Por: Vladimir Galeana Solórzano
Todo lo que ha venido ocurriendo con las protestas en el país tiene un origen y una finalidad muy clara: alcanzar un propósito. Y lo más claro y visible no es desestabilizar, sino combatir frontalmente al Gobierno Federal.
Y no se trata de quebrarse la cabeza tratando de culpar a alguien en específico, pero ver las imágenes de un ser atávico y primitivo arrollando con una camioneta a policías federales que solamente estaban protegiendo instalaciones estratégicas, habla del desbordamiento del odio.
No sé si el sujeto que lo hizo se detuvo a pensar que esos hombres y mujeres cumplen una función o un trabajo a través del cual logran mantener a una familia. Tampoco sé si alguna vez pensó que cualquiera de ellos podría ser su madre, padre, hermano o un amigo, pero por lo que se observa en las imágenes, el odio con el que arremete contra el grupo de policías parece irracional. Eso habla de una condición humana inexistente.
No entiendo cómo una persona puede odiar a alguien a quien no conoce, pero lo que hizo fue cometer el delito de homicidio en grado de tentativa, lesiones, y lo que resulte después de que el Ministerio Público Federal haga las valoraciones conducentes. Si logra ser identificado, lo que seguramente ocurrió ya, pasará muchos años encerrado en condiciones de alta peligrosidad, es decir, segregado y confinado a la soledad. No sé que lo motivó, pero cada quien elige el camino que quiere recorrer.
Tampoco puedo aceptar que lo que está pasando en el país es algo que surge de forma espontánea. Para decirlo de forma más precisa, todo corresponde a una estrategia diseñada, planeada y controlada, con la única finalidad de subvertir el orden aprovechando la natural disposición de los afectados por el alza a los combustibles decretado por el gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto. La pregunta es: ¿Quién tiene la capacidad de hacerlo? La respuesta es simple: quien cuenta con motivos, dinero, organización y seguidores.
El señor Carlos Slim tiene dinero, organización y seguidores, pero no tiene motivos. Y lo mismo podríamos decir de muchos otros. Realizar una aseveración a estas alturas del conflicto quizá resulte necesaria y muchos lo están haciendo en los corrillos políticos, aunque no se atreven a hacerlo de forma directa. Pero no hay que ser un genio de la deducción para darse cuenta de quien está detrás del conflicto, solamente basta ver cuáles son los grupos que han protestado y lo que están haciendo.
El problema para el señor Andrés Manuel López Obrador es que todos esos grupos a que me refiero han seguido puntualmente sus instrucciones durante mucho tiempo, y no creo que espontáneamente o de motu proprio sus dirigentes hayan tomado la decisión de salir y violentar el estado de derecho. No podemos hacernos tontos, las protestas están articuladas, planeadas y controladas con la finalidad de combatir a Enrique Peña Nieto, el más recurrente adversario del tabasqueño según sus propias arengas. Al tiempo.