilusión que les provocaba la presentación… como todo terreno que son -porque tanto en Chimalhuacán como en otros municipios y entidades federativas se presentan en los más diversos escenarios a fin de llevar cultura a grupos mexiquenses de colonos, obreros y campesinos-, alegres completaban su atuendo.
En escena, lo primero que llamó la atención fue el jinete: un pequeño de aproximadamente ocho años, montado sobre una silla que por los hombros sostenía un hombre; alrededor de él zapateaban 16 caporales, vestidos de negro y café y con un pañuelo sobre la cara; atrás de ellos vienen las chinas poblanas; quienes son sustituidas por campesinos que portan estandartes de la Virgen de Guadalupe; la mitad de ellos llevan sarapes de lana. Era la danza de Basarios (vasallos) del estado de Puebla.
Con gran fuerza llegaron los “rubios” de Oaxaca, ganaderos arrendadores de toros… monstruos de tierra, quienes ahuyentan a los malos espíritus de la siembra, llamaron mucho la atención, eran los “hortelanos” de Michoacán.
Los ganaderos de Jopala llegaron con su toro de lidia. Desde la época colonial, en el contexto histórico de las haciendas que existían en diferentes lugares de nuestro país, los trabajadores entraban en una competencia por demostrar quién era el mejor vaquero, el mejor mayoral o el mejor caporal de cada hacienda. Lo sucedido en las vaquerías se divulgaba y llegaba a oídos de los patrones hacendados, quienes, orgullosos de tener a los mejores vaqueros a su servicio, presumían de ello ante otros hacendados; por tal razón organizaban competencias para demostrar sus habilidades, agilidad y valentía ante el toro más bravo.
El grupo Chimalli midió sus habilidades con otros 15 grupos semi profesionales: Guanajuato (danzas del mismo estado); Hidalgo (Huehues), Puebla (danzas y pascolas de las barrancas del cobre), Michoacán (Guerreros de occidente), otro grupo del Estado de México (Perros de fuego), Aguascalientes (danza Azteca), Veracruz (Matlachines de Zacatecas), otro grupo de Veracruz (Apaches del Marqués de Querétaro), San Luis Potosí (Feria Zacatecana), Ciudad de México (Mexicas), Morelos (Quetzales de Atempan, Puebla), Colima (Danza de los negros de Colima), otro grupo de Michoacán (Cúrpites), Guanajuato (Noche de muertos en la región del norte del Lago de Pátzcuaro) y Nayarit (Semana Santa Cora).
El grupo seccional Chimalli del Estado de México, integrado por 60 bailarines, estudian la licenciatura en danza folclórica en la Escuela Superior de Bellas Artes de Chimalhuacán, es dirigido por los jóvenes Dasia Janeth Islas Meléndez y Adrián Eduardo López Gómez, estudiante y egresado de la ESBA Chimalhuacán.
Otro detalle que destacar en este magno evento cultural es la participación del ballet folclórico seccional del noroeste mexiquense, “Báalam Óok’ot”, representando al Estado de México en la categoría de Danza, donde Magia, religión, guerra, muerte y resurrección se conjuntaron en un solo escenario y cobraron vida a través de 40 jóvenes integrantes de Nicolás Romero, en armoniosa sincronía de movimientos dancísticos y música prehispánica, interpretaron Perro de fuego, una pieza coreográfica inspirada en la obra literaria escrita por Roberto F. Levy, en la que se narra la forma en que vivían, amaban y luchaban los antiguos colimenses.
La pieza dancística con música tocada con instrumentos prehispánicos, representa a un mago que les da vida a figuras de barro, y el más anciano y sabio de la tribu les enseña a combatir en la guerra ante la cruenta llegada de los españoles y la destrucción que la cruz, la espada y la pólvora realizaron en el reino del gran señor Colimozcuintle.
El amor y la tradición son ejes rectores de esta espectacular danza que, ante la debacle y caída del fraterno pueblo frente a las oleadas de españoles y sus bestias, deciden como última muestra de unidad y valentía arrojarse al volcán de Colima, antes de someterse al yugo extranjero y a una religión intolerante. Antes de ser conquistado, el hombre mismo se incendia para formar parte del barro con el que se hacen las esculturas tradicionales, y según su creencia, el que moría en guerra o en fuego pasaba al cielo convertido en ave. La coreografía transmite al espectador la sensación de que el ser humano puede luchar por su propio destino, porque no es objeto pasivo ante las fuerzas que lo mueven a la fatalidad.
Osvaldo Hernández, bailarín del Báalam, que presentaron la danza de Perro de Fuego, autoría del maestro Rafael Zamarripa, director del Ballet Folclórico de la Universidad de Colima, se dijo muy emocionado y orgulloso de representar al Estado de México en la Espartaqueada, donde participan los mejores ballets de danza folclórica del país.
Por su parte, el diputado federal Héctor Javier Álvarez Ortiz felicitó a los más de 180 artistas de la comitiva del seccional noroeste, reconoció que son jóvenes con gran talento y potencial para difundir el arte y la cultura del pueblo para el pueblo. “El propósito de las Espartaqueadas es unir y hermanar a los participantes; es formar grupos de calidad para llevarle cultura al pueblo con el fin de que se sensibilice, se eduque y, por tanto, se haga mejor ser humano”, dijo.